Capítulo 11: Mortalidad.

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Cierro la puerta de la camioneta, regresando a casa después del instituto

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Cierro la puerta de la camioneta, regresando a casa después del instituto. Han terminado las vacaciones de navidad, así que enero ha comenzado fuerte, con mi reincorporación. En realidad, no quedaba de otra, la excusa de que hubo complicaciones en la operación por apendicitis, no iba a colar por mucho más. Aunque en cierto sentido, hay una parte de verdad en la mentira y es que he estado recuperándome.

Hay muchas cosas que siguen siendo complicadas, en especial, el pasar un día entero sin pensar en él. Cuando creo haberlo logrado, su recuerdo me asalta como una sombra pegada a mi psique. Sin embargo, estoy orgullosa de los avances. Al menos, he dejado de lado, el bagar como un alma en pena y he aprendido a valorarme más.

Saco las llaves, cayendo en que Emma mencionó esta mañana, que ella y Roger estarían liados con cosas de la manada todo el día. Jack se ha llevado a Lisa, nada más acabar las clases, así que estaré sola en casa. Giro el pomo, ingresando a casa con actitud distraída, cuando un grito multitudinario me sobresalta.

"Feliz cumpleaños".

Quedo completamente inmóvil, contemplándolos como un animalillo, deslumbrado por los faros de un coche. Están todos: mis tíos, Jack, Lisa, Caleb, incluso Irene. Una enorme tarta de chocolate yace en la mesa de la cocina, sé que la ha hecho Emma, porque es mi favorita. Alrededor, demasiados regalos para intentar contarlos. Hasta se han molestado en colgar una pancarta con mi nombre e inflar globos de colores.

-Felices dieciocho, cariño -dice Emma, adelantándose para ser la primera en abrazarme. Su contacto logra sacarme del shock.

-Gracias. Muchas gracias a todos -expreso con sinceridad. Trato de contener las lágrimas, sobrevenida por una emoción desbordante.

-Ya eres mayor de edad, pero siempre seguirás siendo nuestra niña -menciona Roger, tomando el turno para envolverme entre sus fornidos brazos. Nunca ha sido un hombre demasiado sensible, pero su mirada cargada de afecto lo transmite todo.

-Feliz cumple, problemas -jamás abandonará ese mote, sin embargo, he terminado por acostumbrarme. Es una forma de identificar que las cosas entre nosotros van bien, como un código familiar. Consciente de las miradas, solo me roza el brazo en un gesto cariñoso. Con ello, termina por disipar los vestigios de nerviosismo que sentí con la sorpresa.

-¿Realmente pensabas que no iba a celebrar tu cumpleaños? -espeta Lisa, con falso tono indignado.

Advertí en múltiples ocasiones según se acercaba la fecha del doce, que no quería nada especial. Como mucho, una cena entre nosotros, algo sencillo. Por supuesto, a Lisa le sangraban los oídos, cada vez que lo repetía. Ahora, ver el esfuerzo y tiempo que han invertido en hacer algo bonito, hace que me alegre, de que no me hiciera caso.

-Es demasiado -musito cuando la tengo cerca, apabullada por tantas muestras de cariño.

-Mereces lo mejor -sentencia con rotundidad.

Anhelo - Criaturas de la noche II.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora