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El error más grande que cometió Choi Yeonjun cuando comenzó a usar su cuenta de Instagram, era el etiquetar cada una de sus publicaciones con la ubicación —claro, cuando aquello lo ameritaba—, y el error que le seguía a ese era haberlo repetido en su ahora nueva relación, por lo que la mente de Choi Soobin mantenía esos detalles en su memoria, y por lo que ese azabache podía saber dónde estaba gracias a que el pelirosa cometía pequeñas equivocaciones cada día que andaba de cita.
Por eso, ese último día en el parque se había prometido que no iba a llorar más, que iba a funcionar con normalidad como pudiera hacerlo, intentando parecerse demasiado a esa versión curada de él mismo. Y aunque sus diagnósticos estaban levemente torcidos por sus propias divagaciones y ligeros enfoques a lo destruida de su alma, la única consecuencia grave es que las consultas de sus pacientes se extendían más, y que había mandado a más gente de la previa al consultorio de psiquiatría, pero ese realmente ya no era su problema.
Desde que lo vió esa última vez, su mirada fría le había quedado grabada en la mente. Su rostro serio, sus facciones endureciéndose cuando conectaron sus miradas, la forma en la que casi podía sentir el extraño sentimiento de lejanía, todo eso lo había hecho sentir como si nunca hubiesen compartido nada; pero estaba bien, Yeonjun no estaba obligado a amarlo toda la vida, ¿cierto? Al final el amor y la vida terminan expirando, una antes que otra. Y, bueno, ojalá la vida hubiese sido la primera.
Si algo le había gustado a Soobin de su exnovio, era el cómo se empeñaba en conseguir lo que quería. El cómo no descansaba hasta tener y sentir esa satisfacción de: “hey, les dije que lo haría”. Además de sus características físicas, su personalidad era algo realmente atractivo en él, y el azabache sabía que así como se esforzaba por sus metas, así era igualmente difícil convencerlo de algo. Por eso comenzó a seguir todas y cada una de las ubicaciones que aparecían en su pantalla debajo del user del amor de su vida, fingiendo hacer investigaciones de comportamientos neurotípicos, y agradecía que nadie preguntara por qué su objeto de estudio siempre eran las mismas dos personas, pero tampoco era como si alguien lo fuera a descubrir cuando él estaba algunas veces muy cerca de la parejita y cuando Yeonjun y su novia se iban, él simplemente preguntaba a las personas cercanas al lugar o a los encargados de los establecimientos cómo se había comportado el cliente anterior, y el cliente anterior siempre era ese chico de cabello color chicle.
Así fue como por casi un mes tuvo todo lo necesario para saber que su exnovio ahora era reacio a su pareja, era más independiente, y él era quien planificaba la mayoría de las citas. Era como si Yeonjun hubiera plagiado parte de lo que acostumbraba hacer Soobin con él para hacerlo con alguien obviamente más sumisa que él. Sobre la chica averiguó que, efectivamente, era alguien dócil, que se dejaba guiar por el chico que siempre le daba sonrisas encantadoras. Su dinámica de pareja era común, nada extraordinario, inclusive nada fuera de lo que las personas con preferencias exclusivamente heterosexuales harían, prefiriendo determinarse dentro del patrón común. Su rutina literalmente giraba en torno al otro, y, por lo tanto, acostumbraban verse casi todos los días, pero no salían con la misma frecuencia a la que se veían.
En definitiva era demasiada información que no tenía nada que ver con la marcha de los neurotransmisores.
Por un par de semanas dejó su investigación porque supuso que ya no tenía porqué continuar lastimándose, y no quería caer directo a la locura. O bueno, quizás ya había caído, pero no iba a aceptarlo libremente de esa manera. No hasta que, bueno, hubiera evidencia suficiente de que lo hizo.
Uno de esos días en los que se quedaba en su hogar a revivir la miseria que tenía por pasado, pensó en pequeños detalles de su bonito exnovio. Pensó en lo largo de sus pestañas, en lo ligeramente rosado de sus labios, en lo bonito que se miraba cuando estaba completamente relajado, en lo alto que era, en cómo a pesar de todo se miraba lindo, y en lo extrañamente bien que se veía cuando dormía profundamente, casi sin moverse. Entonces, ¿por qué no pudo quedarse con ese cuadro de admiración por siempre? Porque su chico era la obra de arte más hermosa, ¿por qué no continuaba estando bajo su propiedad?
Quizás se concentró mucho en esas fotos que conservaba y ahora miraba en su computadora, quizás su opinión de que el chico se veía más lindo por la noche estaba tomando más fuerza. Y, si ya sabía que era todo un muñeco, ¿por qué no convertirlo realmente en uno?
¿Por qué no... hacerlo lucir como una figurita de porcelana?
Al final, así podría mantenerlo con él. Podría estar junto a su cuerpo inerte, sin que nadie más irrumpiera entre ellos. Ah, claro, debía asegurarse de que nadie fuera a regar lo que viese, por lo que también se encargaría de hacer callar a esa chica.
Porque, si Yeonjun no estaba con él, entonces, ¿por qué estaría con alguien más?
Primero lo mataría, y después moriría por él.
Además, Yeonjun siempre supo que Soobin podría ser capaz de matar para mantener sus promesas lejos de quienes quisieran dañarlas, y Soobin claramente lo haría sin dudarlo.
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𝐊𝐈𝐋𝐋𝐎𝐕𝐄﹔soobjun (숩준)
FanficSentimientos reprimidos, delimitaciones antes de tiempo y un libre acceso a comportarse exactamente como no debía. La frustración era tontamente inusual para sí, pero Choi Soobin había permitido a sus emociones tomar el mando de cada uno de sus impu...