Ella no debía estar allí, o quizás si él, ellos hubieran sido más normales sí debía de estar allí sana y salva.
Últimamente se bañaba con agua muy caliente, su piel quedaba roja y palpitante después de usarla, pero le relajaba. No estaba en la ducha, estaba usando la tina —cosa que nunca hacía—, cuando escuchó una discusión en su habitación; distinguía la voz de Claudia, sin embargo la otra era muy baja, demasiado para ser de Zoe. Salió despacio y con cuidado, enrolló una toalla en sus caderas y mientras apretaba bien la toalla escuchó un golpe, fuerte, muy fuerte y seco, abrió la puerta aún con una mano sosteniendo el mal agarre de la toalla y vio la escena.
¿Se había drogado y no lo recordaba? ¿Se había intoxicado? ¿Tenía el calentador encendido y había una fuga de CO? ¿Estaba soñando? Claudia no se veía distinta a él; su rostro estaba pálido, ojos tan abiertos que sería fácil que se salieran, boca entre abierta apunto de decir algo, sin embargo ¿qué decías en esa situación?
Parpadeando muchas veces para intentar despertar se lanzó junto al sangrante cuerpo e intentó despertarla. De pronto volvía a ser el niño con el cuerpo inerte de la señora Janson, y de pronto ambos habían muerto.
—Se cayó. La cámara. No quería. —escuchó a Claudia en el fondo.
Siempre pensó que ese momento iba a llegar, no en una versión tan extremista por supuesto, sin embargo, lo pensó, y pensó que él se volvería un huracán que destruiría todo a su paso incluida Claudia. Se equivocó, porque ahora él no llegaba a ser ni una llovizna. Sin el pulso en el cuello de Lauren, él ya no tenía un motivo para estar aquí e hizo un último acto de amor antes de irse.
La casa de Silas quedaba más cerca que la de ella, por eso Enoch la dejó allí. Malcolm, su suegro le había dejado entrar y le indicó que Silas estaba en su habitación así que fue con las muchas bolsas para allá. Escuchó ruidos en el baño por lo que dejó la bolsa con el regalo de Silas debajo de la cama —pensaba enseñarle todo lo demás—, sin embargo una pequeña y brillante cámara le llamó la atención, probablemente se había caído, pero por la forma en la que estaba parecía una acción calculada.
—¿¡Qué haces con eso!? —le preguntó Claudia desde atrás. Se veía asustada—. ¡Damela!
—¿Por qué te alteras? —Cuestionó ella levantándose y alejándose con la cámara.
—¡Damela! —Exigió Claudia abalanzándose sobre ella.
Ella cayó al suelo, pero su nuca se golpeó con la esquina de un mueble. Ella no quería que pasara eso, ni siquiera vio el escritorio allí, ella sólo quería la cámara. Silas ya estaba sobre Lauren antes de que ella pudiera decir algo.
—Se cayó. La cámara. No quería. —Dijo a cómo pudo.
—Vete. —Murmuró Silas.
—Papá.
—¡Vete y no le digas nada! —Le gritó él y ella le obedeció.
Claudia pensó que Lauren estaba bien, inconsciente, pero bien. A los pocos minutos escuchó como Silas salió de la casa.
No lloraba, no le faltaba el aire, no pensaba, sólo actuaba. Estacionó con Lauren en su lugar especial, le desabrochó el cinturón a ella y la tomó en brazos. ¿Qué iba a hacer él en un mundo sin ella? Absolutamente nada. Si las personas tenían una misión en la vida, la de él había sido amarla y había terminado.
No iba a culpar a Claudia, si él no hubiera tenido esa cámara nada hubiera pasado.
Tomó el móvil, le envió la dirección a Claudia y le indicó que enviara a la policía dentro de una hora. No iba a permitir que su padre los encontrara, pero tampoco podía dejar a la familia de Lauren preocupada y esperanzada por días
—Te amo en esta vida, en las pasadas y en todas las próximas, Solcito. —Dijo con dificultad antes de desaparecer en el agua.
Sería la última vez que verían ese cielo estrellado juntos.
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Silas
General FictionSi tuviera que escoger un elemento para describirse, escogería el fuego porque destruía todo a su paso como él. Silas tuvo una vida poco común desde que nació. Vivía rodeado de lujos, violencia y perversiones hasta que un buen día -no tan bueno en...