Cuatro

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La piel de Jeongin es suave.

Eso es todo lo que puede pensar Hyunjin mientras acaricia el torso desnudo y áspero de Choi Beomgyu. Piensa en Jeongin besándolo mientras las manos de Hyunjin se cuelan por debajo de su camiseta, en sus gemidos cuando le besa el cuello, en su cuerpo desnudo sobre las sábanas, totalmente a su merced.

Pensar en Jeongin desnudo provoca una reacción en su cuerpo que no le pasa desapercibida a Choi, que lo interpreta como una buena señal. Sin embargo, pensar en Jeongin también le recuerda que prometió ir a recogerle del trabajo. La última vez que hizo esa promesa, hace más de un mes, la rompió sin escrúpulos. Rompe el beso y se separa de Beomgyu.

—Oye —se queja haciendo un puchero—. ¿Por qué has parado?

Hyunjin se levanta.

—Tengo cosas que hacer —replica sin decir más, alejándose del sillón donde está tumbado el chico y vistiéndose.

—Ah —dice él decepcionado, Hyunjin ve cómo Beomgyu mira de reojo los libros en la mesita de café, que evidentemente pertenecen a Jeongin—. Ey, ¿no ha sido el mejor polvo de tu vida? —Pregunta segundos después, como si estuviera celoso.

—Ha sido el mejor polvo que he tenido en meses —coincide Hyunjin, omitiendo que hacía meses que no tenía sexo.

—Pues podemos repetirlo todo lo que queramos —repone Beomgyu—. Yeonjun no volverá hasta el jueves.

Hyunjin le da su mejor sonrisa falsa, al fin y al cabo Beomgyu no puede saber que la razón por la que se está acostando con él es que quiere sonsacarle información comprometida de Yeonjun.

—Genial —responde abriendo la puerta principal—. Cierra la puerta cuando te vayas.

Baja las escaleras de incendios con urgencia y entra en el coche. Conduce hasta el supermercado donde trabaja Jeongin, que espera en la entrada con un compañero de trabajo.

—Hola —dice saludando a su pareja y haciendo una breve inclinación de cabeza al chico que está al lado—. ¿Subes?

Jeongin dirige a su compañero una mirada que Hyunjin no sabe interpretar, para después abrir la puerta del copiloto, sentándose en el asiento con su ayuda. Jeongin debería ponerse de parto dentro de una semana y media. Acto seguido saluda con la mano por la ventanilla a su compañero de trabajo, hasta que se pierde de vista.

—Has venido —comenta Jeongin tras un silencio, como si le sorprendiera.

—Claro que he venido —responde con obviedad—. Te lo prometí.

—Es que la última vez no lo hiciste —no hay rencor ni malicia en la voz del chico, lo que hace que el corazón de Hyunjin se estruje.

Asiente.

—Sí, es verdad. Lo siento mucho, ya te dije que estaba sacándole información de Choi a su amante.

Jeongin sabe perfectamente cómo le ha sonsacado esa información.

—¿Has vuelto a verle hoy? —Pregunta sin mirarle a los ojos, acariciando su vientre distraídamente.

—Sí.

—¿Y te has acostado con él?

Hyunjin lo mira a los ojos, Jeongin lo observa impasible, sin reproche ni enfado, simplemente con dolor.

—Sí —dice con sinceridad, mordiéndose el labio cuando ve la decepción en los ojos del contrario.

—¿Vas a volver a acostarte con él?

Hwang se queda estático. Va a perderlo, sabe que lo hará, pero tiene que decírselo.

—Sí, me voy a acostar con él hasta que tenga toda la información que necesito.

Jeongin mira al suelo y no dice nada, lo que da pie a Hyunjin para que imagine lo que está pasando por su cabeza. No sabe cómo Jeongin ha aguantado tanto tiempo a su lado, sabiendo toda la mierda que hace Hyunjin, y lo natural es que le pida que pare el coche y trate de bajarse en plena calle. Para evitar la escena, comienza a conducir en dirección a la casa de los padres de Jeongin.

—Hyunjin.

—¿Sí?

—No me lleves con mis padres.

Al oír su voz rota pronunciar estas palabras siente un peso en su corazón. Es un peso conocido que lo condenará toda la vida, porque la culpabilidad no es algo de lo que se escape fácilmente.

—Llévame a casa.

El dolor que siente por haber herido a Jeongin se transforma en rabia. ¿Por qué? Piensa una y otra vez. ¿Por qué quieres volver a casa conmigo? Conduce en silencio todo el trayecto, Jeongin tampoco dice nada. Cuando aparca en frente del bloque de apartamentos y Jeongin abre la puerta para salir, Hyunjin lo detiene, ganando la mirada confusa de su pareja.

—¿Por qué carajo sigues aquí? —Pregunta directamente—. Te acabo de decir que te he sido infiel y que voy a seguir siéndolo, ¿por qué no te has ido? ¿Por qué no quieres ir con tus padres?

Jeongin resopla.

—me quedo porque creo que puedes cambiar—responde agotado—. Creo que puedes ser el hombre que has estado encerrando dentro de ti mismo, y si te dejo solo no habrá nadie que te diga que no eres escoria. No habrá nadie que te haga sentir que vales más que lo que ganas vendiendo droga, ni nadie que te haga querer cambiar aunque sea por un segundo. Estoy aquí porque te quiero, te necesito y no pienso dejar que te creas todas las mentiras que te dicen para hacer que te odies.

Oír esto sólo lo hace sentir peor, más culpable y más enfadado.

—¿No es eso muy pretencioso de tu parte, pensar que me haces querer cambiar? —Replica con burla—. ¿De verdad crees que voy a cambiar? ¿Crees que voy ser diferente, Jeongin? ¿Después de toda la mierda que te he hecho?

Él abre la boca para replicar, pero Hyunjin sigue.

—Ya te lo advertí cuando nos conocimos, te voy a hacer daño. ¿Y acaso no es lo que he hecho? Tus amigos de la universidad te han dejado de lado por estar conmigo, tus padres no quieren verte si yo estoy a tu lado, ¡te he embarazado! Nunca has podido acabar la carrera, desde que me conoces sólo me has visto hacer sangrar a quien le debía dinero a Yeonjun y drogarme, ¡te he hecho cómplice de delitos graves, la policía te tiene en el punto de mira Jeongin! Si incluso me he follado a otras personas, ¿qué es ese cambio del que hablas? Ha sido así antes de conocerte, es así ahora, y va a ser así después de que te hayas ido. Nada va a hacer que cambie.

—Pero...

—No intentes venderme que lo haces por mí, que soy tu obra de caridad —le corta Hyunjjn—. Te quedas porque tienes demasiado miedo de irte, tienes miedo de volver a tu vida antes de que yo la mandara al carajo y descubrir que no hay nada.

El silencio cae sobre el vehículo durante minutos en los que no mueven ni un músculo, sólo se oye la respiración agitada de Hyunjin.

—Cuando nos conocimos —empieza Jeongin—. Me dijiste que me ibas a hacer daño, pero que siempre serías sincero. Y la noche que nos acostamos por primera vez me dijiste que creías que podías hacer que fuera diferente conmigo, ¿recuerdas?

Hyunjin se congela en su lugar, se supone que aquella vez Jeongin estaba dormido.

—Siempre vas a ser honesto —repitió—. Y yo te creo, Hyunjin.

A continuación Jeongin abre la puerta del coche y sale solo con dificultad. Hyunjin sabe que debería ir tras él y ayudarle a subir las escaleras, pero no lo hace. Se deja caer encima del volante, liberando lágrimas de rabia y frustración. Jeongin es tan ingenuo, tan ciego, tan convencido de que la mentira que se ha dicho a sí mismo es verdad, que no se da cuenta de que se está destrozando la vida. Hyunjin no puede ser un mejor hombre para Jeongin, por mucho que él crea que sí.

Lo único que puede ser es un hombre sincero, aunque las verdades sólo arañarán el corazón de Jeongin hasta destrozarlo.

Honest [Hyunin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora