#1: Rompiendo los límites

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Mis ojos se entrecerraron en un gesto asesino.

- Y espero que sea la última vez que intentas pasar antes que yo.

La habría matado en ese instante, pero la venganza es un plato que se sirve frío. Y la mía en concreto... se servía helada.

- Naomi- llamé. En medio del pasillo, la pequeña de 13 años se giró hacia mí aguantándose las lágrimas-. No le hagas caso, ¿no has visto que es rubia de bote?- sonreí como solo a ella le sonreía.

- Me ha empujado y me ha clavado un tacón en el pie, Akemi-Sempai- gimió acercándose a mí. Le di un abrazo y la miré a los ojos.

- Si te vuelve a molestar esa bruja me lo dices, ¿de acuerdo?

Naomi asintió antes de irse a buscar su clase. Y yo debía hacer lo mismo si no quería llegar tarde.

Mi melena rojo fuego hizo el efecto ola cuando giré bruscamente para mirar atentamente los letreros de las puertas con mis ojos ambarinos hasta encontrar la clase en la que me habían asignado. Abrí la puerta y justo cuando la cerré sentí una presencia muy incómoda clavada en mi nuca.

Frunciendo el ceño, mientras buscaba un asiento libre busqué de dónde provenía ese aura tan alarmante. Y lo vi al fondo de la clase, en la esquina al lado de la ventana, y en una postura que pareció indicar que estaba dormido. Pero no, a través de sus cabellos rojizos podía ver sus ojos verdosos. Una chispa saltó entre los dos y él terminó por levantar la cabeza con una sonrisa llena de sorna.

"Acércate."

"Paso, no hablo con desconocidos. Y sal de mi cabeza, me molestas."

Rompí la conexión telepática y maldije todo lo maldecible al ver que el único sitio libre era a su lado. Apretando los dedos alrededor del asa de mi mochila, caminé hacia el pupitre pegado al suyo. Y parecía que era un personaje curioso mi compañero de mesa, ya que un montón de miradas horrorizadas se posaron sobre mí.

- ¿Eres el abusón de la clase o qué?- lo reté girándome en mi asiento hacia él. Ambos nos convertimos en el centro de atención mientras esperábamos a la llegada del profesor.

- No exactamente, linda... Me llamo Sakamaki Ayato, espero que eso te sirva un poco de ayuda para que sepas a quién le estás hablando.

- No me sirve de nada. Conozco tu apellido, pero no por eso te voy a respetar como si fueses el rey del mundo. Eres un alumno más y se acabó. No te des aires de grandeza porque te quedan muy lejanos, es un consejo que te doy.

Volví a girarme, sacando mis cosas de la mochila en medio de un silencio sepulcral. Coloqué mi carpeta sobre la mesa y saqué algunas hojas para tomar apuntes, unos bolis y un lápiz.

¡Claro que conocía el apellido Sakamaki! ¡Sakamaki KarlHeinz era el rey de los vampiros, el rey de mi especie! Pero fuera como fuese, sólo por ser hijo de semejante hombre poderoso no lo iba a idolatrar, mucho menos a tratar diferente.

- Te arrepentirás de esto, recuérdalo...- susurró a mi oído justo cuando el profesor entraba al aula. Se presentó y todos se colocaron en sus respectivos sitios.

Con mi compañero de pupitre echando humo y bloqueándole el acceso a mi mente, logré llegar a la hora del almuerzo.

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"Menudo dèja vu..."

Mis ojos desafiantes no se movían de los de la rubia que había humillado a Naomi aquella misma mañana. Acababa de repetir su empujón a propósito en medio del pasillo, mientras yo iba de camino a la cafetería para encontrarme con la niña y ver qué tal le había ido la primera mitad de nuestro primer día en el instituto nocturno.

Mi primer mordisco (Soy madre junto a Sakamaki Raito 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora