Hitoshi Shinso

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-Me... Duele... - una chica de cabello verde presionaba los ojos y la mandíbula reteniendo el llanto.

-¿Te gusta? Dime que te gusta - un hombre alto gemía detrás de ella.

-¡Muérete! - la chica escupió sangre, prefería soportar el dolor que darle gusto a la bestia heterocromática que la miraba con disgusto.

-¿Te resistes? - el heterocromático cada día se sorprendía del espíritu de pelea de esa chica tan pequeña y aparentemente frágil.

Podría decirse que Tusyu era afortunada de que Katsuki ya no estuviera para ayudar a su compañero a torturar a sus víctimas y que por el momento no pudieran producir más droga con la que podrían obligarla a hacer cualquier cosa sin poder negarse.

-Shhh, no te preocupes - el hombre dejó caer su cuerpo sobre la chica cubriéndola por completo -Ya he lidiado con perras como tú, y sé que esa actitud no te durará mucho más.

La peliverde sabía que tenía razón, estaba cansada, desnuda y tenía tanto dolor que quería llorar casi todo el día, pero no lo haría, no gastaría energías en algo que no fuera necesario. Ella trataba de organizar sus ideas y detectar oportunidades, el lado positivo era que ese hombre raro que hablaba solo no dejaba que ninguno de los demás la tocara, lo malo era que venía a "verla" dos veces al día cada día, a ese paso estaría muerta en unos días.

Hasta ahora sabía que el hombre tenía una extraña fijación por los animales y que la había forzado a usar un collar para perro casi desde que llegó, también sabía que tenía una especie de necesidad de afecto, ya que el día que ella le habló con amor para probar su reacción, el hombre se había acurrucado junto a ella y simplemente había dormido el día entero junto a ella.

El lado negativo era esa espeluznante idea de que alguien se la estaba comiendo poco a poco, ahora le faltaba una oreja y dos trozos de carne, uno de cada pierna. Sabía que había sido ese extraño hombre al que llamaban "Uno" ya que la rubia venía a menudo a inspeccionarla cómo si tratara de decidir qué parte seguía.

En cuánto a su encierro, sabía que estaba en una especie de fábrica o una bodega abandonada, no podía decir en qué parte del país, pero no hacía demasiado frío por lo que debía ser al sur. Eso era todo lo que podía deducir hasta ahora, ya que permanecía encerrada en un baño la mayor parte del día hasta que "Siete" llegaba a ducharla y violarla.

Era muy extraño, todos parecían desconectados de la realidad, pero espeluznantemente funcionales a la vez, el más cuerdo hasta ahora había sido "Cuatro", el hombre se había limitado a alimentarla y tratar de conversar con ella, jamás había hecho algo sexual con ella, ni siquiera lo había insinuando, pero no dejaba de ser aterrador con esa mirada de asesino y su rostro descarnado.

Tsuyu tenía mucho miedo porque "Dos" le había dicho que los demás del grupo llegarían a visitarla pronto... muy pronto y no podía dejar de pensar que serían mucho peor que los que ya conocía.

...

Un par de días antes.

Izuku despertó, nuevamente se sentía como si se había caído de una montaña, parecía que se había roto un par de huesos, pero estaba inusualmente feliz, el dolor no era placentero, pero ahora parecía estar completo, no podía entender los que ocurría en su interior, era como si ese dolor fuera el castigo por "disfrutar" el sexo, algo que se había prometido jamás gozar; sin embargo, estaba convencido de que se castigaría a si mismo con ese dolor lo que fuese necesario.

Suspiró y frotó sus ojos, notó que estaba particularmente tibio por lo que inspeccionó su cama y se emocionó al ver que está vez no estaba solo, la pálida espalda de su compañero casi resplandecía con la luz de la mañana, estaba completamente desnudo y acostado boca abajo por lo que con ternura el de cabello verde procedió a arroparlo, pero antes de cubrirlo con las sábanas algo llamó su atención.

¿Final Feliz?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora