7. El león cobarde

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Ya tenia nuevamente bajo su poder su preciada sudadera, ya estaba listo para marcharse, cuando fue interceptado en el pasillo por el único y sin igual Stuart Macher, el payaso del grupo, así había sido catalogado por varios en la escuela, ya se pueden imaginar el porque—Stuart Little, creí que estabas en el baño haciendo tus necesidades, o quizas te estabas masturbando, pero quién sabe en realidad —dice despreocupado, poco después se percató de la posición comprometedora en la que se encontraban, acorralado contra la pared, teniendo ambos brazos del mayor de cada lado, estaba acorralado, gracias al cielo que solo se encontraba Billy en la casa y no alguien mas que oueda difundir lo que sucede— ¿Que sucede? No me digas que quieres continuar con lo de ayer, porque lo lamentó, no estoy acostumbrado con acostarme dos veces con la misma persona, eso jamás resulta como uno quiere.

— ¿Qué? ¡No! —exclama con terror— ¡Estas malinterpretando la situación!

— ¿En verdad lo hago? —dice, refiriéndose a la forma en la que el mayor de altura lo tenía preso, e inmediatamente se separó de él cuando se dio cuenta de como estaban—Eres sin dudas alguien interesante, Stu.

—Eso deberíamos decirlo nosotros de ti—dice de pronto un tercero, quien se paró a un lado de ellos—, eres bastante diferente a otras personas que conocemos, te mostraste demasiado reservado y callado al principil, pero quien diria el hijo de puta que eres detras de ese rostro bonito.

—No soy el unico que usa la máscara esa del niño bonito—dice guiñando un ojo coqueto, alterando los nervios de los contrarios—si que actúan distinto cuando están ebrios y ni hablar de lo dominantes y posesivos se comportaron durante el sex...

— ¡Ya no hables! —exclama cansado, Billy, por Dios, ya hasta lo prefería callado como antes, a que siga hablando hasta por los codos, ¿En donde quedó ese chico tímido que les causaba ternura? Había desaparecido, y dejado en su lugar a un parlanchín, vanidoso, arrogante, y que en mínima oportunidad que ve hace referencia a lo sexual, o simplemente se movía de esa forma que se le era tan malditamente seduct...—Mierda, ¿Porque tenías que agarrar confianza?

—Ustedes me agradan—dice despreocupado, incluso a él le sorprendió su sinceridad ante la pregunta, puesto que ni siquiera se pensó su respuesta, solo abrio la boca dejando las palabras fluir libremente—es así de simple, solo me cayeron bien y por eso no temo a decir lo que pienso, y si me permiten, o no, me tengo que ir.

Dejando al par con la palabra en la boca se marcha apresurado de la vivienda, aun había luz y faltaba un oar de horas para que anochezca, así que tenía que llegar si o si a su casa en una hora, cuando todavia haya luz de día.

Respiro mas aliviado al llegar, pero esa tranquilidad se extinguió al ver una nlta de au madre que avisaba que tomaría el turno nocturno y de mañana en su trabajo, recién llegaría el día siguiente por la tarde.

Cualquiera se alegraría y preocuparía al mismo tiempo por la noticia, aunque León se mostraba alegre, pero esa falsa alegría termino oor extinguirse mientras él cerraba todas las puertas y ventanas de su casa, también se llevó varias mantas y almohadas al living, también llevo un oso de peluche llamado Pololo, el cual fue un regalo de su madrina, en fin, ese no era el punto, León se estaba preparando para pasar la noche en la cocina, porque aunque posiblemente jamás lo admita en voz alta, por alguna maldita razon su imaginación se volvía extrañamente productiva durante la noche, se imaginaba cada tipo se escenarios, uno peor que el otro, podríamos culpar a las películas e historias de terror, que hacía a su imaginación volverse productiva y jodidamente realista durante la noche.

Así fue como gracias a su paranoia de que algo malo le suceda mientras esta solo lo llevo a estar envuelto tal sushi en las mantas, abrazando su oso de peluche mientras ve Terminator, era la única película que pudo ver, porque a este horario mayormente habían películas de terror por televisión, y uno que otro drama, como Lo que el viento se llevó, película que estaba dando en el canal 5, y ni loco volverá a verla, eran como tres o cuatro horas de película, y hoy quería dormir temprano, por eso vería esta película de apocalipsis robótico y se iría a dormir al sillón, o en el mejor de los casos se quedaría dormido mientras la ve y no tiene que apagar el televisor en ningún momento y quedarse sin la única luz que iluninaba su alrededor, y si, esto es el efecto que la paranoia tiene sobre él. En otras palabras, se puede decir que no hay comparación entre él y el león cobarde, que irónico, ¿No lo creen?

It's mine ᴮⁱˡˡʸ ᴸᵒᵒᵐⁱˢ ⁻ ˢᵗᵘ ᴹᵃᶜʰᵉʳ / ᴳʰᵒˢᵗᶠᵃᶜᵉDonde viven las historias. Descúbrelo ahora