Humillado y exiliado. Kwon SoonYoung se larga de Corea con su hija de cinco años; viudo y sin ganas de encontrar una madre para su hija, decide criarla él mismo, por lo que cuando ofrecen un buen trabajo en la manada Xù de China, no duda en volar ah...
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Dos meses después
–MingHao. -Yibo apareció con una expresión preocupada en su rostro.
–¿Qué sucede?
–La carta que me entregó la vez pasada, ¿lo recuerda?
MingHao hizo memoria. La única carta que le ha dado a Yibo ha sido la de...
–Si, lo recuerdo, ¿qué pasó con eso?
El guardia sacó la carta, aún en su sobre, de su chaleco.
–¿No la has entregado?
–Si lo hice, MingHao. Pero tuve que sacarla, iban a leerla.
–¿Cómo que iban a leerla? Revisar una carta a la que no estás destinado es un crimen.
–Si, díselo a la oficina de correo. -bufó.– Fuí a revisar si la habían entregado porque no me mandaron un reporte y resulta que seguía ahí en espera para revisarla. Sabes que las cosas entre China y Corea son un poco tensas en cuanto a política y cultura, y como esta carta viene de aquí, de la manada de Haicheng, la manada más cerrada de todas, les pareció curioso a los de la oficina. Me infiltré y logré recuperarla. Estoy en espera de sus órdenes. ¿Qué hacemos?
El omega suspiró, debía decirle a SoonYoung que su carta no había sido enviada todavía.
–Este fin de semana lo tienes libre, ve a Corea y entrega la carta tu mismo. Le pediré a SoonYoung una dirección más exacta, sé cuidadoso, que nadie te vea dejar la carta.
–Si, señor. -ocultó de nuevo el sobre y se despidió.
Como ya iba siendo hora de esperar por su hijo y reunirse con SoonYoung, cerró la puerta de su habitación y se cambió el uniforme por su ropa casual.
Si casual le puedes decir a sus jeans negros y camisa holgada de flores.
Y aún así, se veía genial.
Llegó primero a su encuentro, le dió tiempo de pensar que decir antes de que Soon apareciera.
–Mi amor. -SoonYoung lo abrazó por la espalda.
–Hola. -movió la cabeza y dejó que el alfa lo besara.– Oye, hay noticias.
–¿De qué? -SoonYoung se separó y se colocó a su lado.
–Tu carta.
–¿Llegó a Corea?
–No. Me temo que sigue aquí.
–¿Qué? ¿Por qué? Sé que tarda su tiempo de China a Corea por ciertos problemas pero...
–Yibo tuvo que sacarla porque iban a leerla. En la oficina de correos les pareció curioso una carta que venga de aquí. No es porque estés diciendo nada malo ahí, sino porque si papá se entera estarás en problemas.
