La otra mujer

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<<Pov Mayte>>

Al principio solo lo ví como una anécdota más, un romance sin importancia, un juego de ajedrez en el que ella siempre llevaba la delantera.

Me haces falta, no me basta con el poco tiempo que tenemos -Dije desesperada, llenando su rostro de besos y caricias forzadas.

Dame un poco más de tiempo y te prometo que hablaré con él -Contestó Fer, sosteniendo mi cara, obligándome a mirarla.

Pues no es suficiente!! esto no fue lo que me prometiste -Solté alterada, soltándome bruscamente de su agarre.

Se perfectamenemte lo que dije, pero estoy entre la espada y la pared - Insistió Fer, tratando de acercarse de nuevo a mi.

Entiendes que no te voy a esperar para siempre ¿verdad? - Contesté desafiante.

Y tú, ¿logras entender que te amo? y que todo lo que hago es por ti ¿verdad? -Preguntó antes tomarme del brazo, para besarme bruscamente.

Y es que cuando una persona te llena de palabras bonitas y promesas perfectas es difícil volver a diferenciar entre la fantasía y la realidad.

Pues junto a ella me sentía especial pero vulnerable ante sus encantos y a la sutileza de sus manos.

Cariño, solo te pido que tengas un poco de paciencia y que trates de ponerte en mi lugar -Dijo Fer, mientras terminaba de vestirse.

Por favor Fernanda!! No estas haciendo absolutamente nada por dejarlo -Contesté molesta desde la cama.

De verdad crees que esto es fácil para mi, despertar con él y no dejar de pensar en ti -Respondió, sentándose a mi lado, dejando suaves caricias sobre mi mejilla.

Soy yo la que te espera como una idiota cada noche, y aún así tienes el descaro de pedirme algo así -Reproché, apartando la mirada.

Estas siendo muy injusta conmigo o acaso no te acuerdas de todas las noches que mentí para estar un minuto contigo - Se defendió molesta, alejándose de mi.

Trate de ignorar cuando todo el mundo me decía que esto estaba mal.. pero ya no puedo más -Susurré cabizbaja.

Fernanda solo me miraba en silencio y dejando un suave beso en mi frente, terminó de recoger sus cosas antes salir de la habitación, pues la culpa ni siquiera le permitía mirarme a la cara.

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Esa misma noche, a penas Fernanda dejó mi casa, llamé a la única persona que siempre estaría dispuesta a ayudarme a olvidar mis problemas.

La única que sabia la historia completa y la única que me quería lo suficiente como para no juzgarme por ello.

Aquí me tienes chi - Saludó Isabel a penas me vio en el marco de la puerta.

Hasta que al fin llegas - Dije agobiada lanzándome a sus brazos.

¿Que pasó? - preguntó asustada, abrazándome con fuerza - lo hizo de nuevo ¿verdad? - Añadió molesta, cerrando la puerta para guiarme hasta el Sofá.

Ella nunca lo va a dejar - Grité echa un mar de lágrimas en los brazos de mi hermana.

No quiero lastimarte.. pero ambas sabemos que eso nunca va a pasar -Soltó despacio sin dejar de acariciar mi espalda.

Tu tienes que ayudarme hermana, por favor, tu tienes que convencerla - Solté desesperada separándome de golpe de ella.

Chi.. no me estas escuchando, ella misma dijo que no estaba preparada para dejarlo todo por ti - Contestó Isabel, cabizbaja.

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