#8: Presente

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- ¡Me hago vieja!- grité con tono melodramático al verme al espejo.

- Akemi, por favor, tienes 27 años y sigues igual que cuando te conocí...- resopló Raito conteniendo la risa.

- ¡Tengo una cana!- se la señalé. Entre todas mis hebras de cabello rojo asomaba una tímida pero chillona de color blanco. Como si nada, el padre de mi hija me la arrancó y empecé a rascarme la zona, molesta-. ¡Eh!

- Fin del problema, ahora déjame dormir- el ojiverde volvió a colocar su sombrero sobre su cara, tratando de descansar lo que no habíamos podido aquella madrugada. A las tres de la tarde, a casi cuatro horas de levantarnos todos, Akira había empezado a gritar llamándonos. Cuando llegamos la pobre estaba llorando y saltó hacia sus padres, asustada por una pesadilla. Desvelado todo el mundo.

- No me ignores, pareces Shuu- ronroneé gateando sobre la cama y sentándome sobre su estómago, quitándole el sombrero y poniéndomelo yo en la cabeza. Me incliné hasta llegar a su rostro y deposité un suave beso en su mejilla-. Dentro de poco nuestra pequeña cumple 10 años, Raito... Y ya sabes lo que quiere por su cumple.

- Por mí ningún problema- puso los brazos debajo de su cabeza, mirándome con seriedad. 

- Estamos hablando de un segundo hijo, no es ningún chiste.

- Akira está bien, va al cole, tiene amigos y nos tiene a su familia. Lo digo completamente seguro, pero no soy yo el que va a llevarlo en su vientre otros nueve meses. La decisión es tuya.

Suspiré. El embarazo de Akira no había dado problemas, el parto tampoco, pero siempre cabía la posibilidad de que algo fuese mal con el segundo. Me moría de ganas de darle el regalo de su vida a mi primogénita, así que haría lo imposible para que fuese hermana mayor. Costase lo que costase.

- Al cuerno con eso- sonreí-.

- ¿Nos ponemos manos a la obra?

- ¿No estabas cansado?- refunfuñé rodando y saliendo de la cama, haciendo reír al pelirrojo.

- Estás en tus días fértiles, esta noche o mañana serían las ideales.

- ¿Cómo lo sabes?- me sonrojé. Se tocó la nariz como respuesta.

- Hueles diferente. Además, es en estos días cuando más me pones, ¿quieres más argumentos?

- Calla- resoplé-. Ah, y me quedo tu sombrero.

- Te vas a enterar después...- ronroneó travieso.

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- ¡Mami, mira!- sonrió Akira de oreja a oreja al ver el regalo de su tío Subaru-. ¡Es un conejito de peluche!

- Te lo robo- puse tono de enferma mental y achuché su nuevo juguete entre mis brazos. En eso la niña había salido a mí, no podíamos resistirnos a los animalitos de peluche.

- ¡Dámelo, es mío!- gritó cruzándose de brazos, molesta. Reí y se lo devolví, antes de coger aire y sacar de mi bolsillo una carta que habíamos escrito Raito y yo. Sentados en la alfombra del salón, menos Shuu que estaba acostado en su sofá sonriendo ante las reacciones de su sobrina y Reiji que permanecía de pie, todos se inclinaron al ver el papel en mis manos-. ¿Qué es eso?

- Una carta- Raito me pasó un brazo por los hombros cuando Akira empezó a desdoblar la hoja, seria por no saber a qué venía eso. 

- Léela en voz alta, cariño- la animé, conteniendo la emoción hasta que terminase de leerla.

- Vale...

"Querida Akira Sakamaki,

Tú aún no me conoces, pero pronto lo harás. Acabas de cumplir 10 añitos, parece mentira que haya pasado tanto tiempo ya. Estás preciosa, tu madre me lo ha dicho. Yo todavía no puedo saludarte, aún falta para eso. Así que, en este día tan especial, quiero decirte "Hola" desde el vientre de mamá. Nos vemos en 9 meses, onee-san.

Mi primer mordisco (Soy madre junto a Sakamaki Raito 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora