CAPÍTULO 012

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───────• § •───────

Masajeo mis sienes sintiendo como poco a poco la migraña iba en aumento, porque finalmente, la mentira terminó por ser verdad a medida que la tarde avanzó. Respiro el aroma a limón que destila la pequeña taza de porcelana que tengo sobre la mesa manteniendo mis codos sobre la misma. 

La puerta principal se abre y desde mi posición puedo ver a Dominik ingresar con las manos llenas, había salido en busca de leña hace un rato. Mantengo mi sien izquierda apoyada contra mis dedos mientras me empino la taza de té, viéndolo venir hacia mí. 

—¿Te sientes mejor? 

Cruzó sus brazos desnudos, estudiandome. Tenía el pelo revuelto, y la piel perlada por el sudor. 

—No, la cabeza va a estallarme. 

—Creí que mentias. 

—Cuando lo dije el dolor no era tanto, sólo exageré un poco entonces. 

—Ven —dijo y se acercó a tomar mi mano alejándola de la porcelana—, te ayudaré con el dolor. 

No protesté, ni opuse resistencia mientras me guiaba hasta su habitación. Me recosté en su cama cerrando los ojos continuando con los masajes que me hacía mientras él se metía al baño. No demoró mucho en la ducha, sólo escuché la puerta del baño chillar tras el silencio del agua y sus pasos húmedos moviéndose por la habitación. No me atreví a abrir los ojos. Pero el rico aroma de su jabón me golpeó completamente cuando su peso hundió la cama bajo mi cabeza. 

En silencio apartó mis manos y las suyas comenzaron a masajear mi cabeza, su pulgar se encargaba de hacer círculos precisos en mis sienes mientras el resto masajeaba puntos en mi nuca. Fuerte. Lento. Suave. Y repitiendo. Solté un ligero gemido de alivio al sentirme completamente ligera de repente. Este hombre tenía unas manos increíbles.  

—¿Cómo se siente? 

Oí su voz cómo si hubiera entrado en alguna especie de hipnosis. 

—Bien, se siente bien —balbuceo atontada. 

—Excelente. 

Sus manos abandonan su trabajo para descender por mis brazos tocando puntos que envían corrientazos a mi intimidad. No tengo idea de que es lo que hace, pero me encanta. Vuelve a subir hasta mis hombros y desciende hasta mis pechos, jadeo cuando la calidez de sus manos traspasa la tela del top deportivo. En un  rápido movimiento rompe la tela exponiendo mis pechos arrancándome un quejido ante la sorpresa y el ligero ardor que me provocó; en la piel, y en aquella zona. 

Gotas frías caen sobre mí piel caliente cuando se inclina sobre mi para meterse uno de mis pezones a la boca, succiona con fuerza mientras acuna la otra con la mano que no se sostiene.  Abro los ojos y un jadeo se atora en mi garganta al tener su miembro completamente erecto muy cerca de mi rostro. 

La migraña ya no estaba. 

Y la boca se me hizo agua al instante. 

—Dom —gruñí sin poder evitarlo. 

—¿Mhm? 

—Aún tengo mucha ropa —menciono y siento sus labios curvarse en una sonrisa contra  mi teta. 

Entreabro los labios cuando succiona fuerte soltando con un sonoro pop. 

—Eso se soluciona. 

Sube más su cuerpo hacia adelante restregandome su dura erección contra mi rostro, no me cohibo de llevar una mano hasta el mismo, y sujetándolo firmemente para darle un lamenton. Dominik gruñe dándo un manotazo sobre mi sexo aún cubierto por el pantalón y mis bragas, empapandome más. Pegué un respingo soltando un gemido ahogado, pero no me detuve. El calor comenzaba a ponerme a sudar.

© 𝐷𝐸𝑆𝐸𝑂𝑆 𝐼𝐿𝐼𝐶𝐼𝑇𝑂𝑆 [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora