Mis ojos lucharon por ver a través de los aún pesados párpados. Apretaba una y otra vez hasta que me dolían las cuencas, pero no conseguía ver con nitidez. Ya estaba nula de vista y de orientación, debía confiar ahora en el resto de mis sentidos y mi instinto.
Me levanté de lo que pude percibir era un amplio sofá, poniéndome de pie con dificultad, y comenzando a tantear con las manos a mi alrededor para situarme.
Una cosa ya era clara: no estaba en el orfanato.
Aliviando la pesadez de mis párpados, empecé a distinguir colores y formas difuminadas. Me veía a duras penas en una sala, y conseguí avanzar apoyándome en las paredes hasta la puerta. Al abrirla, encontré un gran pasillo que parecía no tener fin.
Respirando de forma irregular por culpa del cloroformo (menudo efecto tuvo la droga en la pobre chiquilla xD) seguí arrastrando mis pies por el suelo y mis manos por la pared, hasta encontrar una bifurcación en medio del corredor: escaleras.
Estaba en lo alto de la escalera derecha, y pude ver que tras el rellano había una escalera aún más larga que conducía a un enorme portón de madera. Lo asimilé a la salida, así que cogí fuerzas para descender escalón a escalón.
En los últimos pasos antes de llegar al pequeño rellano, un fuerte latido en mi pecho me frenó y empecé a verlo todo al revés. Me sentí caer y me preparé para un duro golpe, que nunca llegó.
En su lugar, un brazo detuvo mi segundo desfallecimiento por unos segundos antes de que volviese a perder la conciencia.
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- ¿A quién se le ocurre ponerse a deambular por un sitio que no conoce de nada en su estado?- oí una voz lejana, difusa. Me estaba despertando por segunda vez-. Podría haberse partido el cuello desde donde se cayó.
- Por suerte llegué a tiempo, Reiji-Kun- interrumpió alguien más cercano a mí.
Empezaba a recuperar la nitidez de mis sentidos. Comencé a moverme incómoda, apretando los ojos antes de comenzar a abrirlos lentamente. Se hizo el silencio.
Una gran lámpara de araña iluminaba esta nueva estancia, y de nuevo me habían tumbado bocarriba en un sofá. Llevé una mano temblorosa a mis ojos y me los cubrí de la luminosidad mientras me incorporaba ayudada de la otra mano.
- Espera, no te levantes aún- aconsejó la primera voz-. El cloroformo ha hecho alguna especie de efecto secundario en ti como puedes haberte dado cuenta.
- ¿Qué...? ¿Dónde...? ¿Quién...?- murmuré en un tono casi mudo. Me froté los ojos y traté de ver quiénes eran las dos personas que me hablaban.
- Túmbate hasta que dejes atrás el mareo- la fría mano del individuo más próximo se posó en mi clavícula y me empujó suavemente hacia atrás de nuevo. Volví a cerrar mis párpados. Algo en mí me decía que hiciera caso de las palabras que me estaban dedicando aquellos dos desconocidos.
- ¿Dónde... estoy...?- conseguí articular. Cada letra era una punzada en la cabeza.
- ¿Te sabes el número de tus padres? Creo que es conveniente llamarlos para avisarles que estás bien. En cuanto te sientas mejor...
- 92... 17... 96... 48...- dije números aleatorios del teléfono del orfanato. No lograba ordenarlos correctamente en mi cabeza, era espantoso sentirse tan desorientada.
- Iré por una aspirina- suspiró el más lejano, y de pronto el ambiente se sintió menos cargado por una presencia recién sacada de escena.
- Mi hermano sabe lo que hace, puedes confiar en él si de asuntos médicos y científicos se trata- me aseguró el que permanecía conmigo. Su voz me sonaba de algo...
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Mi primer mordisco (Soy madre junto a Sakamaki Raito 2)
RomanceAkemi no es una vampira común. Se ve forzada a ocultar su identidad de chupasangre y a controlar sus instintos asesinos si no quiere que todo el centro de menores donde reside se tiña de sangre inocente. Fría, distante y fácil de enfadar, muestra es...