Cinco

110 15 1
                                    

Es de madrugada cuando su móvil empieza a sonar. Seungmin tiene el sueño profundo, pero su novio es especialmente sensible al exterior para dormir, de modo que él sí lo oye. Echa un vistazo al nombre escrito en la pantalla, descolgando confuso para después zarandear a Seungmin.

—Minnie, Minnie, despierta —le apremia—. Jeongin está de parto, vamos.

Esta frase activa todas las alarmas en el cerebro del chico, que se levanta con urgencia arrebatándole el aparato a Chris.

—¿Innie? ¿Me escuchas?

Abre el armario y comienza a sacar lo primero que alcanza, su novio hace lo mismo.

—Hyung —responde la voz asustada de su amigo—. Hyung, creo que ya viene.

—No pasa nada, vamos a llevarte al hospital —lo tranquiliza Seungmin, poniendo la llamada en altavoz para ponerse los vaqueros—. Estaremos allí dentro de nada, ¿okey? Respira hondo.

—Hyunjin no ha respondido ninguna de mis llamadas.

Seungmin se contiene para no bufar. Cómo no, Hyunjin no estaba en casa.

—Pero no estás solo —le recordó—. Estamos contigo, ¿sí?

Chris asiente, ya está completamente vestido y sujeta las llaves de su coche. Seungmin se pone de pie y le sigue mientras habla con Jeongin, sólo dándose cuenta de que lleva pantuflas cuando ayuda al menor a subirse al asiento trasero. Chris lo lleva en brazos para entrar al hospital, donde lo atienden rápidamente. Jeongin no ha dilatado lo suficiente, por lo que lo acomodan en una habitación hasta que puedan llevarlo al paritorio. La enfermera dice que el médico volverá en una hora para comprobar su progreso, y Chris va a por agua.

—Hyung —llama Jeongin cuando la enfermera ha terminado de instalarles en la habitación, dejando caer su cabeza sobre la almohada—. Tengo miedo.

—Es normal —aprieta su mano suavemente—. Pero todo estará bien. Para cuando salga el sol ya tendrás a tu bebé en brazos.

Jeongin aprieta su mano con fuerza sobrehumana, haciendo que Seungmin deje salir un grito.

—Duele mucho, mucho —balbucea con voz lastimera tras la contracción—. No puedo hacerlo, hyung.

—Sí que vas a poder —le riñe—. Eres la persona más fuerte que conozco, si tú no puedes no puede nadie.

—No es verdad —se queja Jeongin, haciendo que Seungmin pase los siguientes cinco minutos tratando de hacerle entrar en razón, sin éxito.

—No voy a poder —dice de nuevo, y Seungmin quiere darse golpes contra la cama. Al poco llega otra contracción que provoca que a Jeongin se le encharquen los ojos.

Chris entra en la habitación con un vaso de agua y otro de hielo, Jeongin muerde uno rápidamente, mirando a sus amigos con una determinación que se hace notar, pese al temblor de sus manos y su mirada vidriosa.

—Hyunjin.

Chris y él se miran con duda.

—Innie, tal vez él...

—Me da igual —los corta Jeongin—. Me da igual a quién esté dando una paliza, me da igual en qué callejón oscuro se esté drogando y me importa una mierda si se está follando a alguien —aprieta la mano de Seungmin y cierra los ojos con fuerza cuando tiene otra contracción—. Traedlo por favor, no puedo hacer esto sin él.

Chris no sabe qué hacer, y mira a su pareja en busca de ayuda. Seungmin dirige la vista a Jeongin y tras apretar cariñosamente su mano se levanta.

—Siéntate —dice a Chris—. Yo iré por Hyunjin.

Y así, Seungmin conduce por las calles
nocturnas de Seúl mientras que Chris es quien ayuda a respirar profundamente a Jeongin, Seungmin aparca en frente del edificio sabiendo qué va a pasar, sube las escaleras y abre con la copia de Jeongin, sabiendo perfectamente qué iba a ver cuando girara el pomo.

Tendrás que hacerlo sin él. Es lo primero que piensa Seungmin cuando ve a Hyunjin inconsciente en el sofá, un condón usado en el suelo y una jeringuilla en la mesa.

Honest [Hyunin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora