No podía más.
- ¿De... verdad es... necesario... hacer esto...?- protesté tratando de levantarme. Raito no me dejó, ni se meneó de donde estaba, y para más inri presionó su cuerpo contra el mío, obligándome a hacer fuerza en los brazos para evitar que me aplastara bajo su peso.
- Sí, es necesario- contuvo una carcajada y golpeó mis piernas con las suyas-. Aguanta un poco más... y ya termino.
- Te... odio...- mascullé entre dientes volviendo a descender mi cuerpo-. Duele, ¿¡sabes!?
- Gandula- ahora sí empezó a reírse cruelmente de mi sufrimiento.
- Cómo no, vosotros dos teníais que ser...- suspiró alguien con aire divertido entrando al salón y pillándonos en el acto-. En cierto modo es tentador verte así, Akemi-Chan.
- No me... llames así... Y cállate- jadeé intentando volver a levantarme.
- Abajo- ordenó Raito de nuevo, haciendo fuerza y complicándome el intento de escape.
- Sólo de imaginar cómo debe de estar tu sangre ahora...- Ayato pasó la punta de la lengua sobre su labio superior, mostrando aposta sus colmillos en ese gesto. Sudorosa y agarrotada como estaba, lo miré desde el suelo con ojos inyectados en sangre.
- Por fin- habló ahora otro recién llegado, apareciéndose de repente frente a mí en cuclillas y dándome un susto-. Una de las bromas de Raito no va para mí, ya era hora- una sonrisa de lado llena de maldad en el rostro de Subaru terminó por hacerme cabrear.
- ¡Ya vale, ¿no?!- quise tirar a Raito de mi espalda, pero no pude-. ¡Y quítate de encima, gordo!
- No llevas ni quince flexiones, floja- rodando a un lado y poniéndose de pie, por fin pude dejarme caer de boca sobre la alfombra. Mientras,él se marchó en un parpadeo a buscar algo.
(A que se pensaban otra cosa? xDDDD Ya van dos veces que hago esta jugarreta para mis lectoras pervertidas >:3)
- Has dejado que tu cuerpo se adaptase demasiado al de un humano, tienes que cambiar eso y esta vez lo digo en serio- el pelirrojo regresó con una toalla que tiró sobre mi cara al levantarme.
- Eso de a poco, animal- resoplé tomando aire y relampagueando hasta el sofá grande, sentándome en medio y secándome la cara con la toalla. Cuando abrí los ojos de nuevo, salté del susto en mi sitio y acto seguido rodé los ojos-. Por otra parte podríais dejar de alardear de vuestro talento al relampaguear.
- Es divertido ver cómo rebotas- se hundió de hombros un sonriente Kanato a mi izquierda, mientras su trillizo pervertido se sentaba a mi derecha. Ayato ya había ocupado su sitio habitual, en el sillón derecho al sofá, mientras que Subaru se limitaba a quedarse de pie delante de nosotros, alejado algo más de un metro por la mesa ratona.
- No veo muy cortés que tengas que volver a la ducha apenas minutos después de haber salido, y además en una casa ajena. Es muy impropio de una invitada, y menos de una señorita- comentó algo molesto el recién aparecido Reiji, justo detrás de mí y obligándome a doblar el cuello hacia atrás, dejando caer mi cabeza en el respaldo y mirándolo al revés.
- Culpa al listillo que tengo al lado- apunté con los ojos a mi autodenominado "entrenador personal".
- En menos de un minuto ya me has llamado gordo, animal y listillo- contó Raito con los dedos haciéndose el ofendido-. Primero, que haga las cosas a mi manera no significa que sea un bruto en todo lo que hago. Segundo, no soy listillo, sé divertirme. Y tercero... no puedo competir con tu cintura pero sí con los abdominales que no tienes- se burló, levantando su camisa y dejando ver, en efecto, las casi invisibles líneas que marcaban su tableta. Golpeó su estómago un par de veces antes de volver a bajarse la camisa. Por suerte, el sonrojo de mis mejillas se camuflaba con el de las flexiones forzadas.
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Mi primer mordisco (Soy madre junto a Sakamaki Raito 2)
RomanceAkemi no es una vampira común. Se ve forzada a ocultar su identidad de chupasangre y a controlar sus instintos asesinos si no quiere que todo el centro de menores donde reside se tiña de sangre inocente. Fría, distante y fácil de enfadar, muestra es...