se extrañan

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marzo comenzó y terminó en un abrir y cerrar de ojos. cristian y lisandro no se veían tanto como les hubiese gustado por sus horarios de clase, pero cada vez que tenían un tiempo libre se veían, sin importar si era por cinco horas o diez minutos.

aquel viernes, lisandro estaba fatigado. había llegado tarde, les habían dado la fecha del primer examen del año y había discutido con su profesora de lengua por haber tratado mal a erling, quien tenía dificultad en la materia. el resto de la mañana se la pasó con un mal sabor en la boca, pero tratando de ayudar a su amigo en todo lo que pudiera. no es que fuera un genio en la materia, pero se defendía.

cuando por fin sonó la campana indicando que podían irse a sus casas, él ya tenía todos sus útiles guardados. saludó a sus amigos y se fue, no tenía paciencia para esperarlos. quería llegar a su casa y tirarse a dormir la siesta.

pero la vida tenía otros planes para él. y unos muy buenos.

al llegar a la esquina vio una moto que reconocía a la perfección, y se detuvo en seco, admirando al chico sobre ella. cristian estaba usando el celular y no había reparado en su presencia. llevaba el uniforme de su escuela y estaba despeinado, tal como le gustaba.

se acercó lentamente a él, tratando de no llamar su atención, y le dejó un beso rápido en el cachete.

cristian miró hacia arriba confundido, con las mejillas sonrosadas. pronto una amplia sonrisa ocupó el lugar de aquel ceño fruncido, y sus ojitos se achicaron.

- hola mi amor - lo saludó y lisandro se sonrojó. no se acostumbraría nunca a aquel apodo.

- hola hermoso - devolvió el saludo y esta vez dejó un casto beso en sus labios - ¿qué haces por acá?

- hoy te venís conmigo - dijo sonriente - ya hablé con tu vieja, pasas el día conmigo. si querés, obvio. es que te extraño mucho... - hizo un puchero y lisandro sintió como el mal humor abandonaba su cuerpo, siendo reemplazado por una sensación de estar en las nubes.

- obvio que quiero. yo también te extraño mucho. pero, ¿como hablaste con mi vieja? - dijo lisandro inclinando la cabeza hacia un costado inconscientemente.

- intercambiamos numeros el viernes que te fui a buscar para salir, se preocupa mucho por vos tu mamá y me tiene a mi como adulto responsable - dijo encogiéndose de hombros - bueno, vamos entonces - cristian palmeó el asiento de la moto - subite rubio.

lisandro rio y se subió sin rechistar, ansioso por volver a envolver sus brazos en la cintura del morocho.

cuando llegaron a la casa de cristian unos minutos después, lisandro sintió sus fosas nasales ser invadidas por un aroma espectacular. inhaló y su estómago gruñó con fuerza, no se había dado cuenta del hambre que tenía.

- uh, tengo un hambre - dijo agarrándose el estómago. estaban en el garage y cristian acomodaba la moto.

- comete el dedo grande - se burló cristian para luego acercarse a él y tomarlo por la cintura - o a este chico grande, como vos quieras.

lisandro largó una carcajada y lo golpeó en en el hombro, para luego rodear el cuello contrario con sus brazos y darle un beso, un beso que expresaba lo mucho que se habían extrañado. si bien no se habían visto por cuatro días, se sentía como una eternidad.

cuando entraron a la casa, fueron recibidos por rosita quien los abrazó a los dos efusivamente. les preguntaba como había ido la mañana, si tenían hambre, que iban a hacer más tarde, si vieron las noticias, todo sin esperar respuesta alguna. se movía por la casa obligandolos a sentarse en sus respectivas sillas y trayendo la comida a la mesa. iban a comer milanesas con papas fritas. y si bien su corazón ya estaba contento, su panza ansiaba estar llena.

el antro - licha x cutiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora