Capítulo 6

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La biblioteca era uno de los sitios preferidos de ____. No solía pasar allí mucho tiempo porque solía tener guardias durante el fin de semana. Pero ese fin de semana estaba libre y lo agradecía. Al menos hasta que su vida se complicó de repente.

Estaba leyendo un grueso volumen sobre anatomía canina cuando una sombra oscureció la página. Alzó la vista y se encontró con los ojos oscuros de Harry Styles.

Se le aceleró el corazón.

Él, con una sonrisa, se sentó a su lado. La bibliotecaria estaba catalogando en la sala contigua, y no había nadie más en la sala de lectura. Estaban solos.

—Creía que Clark y tú teníais una cita —dijo él, con suspicacia.

Ella era incapaz de pensar; el olor mentolado de su aliento le nublaba la mente.

—Quería consultar algo —tartamudeó, sonrojándose. No sabía mentir—. Él ha ido a poner gasolina al coche. Volverá a recogerme —consiguió simular una mirada de ira— íbamos a ir a San Antonio, al teatro, y tú se lo prohibiste.

—San Antonio es muy grande y no conocemos a suficientes policías allí —dijo él, con expresión sombría—. Es mejor que no te alejes. Aquí es más fácil vigilarte.

—Has hablado con el sheriff Hayes —acusó ella.

—Hayes no suele preocuparse en exceso. Cuando lo hace, es por una buena razón —estrechó los ojos—. Hace una semana que no ven a tu madre en Shea —dijo él, con tono interrogativo.

Ella necesitaba hablar con alguien. Clark era un encanto, pero estaba tan absorto con Nellie que apenas prestaba atención a los problemas de ____. Para su asombro, la enorme mano de Harry se posó sobre la suya.

—Hábleme —la conminó, con voz queda.

Ella se estremeció. Hacía años que un hombre no la tocaba. Ni siquiera había sido un hombre; más bien un adolescente. Pero Harry sabía más de mujeres de lo que ella había supuesto. Captó su reacción, la analizó y sintió cierta sorpresa.

—Para ser una mujer que practica el sexo con regularidad, no actúas como si tus necesidades estuvieran satisfechas —comentó él.

Ella se puso roja como la grana.

—Cuéntame qué ocurre, ____ —pidió él, curvando los dedos sobre su mano.

____ deseó poder sentarse en su regazo, apoyar la cabeza en su hombro y llorar. Quería consuelo, sólo un poco de consuelo. Pero no era el hombre, el momento o el lugar adecuado.

—Ocurre algo con mi padre —confesó con voz queda—. No sé qué. Nadie me dice nada. Está metido en algo malo, y tiene ese amigo... —sus rostro se contrajo con pesar.

—Ese amigo... —la animó Harry, apretando su mano con suavidad.

—Jock —el nombre era como veneno para ella—. Mi madre cree que está involucrado en lo que está ocurriendo. La oí hablando con Carly. Pero a mí no quiere contarme nada.

—Jock —repitió él—. Cuando mencionas su nombre pareces asustada.

—Él... me pegó —confesó ella—. Sólo tenía trece años y él me había estado vigilando mientras cocinaba. Me puso nerviosa. Había estado en la cárcel y decía que había matado a una mujer. Estaba haciendo panecillos y se quemaron —se mordió el labio—. Me pegó tan fuerte que me tiró al suelo. Mi padre oyó los gritos, vino a la cocina y consiguió sacar a Jock de allí —se abrazó a sí misma, helada por el recuerdo —. Poco después, mi padre me trajo aquí, para que viviera con mi madre.

—Dios santo —los ojos de Harry rezumaban compasión—. No me extraña que te inquieten los hombres —tensó la mandíbula—. Por eso tuviste miedo de mí cuando estábamos en el despacho.

Un Hombre Sin PiedadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora