"En Hollywood te pagan mil dólares por un beso, y cincuenta centavos por tu alma" -Marilyn Monroe
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Hollywood es el sueño de muchas jóvenes talentosas, pero llegar a la gran pantalla o tan solo camina...
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Bárbara llegó al plató sintiendo a su cuerpo todavía resentido por los estragos de la noche anterior, había dormido apenas dos horas cuando se despertó alarmada porque se le había hecho tarde para su primer día en el set. Apenas y se retocó los restos de maquillaje de la noche anterior.
Bárbara había hecho una fiesta en la suite con unos cuantos de sus amigos más escandalosos. Ordenaron alcohol y un poco de hierba para amenizar la noche, jugando un poco con los límites. Bárbara perdió el control pasada la media noche. No recordaba muy bien lo que había sucedido, pero si algunos fragmentos difíciles de olvidar. Por ejemplo, recordaba haber estado en medio de una situación incómoda con Jackson, uno de sus amantes de rutina.
La actriz les había pedido a sus amigos que alzaran las copas e hicieran un brindis con ella, para celebrar su próximo estelar, pero mientras se atropellaba con sus propias palabras Bárbara tropezó y cayó al suelo de rodillas, comenzó a reír de forma escandalosa y se quitó la ropa quedando solo en ropa interior. Pero entonces, Jackson se acercó a ella, le arrebató la copa de las manos y la ayudó a levantarse, pidiéndole que se controlara. Bárbara no recordaba sus palabras con claridad, pero si sabía que había dicho algo que suponía que ella era de su propiedad, lo que la llevó a activar el lado más cruel de su personalidad.
Bárbara fue hacia el balcón, dejando que el viento helado acariciara sus brazos desnudos, usaba un conjunto negro babydoll de encaje que resaltaba sus atributos. Sin pudor, se inclinó en la baranda, causando que un par de chicos que estaban en la habitación de al lado la piropearan. Luego, le dio la espalda a la ciudad y quedó frente a Jackson, sus ojos brillando con chispas de malicia. Lo miró fijamente y finalmente le dijo:
—Quiero que te largues de aquí y no vuelvas a buscarme.
Los ojos del chico se abrieron sorprendidos.
—Vamos Barbara, sabes que te estás excediendo. No puedo dejar que te desnudes frente a todo el mundo.
Ella soltó una risa burlesca. Le costaba creer que alguien se horrorizara por eso luego de todo lo que había vivido.
—Ese es mi trabajo, guapo. Acostúmbrate. No he conseguido un solo papel en siete años que no implique desnudarse.
—Sabes que esto es diferente. No es lo mismo hacerlo de forma profesional. Sé de lo que hablo, yo también me he desnudado para las sesiones de fotos, pero nunca lo haría en público.
—Eso es porque eres hombre —habló en un tono autoritario, señalándolo en el pecho—. Tú no tienes necesidad de venderte más allá de una sesión de fotos para conseguir algo que valga la pena en esta industria.
—Es verdad, pero te conseguí a ti, y lo hice con mi cuerpo —dijo él, cambiando su tono a uno más seductor.
Bárbara se inclinó hacia él y susurró sobre sus labios: —Si crees que valgo la pena aún no has aprendido nada.
