Capítulo XXXI

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단스 라차~

Despertó en la cama revuelta, estirándose con suavidad, cada una de sus extremidades adoloridas y si entramos en más detalles entumecidas. La ligera luz de la mañana acariciando su cuerpo de una manera intangible, bostezó antes de sentarse en la cama y mirar a todos lados en busca de los Lee sin poder tener éxito, desnuda en la enorme cama mientras trataba de acostumbrarse a la luz y abrir bien los ojos.

Se sentó en el borde, las puntas de sus pies tocando el suelo alfombrado antes de levantarse y caminar desorientada hastá el baño; tenía los ojos algo hinchados, partes de su cuerpo marcadas en rojos y violetas, quizás algunos de ellos eran moretones y ni hablar de sus muñecas llenas de marcas casi dolorosas por las nada amigables ataduras apretadas que hizo Minho.

Tomaría una ducha tibia, sentía su cuerpo pegajoso entre sudor y fluidos sin imaginarse adecuadamente lo mal que debió haberse visto mientras los tres la miraban de cerca en su estado más inusual. Su larga espera sentada sobre el borde de una bañera en lo que se llenaba la tina impecable semi nueva, reprimía sus ganas de bajar y verlos aún estando tan sucia, sólo quería que la llenaran de mimos y la elogiaran porque no recordaba nada de lo que pasó después de haberse dado un respiro de ojos cerrados que ya no volvió a abrir. Se enjabonó el cuerpo y estiró los músculos tensos hasta donde se lo permitía la línea entre dolor y satisfacción, pensando mientras hacía todo el trabajo que le estaba costando más de lo que estaba dispuesta a admitir.

Las palabras de Minho arruinando su paz cada que recordaba la manera en que la comparó sin poder superar el momento, se supone que todo está perdonado y si quiere confrontar a Yongbok entonces tiene que demostrar esa seguridad de sobra. Sonrió con aquello disipándose y cambiándolo por buenas remembranzas en las que prácticamente le aseguraban revivirlo todo una y otra vez cada que ella quisiera.

Salió de la tina, sus pies empapando los azulejos del suelo y el vapor del agua escapándose hasta empañar el espejo del baño, apartándolo con la mano y viéndose a si misma en el final de su historia, feliz por lograrlo, pero constantemente preocupada por el qué harían en caso de que Yongbok denegara cualquier tipo de trato que quisieran ofrecerle con tal de ser aceptada...

Usó la camiseta de Minho y unos pantaloncillos cómodos, las formalidades atrás debido al enorme tamaño de los trajes que ellos usaban y que sinceramente la harían parecer más ridícula que formal. Sin embargo eso no importaba porque ya estaba bajando las escaleras a pasos doloridos, uno a uno y con respiros de cinco segundos por cada seis escalones. La sala más iluminada y arreglada que de costumbre, cojines acomodados por una separación perfecta que juraría había sido medida con cinta de medir.

No había nadie ni siquiera en el comedor, los trabajadores habían dejado lo mejor de su diseño de interiores puesto sobre toda la casa, los cuadros enmarcados de la pared recién pulidos en una especie de aceite para vidrios. Se sentó a esperar en la sala nuevamente, eso hasta que escuchó la puerta abrirse y con ella un ensordecedor sonido de pasos acercándose con lentitud, el diminuto ruido de tacón chocando recordándole a la caminata segura de Minho y animándola a salir en espera por él, pero oh no.

ㅡ¿Quién eres tú?

Lee Yongbok ha vuelto...

Lee Yongbok ha vuelto

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𝑨𝒓𝒆 𝒚𝒐𝒖 𝒓𝒆𝒂𝒅𝒚 𝒕𝒐 𝑻𝑨𝑺𝑻𝑬?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora