Viendo que no se iba a detener por mucho que lo empujase, alejé mis manos de sus hombros y me cubrí el rostro con ellas, mojándolas con mis lágrimas cada vez más abundantes.
- Por favor...- intenté una última vez, sufriendo un espasmo general que sacudió incluso a Raito.
- ¡Je! ¿Por quién me tomas, Akemi-Chan?- sentí su frente apoyada y rebotando por la risa en mi clavícula, justo sobre el hueso. Confusa, abrí mis dedos y lo miré a través de ellos, sustituyendo enseguida el miedo por el enfado.
- ¿¡Eres tonto o te lo haces!?- esta vez sí lo empujé con suficiente fuerza para volcarlo al lado mío sobre el colchón. Rodé hasta caer al suelo y me levanté, pero Raito ya no estaba en la cama-. ¡No te atrevas a hacerme otra broma así, ¿me has oído, imbécil?!
- Tengo un humor muy verde y negro a la vez, lo sé- se seguía riendo, apareciendo como si nada frente a mí. Fruncí el ceño y me alejé hasta chocar mis lumbares contra el alféizar de la ventana abierta. El golpe de aire frío en la espalda no hizo sino incomodarme aún más. Estaba rojísima de la vergüenza y el cabreo, mientras que el muy estúpido no dejaba de reírse en mis narices.
- Te odio, si vuelves a hacer algo como eso ten por seguro que te dejo sin andar para siempre.
- ¿Qué, eres de las que muerden?
- Tú sigue jodiendo, que así lo arreglas todo- sacudí la cabeza, exasperada por su actitud tan despreocupada y fresca, y traté de rodearlo para salir de la habitación. Me detuvo apenas relampagueé a su lado, jalando mi muñeca y atrayéndome hacia él.
- Sé que me he pasado con la "broma", lo siento- aunque ya no se reía, una pequeña sonrisa aún permanecía sobre sus labios. Los colmillos se dejaban entrever en ese gesto.
- Ha sido de muy mal gusto- me sacudí de su agarre y me sequé las lágrimas de las mejillas, volviendo a alejarme de él. Ya no se molestó en volver a acortar la distancia-. No me uses de esa manera, es muy cruel por tu parte saber que no quiero nada de eso aún y a pesar de eso hacerme creer que piensas forzarme. Eres igual que ellos...
Con una fuerte punzada en la cabeza tuve que callarme. Raito había vuelto a meterse en mi cabeza, ahora de una forma nada discreta como había hecho antes. Enfadada y temerosa a partes iguales, al fijarme en sus ojos terminé de caer en la "trampa": sus iris verdes brillaban molestos y empecé a oír su voz dentro de mí.
"No creerías que de verdad iba a hacerlo, ¿no?"
- Sal de mi cabeza...- apreté los dientes. A cada palabra dolía más y más. Se sentía como si mi corazón hubiese rodado de mi pecho a mi cráneo, latiendo allí con fuerza y haciéndome ver borroso.
"Primero confía en mí, y después hablamos como "personas" civilizadas de frente a frente"
- Está... bien- mascullé empezando a perder el equilibrio. Así que éste era el poder de un Sakamaki... Visto el panorama, no era el único truco mental.
Apenas los dolores se esfumaron mis rodillas cedieron y cerré los ojos esperando el golpe. Por supuesto, Raito no lo permitió, recogiéndome al vuelo y dejando que me apoyase en él para recomponerme.
- Quiero irme a dormir- dije secamente una vez me hube recuperado, alejándome otra vez del pelirrojo-. Ha sido un día muy largo.
- Querrás decir noche...- corrigió divertido, poniendo su mano sobre mi cabeza y revolviéndome el pelo como a una niña.
A pesar de seguir sintiendo algo de desconfianza, lo seguí hasta su armario de donde sacó una camiseta que hasta a él debía de quedarle grande. Enarqué una ceja en busca de una explicación.
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Mi primer mordisco (Soy madre junto a Sakamaki Raito 2)
RomanceAkemi no es una vampira común. Se ve forzada a ocultar su identidad de chupasangre y a controlar sus instintos asesinos si no quiere que todo el centro de menores donde reside se tiña de sangre inocente. Fría, distante y fácil de enfadar, muestra es...