Capítulo 4: Extrañando a mamá

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Había pasado ya un mes exactamente donde cada tarde de forma casi sagrada, Jungwoo iba hacia el salón de química o al laboratorio de computación. Un mes de castigos que al parecer no le eran suficiente al profesor Jaehyun.


—¿Qué me tienes hoy? —preguntó entrando sin siquiera molestarse en tocar antes. Jaehyun le esperaba en su escritorio con varios exámenes por revisar.


—Llegas tarde—le reclamó sin quitar su vista del examen que revisaba.


—Disculpe su majestad—le dijo con una voz burlesca.


—Siéntate—le ordenó apuntando uno de los escritorios cercanos. Jungwoo tiró su mochila sobre la mesa y se echó sobre esta.


—¿y? — le preguntó inquisitivo, mientras se llevaba una paleta de fresa a la boca, captando la atención del profesor, el mismo que solo le miró por segundos para de inmediato dejarle sobre el escritorio un montón de hojas y le sonrió—Revisa esto—


—¿Cuánto más durará el castigo? —


—Que extraño, parece que te encanta estar castigado—se burló antes de ir a sentarse de vuelta en su escritorio.

Poco tiempo pasó hasta que Jungwoo terminó con su parte del trabajo, sin nada más que hacer ni haber nadie mas en ese salón, su vista se fue hacia la única persona que estaba presente, su profesor. Jaehyun parecía realmente concentrado en lo que hacía, le causaba gracia lo serio que se veía y como fruncía el entrecejo de vez en cuando. Apoyó su codo sobre el escritorio y dejo reposar su cabeza sobre su mano.


—¿Y esa boba sonrisa? ¿Acaso te gusto?—Le preguntó directamente el mayor volteando a verle con una sonrisita burlesca.


—Sueña que sea así, ya me voy, terminé con mi parte—


—Esta bien, por hoy acaba tu castigo—le habló de forma breve pues nuevamente dedicó su atención a su trabajo.

Jungwoo no agregó nada más, simplemente se alejó en silencio. No es como si quisiera seguir viendo al amargado de su profesor, uno muy guapo, no podía negarlo; pero demasiado amargado.


~


Hace una semana que su rutina se había modificado de forma terrible. Jungwoo ya no teniendo que cumplir con aquel castigo impuesto por un mes, ahora era libre de irse al mismo horario que el resto de sus compañeros.

Y esa mañana por primera vez en su vida, Jungwoo había elegido ir con el uniforme algo más ordenado. Sus pantalones de tela azul oscuro al igual que un saco sobre la camisa blanca.


—Jungwoo, ¿Qué harás hoy? Con los chicos pensábamos ir a jugar futbol un rato—le preguntó un compañero muy alto de nombre Sungchan, a los lejos Yuta también le hacia la invitación con la mano.


—Está bien—aceptó la invitación ya que no tenía nada que hacer.

Después de empezar la primera partida, Jungwoo se encontró a él mismo fallando una y otra vez sus tiros. No se explicaba por qué siendo uno de los mejores erraba de ese modo.


—¿Qué te pasa? ¿Hoy no es tu día? —se burló el castaño a su lado.


—Por hoy lo dejo Yuta—le habló entrecortado mientras recuperaba el aire luego de un corrida, además de la clara frustración que sentía consigo mismo.


—¿Pasa algo? —


—No, solo, no es mi día—dijo con una sonrisa amarga.

Se dirigió a uno de los baños cercanos a la cancha y se lavó la cara. ¿Qué estaba mal con él? Se suponía que estaba feliz de volver a salir temprano, pero... ¿Por qué se sentía tan vacío?

¿Por qué parecía como si quisiera estar de nuevo esas tardes junto a su profesor? Quizás... La torcida personalidad de su profesor habían cambiado algo dentro suyo.


—Eso no es justo—susurró más para sí, viéndose en el espejo. Sus cabellos blancos y desordenados y aquellos pendientes en su oreja, sus rasgos perfectamente delineados, su piel blanca como la nieve y sus ojos oscuros contrastaban.

Unos recuerdos de cuando decidió teñir por primera vez sus cabellos de ese color llegaron a su mente. Su madre le había ayudado.


—Mamá... —dejo escapar en un suspiro, la extrañaba demasiado, el hecho de mirarse todos los días al espejo y ver lo parecidos que eran le hacía extrañarle aún más.



Hace un par de años en un día lluvioso, bastante distinto al clima del presentedía, ella había sufrido un fatídico accidente automovilístico.

Y justo hoy era su aniversario.

Secó su rostro con su camiseta, que se había sacado mientras jugaba y llevabaen su mano, y salió del lugar, dirigiendo sus pasos hacía la azotea. Aúnquedaba una clase más a la cual no quería asistir, menos sabiendo que Jaehyunestaría allí, no se sentía de humor para pelear con él.


Por su parte, el profesor de música cerraba su computadora para alistarse e iral salón de clases del peliblanco. Cuando llegó y no le vio supuso llegaríatarde, o quizás se habría ido a perder el tiempo por ahí, pero a medida que losminutos pasaban y el menor no hacía acto de presencia comenzó a preguntarse dóndeestaría.

A fuera el clima había comenzado a empeorar cada vez más, amenazando conponerse a llover en cualquier instante. Miró al puesto del chico, encontrandoallí todas sus cosas desordenadas. Por obvias razones Jungwoo aun debía deestar dentro del establecimiento.


—Doyoung—le llamó al alumno que sabía era cercano al menor, mientras el restoresolvía un par de ejercicios que había escrito en la pizarra.


—¿Si?


—¿Sabes dónde esta el alumno Kim Jungwoo? —


—No, en el recreo estaba jugando futbol con lo del otro paralelo pero luego yano lo vimos cuando se fue a los baños no volvió con nosotros —explicó—¿Quiereque lo vaya a buscar?


—¿Podrías preguntar en la enfermería si está allí? —


—Iré a verle a la azotea también, Jungwoo suele ir allí cuando se salta lasclases—


—Bien, gracias—

Por alguna razón, se sentía intranquilo con respecto al menor. No habiendoencontrado señal alguna de su compañero, Doyoung retorno al salón de clases,esperando a que estas terminaran.

Una vez tocaron el timbre de salida el salón se vació, dejando solo las cosasdel alumno faltante allí.


—¿Dónde te habrás metido? —preguntó para sí, quedándose viendo las cosas del nombrado.Pasó alrededor de una hora cuando vio al peliblanco asomarse al salón pararecoger sus cosas.


—Al fin llegas —anunció de forma seca y enojada el mayor, pero entonces sepercató del estado deplorable de su alumno, al venir completamente empapado ycon las mejillas y la nariz rojas.


—mm... Pensé que ya no quedaba nadie—susurró sin ánimo, sin siquiera levantar lamirada hacía su interlocutor.


—¿Dónde estabas? —


—Eso no importa—dijo bajito, adentrándose en el salón cabizbajo, dirigiéndose asu puesto. Recorrió arrastrando sus pies por el frente del salón siendodetenido en su camino hacia su puesto por Jaehyun, quién le tomo el brazopreocupado. No quedaba ni un asomo del chico altanero de siempre.


—¿Qué pasa? —


—Nada—contestó en un susurro sin mirarle. Su flequillo caía sobre su frenteocultando sus ojos.

Sin mucha delicadeza Jaehyun llevó una mano hasta los mojados cabellos del menory los levantó, dejando a la vista los ojitos de cachorro del otro, enrojecidospor el llanto. Jungwoo le miró con sorpresa, de todas las acciones del más altoesa era una que no se esperaba.


—¿Quién te hizo llorar? —dijo medio en broma medio enserio, tratando de subirleel animo, intento que fracaso.


—Déjame—le pidió soltándose del agarre de Jaehyun, sintiendo sus ojos llorososnuevamente. Porque de todas las personas en el mundo que lo habían visto así,él fuera una de ellas era humillante.


—Jungwoo—


—¿Qué quieres maldita sea? —le habló alzando la voz hastiado de la situación.


—Quiero saber qué te pasa—


—Déjame en paz, no tengo por qué contarte estas cosas eres solo mi profesor demúsica—

Y Jaehyun se quedó sin saber qué más decirle. Él solo estaba preocupado, soloeso...

Las lágrimas comenzaron a caer nuevamente de los ojos de Jungwoo, recorriendoel mismo camino de minutos antes. Y el mayor sintió pena, su alumno parecía tandébil en esos momentos.

Se acercó al cuerpo tembloroso del platinado y unió sus cuerpos en un débilabrazo, dejando al otro resguardarse en él. La frente de Jungwoo quedó apoyadacontra su pecho, mientras sus manos se aferraban fuertemente a su chaleco.


—Eres tan testarudo—le susurró mientras acariciaba sus cabellos, dejando almenor desahogarse tranquilo.


—Te odio, no sabes cuánto te odio—le dijo entre sollozos, sin ser capaz dedejar de llorar.

Y al escuchar eso Jaehyun sonrió, porque sabía dentro de sí que ya se le haríaimposible no estar pendiente de él.


The new teacher - JaewooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora