🌕 Los dragones no nadan 🌕

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Aedmond analizó discretamente como Luke se peinaba los rizos con  vergüenza durante su baño

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Aedmond analizó discretamente como Luke se peinaba los rizos con  vergüenza durante su baño. En silencio, Aemond solo refunfuñó ante la vista de los cabellos salvajes que parecían tardar una eternidad en  humedecerse por completo, pero no dijo nada,  quizá porque no había mucho más que decir posterior a todo lo que se dijeron aquella tarde.

Habían peleado como ya era costumbre, luego de unos cuantos empujones Luke cayó en el lodo y Aemond chocó en la pared, después  le  ignoró como...cualquier otra noche en su habitación, leyendo uno de los tantos libros que disfrutaba mientras Lucerys le miraba desde la bañera con atención y remordimientos. Si los ojos de Luke fuesen dagas, seguro que Aemond sería ciego.

— Me harás otro hoyo si me sigues viendo así, Lord Strong—. Dijo Aemond, adivinando sus pensamientos, viéndole por un segundo, volviendo a su libro cuanto antes. Demasiado perturbado de mirar a sus sobrino hambriento ¿De qué? Preferia no saber, si era sincero.

— No era mi intención...

— Nunca lo es—. Contestó Aemond cerrando el libro con un golpe y caminando a la salida.  Huyendo una noche más de las garras seductoras del pelioscuro. Cuando caminó frente a Luke, el omega le tiró de la mano, jalando su ropa con fuerza, pidiéndole con un susurro que no se fuera. Aemond se detuvo, débil ante los lloriqueos en celo de su esposo.

— Quédate—. Repitió el omega, dejando que Aemond girase el cuerpo a él.

El rubio no le respondió inmediatamente, simplemente  movió el libro lo mas lejos que pudo del agua y con los dedos hizo un remolino en la espuma de la bañera donde se encontraba su sobrino, animando a Lucerys a que lo soltase. Luke tragó saliva con dificultad, tratando de que su mirada fuese menos intimidante y le soltó finalmente. Rendido.

Aemond resopló, cansado de pelear consigo mismo contra lo que el deseaba y lo que debía. Debía, al menos poder controlar su propio cuerpo sin que éste le traicionara. Más allá de la nueva compatibilidad en sus cuerpos,  era claro que aun no se acostumbraban el uno al otro, de ninguna manera, eran demasiado diferentes. Mientras que Luke se expresaba torpemente, con palabras atropelladas y siempre a gritos, Aemond era demasiado reservado, apenas hablaba, y lo que salía de su boca, únicamente eran palabras para humillar a Lucerys.

Como nacen los Dragones (LUCEMOND/OMEGAVERSE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora