7

58 5 4
                                    

HARPER

Hemos llegado a su casa pero no quiere entrar.

La tienda está cerrada, las luces apagadas y el cartel de "Cerrado" al frente. Raziel se acerca y mira a través del vidrio, la bolsa colgando de su muñeca derecha.

— ¿Quieres entrar? —pregunta ella sin verme.

Estar en cualquier lugar que no sea en mi casa siempre será mejor. —Claro, ¿Tienes llave?

Gira y me hace una seña para que la siga. Vamos hasta el lugar de al lado, que es donde ella vive. No sabía que su casa estaba literalmente a un lado de la tienda de su abuela hasta que me lo dijo para que me reuniera con ella antes del baile.

Se inclina y toma algo dentro de su ropa, tiene una llave colgando como si fuera un collar. Abre la puerta del frente lentamente, parece que está oscuro porque no hay luz y ella entra. Se tarda menos de un minuto cuando regresa con un llavero con un oso de felpa pequeño, cierra la puerta y se mueve a la de la tienda.

La abre y me deja pasar antes de cerrarla de nuevo con la llave.

—Necesito cambiarme —afirma, corriendo al fondo de la tienda y subiendo las escaleras.

Yo la sigo a un ritmo más lento, ella entra a una puerta blanca que siempre está cerrada. Llego al segundo nivel, me quedo en la orilla mientras espero que salga.

Le toma mucho tiempo, pensé que me había dejado aquí encerrado pero cuando regresa ya no tiene el vestido. Está usando un sudadero gris y unos pantalones de pijama negros. Sin duda esto es más su estilo.

Tampoco tiene el cabello como antes, está recogido en una coleta de lado y ya no tiene maquillaje.

— ¿Qué hay ahí? —pregunto curioso.

Cierra la puerta con una de las llaves. —Esta conecta a mi casa —me explica—. Por suerte mis abuelos están durmiendo.

— ¿No es muy temprano para dormir? —pregunto.

Niega. —Nunca es muy temprano para dormir.

Asiento y la veo, las luces están apagadas y lo único que ilumina es la luz de afuera. Mis ojos ya se ajustaron a la oscuridad y prefiero estar así, sé que ella vio mi expresión cuando el idiota besó a Lucy. Mi Lucy.

Ya no es mía.

Raziel baja al suelo y deja las piernas colgando a través de la baranda, en la parte de debajo de esta hay suficiente espacio para que ella se siente de esta forma. Yo lo hago también, me siento a su lado y dejo mis piernas colgando.

La tienda de esta forma se ve tan diferente, por algún motivo se ve más grande. —Entonces —digo yo primero—, ¿Estas mejor ahora?

Raziel recuesta su rostro en las barras de metal pintadas de color coral. — ¿Por qué me ayudaste? Dijiste que me ibas a decir.

Trago saliva, no suelo hablar de esto. —Porque en cierta forma, te puedo comprender.

Bufa. —No eres mujer, no tienes periodo.

Muevo mis piernas. —No pero... —quizás fue la oscuridad, quizás el hecho que ambos tenemos el corazón roto y que nos lo rompieron al mismo tiempo, quizás solo he querido hablar sobre esto—, Mi hermano... no sé cómo explicarlo pero, no solo las mujeres tienen menstruación.

Ella frunce el ceño. —Eh, ¿Qué? —Su voz es baja—. No entiendo.

Miro al frente, nadie está pasando por la tienda a esta hora. —Tengo un hermano que en algún momento fue mi hermana, ¿entiendes?

PERDERSE CONTIGODonde viven las historias. Descúbrelo ahora