Dos

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Hyunjin chasquea la lengua, molesto.

—Dame mi parte, o tendremos problemas —repite—. La mercancía la conseguí yo, yo te dije a quién venderla para conseguir el máximo posible. Ese dinero también es mío.

Es de noche en el bar de Kang Taehyun, y cuando la madrugada llega a la ciudad el establecimiento acoge a las personas que realmente la controlan, las personas que realmente toman las decisiones que los políticos solo aplican como marionetas. Todo el mundo tiene un precio, y la partida de póquer de esta noche es la prueba de ello. Juega un señor por cada distrito. Kang Taehyun guarda silencio y sirve el alcohol, las chicas con poca ropa que ríen tontamente y los chicos embriagados observan embelesados el juego, cada cual sentado encima, al lado o de pie sobre el jugador al que acompañan.
Yeonjun ni siquiera levanta la vista de las cartas que tiene en la mano. A su lado, Wooyoung pone un as sobre la mesa y Choi resopla, mirándolo mal para después centrar su atención en Hyunjin.

—¿Y qué coño quieres que haga, Hwang? ¿Felicitarte por hacer bien tu trabajo? —Deposita una dama en el tablero, y los demás jugadores protestan—. Te recuerdo que trabajas para mí.

Hyunjin realmente quiere estrangularlo, pero sabe que si lo hace no saldrá para contarlo. Desesperado, juega su última baza, la baza que no juega nunca y que nunca le gusta recordar.

—Por favor, hyung —dice con voz inestable y angustiada, tratando de inspirar lástima en el mayor—. Por favor, sabes que necesito el dinero. El niño va a nacer pronto, ¿quieres que mi familia viva en la miseria?

Todos los presentes, incluyendo acompañantes de los jugadores congregados en la mesa, le observan con cierto asombro. La mayoría sabe que Jeongin existe porque Hyunjin lo llevaba allí cuando empezaron a salir, solo para dar un trago y besarse con el menor sentado a horcajadas sobre él durante horas antes de irse a un lugar más privado sin pagar siquiera la bebida. La mayoría sospechaba que Hyunjin lo había preñado, o tal vez lo habían dejado, pero nadie sabía nada con certeza del chico que vive con Hwang porque este nunca dice una palabra al respecto ni lo ha vuelto a llevar jamás al bar. Son pocos los que, cuando ven a Jeongin salir del apartamento, reconocen el papel que desempeña en la vida de Hwang, protegiéndolo frente a la policía y arreglando sus cagadas.

Incluso Yeonjun no sabe cómo reaccionar tras oír las palabras de Hyunjin, quedándose estático; el silencio junto con un aura de incomodidad se instaura entre los presentes. Hyunjin sonríe para sí, no quiere precipitarse pero parece que está funcionando.

—Entonces deberías habértelo pensado dos veces antes de follarte a ese chico —sentencia Choi tras varios segundos—. Además, ¿por qué quiere ese idiota tener un hijo tuyo? ¿Seguro que te conoce?

La habitación estalla en carcajadas, y Hyunjin siente que va a explotar de la rabia. Es su dinero, él se lo ganó. Y lo va a recuperar por las buenas...o por las malas.

—Anda, ve a la biblioteca a leer un libro de paternidad o alguna mierda, el pobre engendro de tu hijo lo agradecerá —añade, la partida continúa su ritmo anterior—. Beomgyu nene, ponte en este lado para darme suerte.

Un chico con el pelo largo y negro se levanta, ganando la discreta admiración de todos los presentes. Choi Beomgyu es alto, es atractivo y tiene un cuerpo de infarto que, en los sitios incorrectos, matarían por hacer suyo. Absolutamente todos y cada uno de los que ahora juegan con Yeonjun fantasean en silencio con oír su nombre de los labios del chico pidiendo más. Yeonjun lo sabe, y le encanta restregarles a todos que el suyo es el único nombre que gime Beomgyu.

La distancia es corta, pero el joven camina lentamente. Antes de tomar asiento, le guiña un ojo a Hyunjin a modo de flirteo antes de sentarse a la derecha del jefe de Hwang, que inmediatamente rodea su cintura con un brazo. Hyunjin sonríe de nuevo para sí. Acaba de tener una idea genial con la que no sólo ganará su dinero, sino que le dará poder.

Solamente le costará unas cuantas mentiras y un corazón roto.
                                    •
—Quiero morirme —Seungmin tira su delantal al suelo con agresividad.

Acaban de finalizar un día mortal en el hipermercado, haciendo inventario y ordenando archivos del año anterior. Jeongin sólo quiere meterse en la cama y descansar, y Seungmin también. Lo único bueno es que hoy no tendrá que volver caminando ni en bus, porque Hyunjin prometió que iría a recogerlo para que no volviera solo.

—Todo sea por el dinero —replica Jeongin, desabrochándose el uniforme y contemplando su hinchado vientre.

Seungmin se da cuenta de esto y sonríe, ayudándole a guardar sus cosas.

—Sigo sin entender por qué vienes, debes pasarlo fatal en tu estado.

—Si no vengo no me pagan —simplifica, y los dos se quedan en un silencio cómodo.

En cuanto salen juntos del local y llegan al aparcamiento, ven a un chico apoyado contra el capó de un coche, mirando su teléfono. Seungmin ríe sonrojado y agita el brazo enseguida, saludándolo.

—¡Chan! —El chico levanta la vista y le devuelve el saludo sonriendo, caminando hacia ellos. Besa brevemente a Seungmin antes de fijarse en el menor.

—¡Vaya Innie, estás enorme! —comenta cariñosamente, y Jeongin ríe. Le agrada mucho el novio de Seungmin—. ¿Habéis tenido un buen día?

Kim bufa y oculta su rostro en el cuello de su pareja como toda respuesta.

—Inventario —explica Jeongin, y Chan asiente con una mueca de comprensión.

—Ya pasó, mi vida —tranquiliza Chan a Seungmin, acariciando su espalda—. Ahora vamos a ir a casa y te vas a dar un baño relajante mientras hago la cena, ¿hm?

El chico murmulla un 'te quiero', pero sale de su escondite para mirar a Jeongin.

—¿Te llevamos?

—¿Eh? No, no hace falta.

—¿Seguro que no? —Pregunta Chris—. No nos cuesta nada Innie.

—No, no te preocupes hyung —responde rápidamente—. Hyunjin hyung vendrá a recogerme.

Seungmin entrecierra los ojos al oír mencionar al novio de su amigo.

—Ajá —responde—. ¿Seguro que va a venir? Empieza a hacer frío.

—Lo prometió —lo tranquiliza.

—¿Pero va a venir de verdad? —Insiste Seungmin.

Jeongin asiente con las mejillas ardiendo.

—Estará al caer, no pasa nada. Vosotros iros y descansad, ¿vale? Estaré bien, llegará enseguida.

Sonríe y esto parece terminar de convencerlos.

—Llámame cuando llegues a casa —le dice Seungmin abrazándolo—. Y ni se te ocurra aparecer mañana por aquí.

Jeongin quiere protestar, pero se contiene ante la mirada de su hyung, alcanzando a balbucear un 'vale'. Chris le sonríe y le dice que está para lo que necesite antes de que la pareja vuelva al coche y abandone el aparcamiento, Seungmin saludando por la ventanilla hasta que giran la esquina y el vehículo desaparece de su campo de visión.

Suspirando, Jeongin mira a su alrededor, buscando indicios de que su novio esté allí. Le escribe un mensaje, por si acaso Hyunjin piensa que aún no termina, y espera de pie, cambiando el peso de una pierna a otra con impaciencia. Hace frío, empieza a oscurecer, tiene hambre y está agotado. Se sienta en la acera con dificultad cuando no aguanta más de pie; esa postura también es incómoda, pero por lo menos no tiene que aguantar tanto peso. Revisa su móvil de nuevo, Hyunjin no lo ha leído. Lo llama, pero no contesta. Pasa una hora. Llama de nuevo, no contesta, y escribe otro mensaje. Se encoge sobre sí mismo para proteger a su bebé del gélido viento. Y cuando pasa otra hora y llama por enésima vez sin obtener respuesta, asume que Hyunjin ya no va a venir.

—hyung —llama con voz temblorosa, tratando de controlar el llanto—. ¿Puedes venir a por mí, por favor?

Cinco minutos después, está llorando dentro del coche de Seungmin, agradeciendo que el mayor no diga en voz alta palabras que ya sabe.

Honest [Hyunin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora