A penas si podía ver la madera del escritorio, había un caos de papel, colillas de cigarrillo y alcohol en él, sin dudas había visto mejores días, pero ahora de toda la gloria vivida solo quedaban los recuerdos, el hombre en medio del caos apoyó la cabeza en el antebrazo para descansar un poco, sentía que el cerebro se le saldría por los oídos.
—Mala analogía - pensó mientras recordaba lo vivido. Su cuerpo sumamente adolorido y restos de material encefálico en el rostro y pecho, y al despertar, un brazo quemado.
—Es tarde, no lo crees, bro.
Una voz profunda sacó al pelirrojo de sus escalofriantes pensamientos.
—Te lo preguntaré solo una vez, ¿Cuántas veces comiste hoy? - Inasa observó con preocupación a su demacrado amigo.
—Yo... No lo sé - Kirishima no quería mentir, pero tampoco podía ser sincero.
—Mueve ese culo, vamos - el de piel morena trató de tomar el brazo de su amigo.
—No viejo, debo terminar unos reportes - Eijiro retrocedió en su silla —Además, no tiene sentido, no tengo a donde ir... - antes de que pudriera decir otra cosa su amigo le volteó la cara con una cachetada.
—Escucha idiota, tienes que salir de esta oficina, ya basta de sentir culpa, al menos esos chicos están vivos, vamos, vendrás conmigo - esta vez Inasa parecía muy serio.
—Es que yo... Pude haber hecho algo más...
El semblante del más alto se suavizó —Vamos a casa, te invito a cenar, vas a enfermar si continúas en estas condiciones - Inasa tomó las cosas de su amigo y prácticamente lo cargó a la salida, llevaba tiempo viendo al pelirrojo hundirse en ese espiral sin señales de querer salir.
Al llegar a casa Inasa encendió las luces, curiosamente era más acogedora de lo que cualquiera pudiera imaginar solo con ver a ese mastodonte de casi dos metros y actitud hiperactiva.
—¿Dónde está Atari? - Kirishima observó a su alrededor no había rastros de otra persona en la casa.
—Oh, está noche está con sus abuelos es por eso que traje a mi hermosa pelirroja a casa - bromeó y le dió un puñetazo sueve en el hombro al más bajo.
—Ven, vamos a cocinar y no me digas que eso daña tu ego - Inasa se cambió de ropa rápidamente y se puso un mandil en la cintura.
—¿Mi ego? Amigo, saber cuidar de mi mismo es lo más masculino que he hecho - Kiri no negaría que estaba feliz de recuperar la dinámica entre ambos, ya que desde su degradación habían estado bastante alejados.
Ambos cocinaron una cena simple, pero sustanciosa, se sentaron a la mesa y charlaron hasta que él sueño se apoderó de ambos. No habían pasado noches como esa en mucho tiempo, desde que ya no eran pareja, por su discurso frente a las cámaras el pelirrojo había sido gravemente castigado y ahora no era más un detective junto a Inasa.
—Sabes... No me había atrevido a decir esto, pero... Tienes que dejarlo ir - Inasa habló con preocupación —Se que quieres encontrar a Todoroki y los otros, ambos queremos, pero ellos te están matando sin siquiera tocarte.
—Es que no puedo entender... ¿Cómo es que no los hemos encontrado? Cada pista nos lleva más lejos - el pelirrojo tiró de sus cabellos.
—Te entiendo, y también me siento frustrado, todos me miran, sé que me culpan, quisiera volver a esa noche y hacer aún más, pero no podía permitirme que dañaran a los sobrevivientes, esos pobres chicos pasaron por mucho, tampoco podía dejarte ahí, tenía que protegerte y en cuanto a mí - el más alto puso su mano en su pecho —No importa lo que me pase, pero Atari... Tuve miedo de dejarlo solo.

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¿Final Feliz?
Mystery / ThrillerHan pasado dos años desde que la casa de la colina ardió en llamas llevándose con ella más que simples pruebas de los horrores que ahí sucedieron. Es tiempo para saber qué fue de la vida del los supervisores luego de escapar con vida y saber si los...