𝐕𝐈

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— 06 —

La forma en la que algunas veces necesitas sentirte abrazado a una etapa tuya que sabes ya pasó pero igualmente te hace sentir bien es igualmente riesgoso como volver a usar medicamentos en sobredosis cuando ya no los necesitas.

Por eso es que necesitas salir de ese tramo ilusorio siempre que tengas la oportunidad.

El azabache se aseguró de dejar al chico bien atado a la silla cuando cerró la puerta de esa habitación. Se dejó caer en ese banco que ahí estaba, desganado y sintiéndose débil ante él de nueva cuenta. No iba a permitirse otro accidente de ese tipo porque él no estaba ahí para eso, no iba a permitirse sentir de nuevo alguna clase de dependencia por su presencia junto a sí, simplemente no podía. Sacó la jeringa que traía consigo y miró la hora en el reloj de su celular.

Faltaban cinco minutos para el cuatro de marzo, es decir, 23:55, para iniciar ese otro día que sería su aniversario de cuando Yeonjun le habría dicho que sí.

Qué mejor día para arrebatarle el oxígeno que no fuera ese mismo.

Entreabrió la puerta muy silenciosamente, asomándose a mirar qué estaba haciendo el chico, y lo encontró con la cabeza gacha. Seguramente no estaba durmiendo, seguramente tenía su cabeza hecha un lío como él, pero eso no lo detendría. Metió de nuevo la jeringa en su bolsillo y salió, deteniéndose justo enfrente de él. Esta vez, el chico no levantó la cabeza para mirarlo, ni le bufó o le dijo algo que en otras circunstancias lo hubiesen lastimado; extrañado, se inclinó a su misma altura y alzó el rostro contrario desde el mentón.

—¿Estás bien?

No recibió respuesta y una presión se comenzó a formar en su pecho cuando recordó que estaban prácticamente a nada del día que hubiese sido su aniversario. Sostuvo el rostro del pelirosa con ambas manos, acción que al fin hizo que el mayor lo mirara, y entonces le sonrió casi con dulzura, pero una dulzura que escondía esa red meticulosa de cada uno de sus movimientos de ese plan improvisado que surgía a una velocidad increíble dentro de su cabeza. Se acercó a su rostro, deteniéndose cuando sus narices podrían tocarse. Se río dentro suyo cuando observó al chico evidenciar su nerviosismo al temblar sus labios. Se mofó al notar cómo esa vez ya no estaba resistiéndose a ningún movimiento suyo.

Era casi como si le gustara.

Se sonrió a sí mismo y entonces se dejó ir completamente contra el mayor, besándolo tan lentamente que sabía que le parecería una tortura. Se concentró demasiado en hacerlo gastar todas las partículas de oxígeno que le hubiesen quedado de la última vez que respiró, y al sentir esa respiración entrecortada sacó la jeringa del sedante y comenzó a inyectar en él, haciendo que una tercera parte del contenido total terminara circulando en su sistema. Se alejó de él sonriente al notar cómo no parecía darse por enterado, y quiso reírse cuando lo vío bostezar.

—Dulces sueños y feliz aniversario, mi destructive healing~ —dijo cuando el rostro del chico terminó cayendo como consecuencia de lo adormilado que ahora estaba el dueño de todas y cada una de sus lágrimas durante aquel tiempo en el que prefería morir él.

Se aseguró de que estuviera completamente dormido y entonces llevó su ‘carrito de herramientas’ —como llamaba al equipo plateado de operaciones que consiguió—, sacando primero el bisturí, mirándolo por unos segundos y luego al chico enfrente suyo, sonriendo de lado de repente.

—Bueno, al menos tú morirás con una mejor sensación a comparación de la forma en que lo hizo ella.

Lo admiró dormir por una última vez mientras se debatía cuál era la mejor zona para hacerle ese primer corte. Si lo hacía en su pecho al igual que hizo con la chica, no podría conservar su cuerpo intacto. Si lo hacía en su rostro, ya no se vería tan natural...

𝐊𝐈𝐋𝐋𝐎𝐕𝐄﹔soobjun (숩준)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora