Capítulo 6: Sensaciones

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Siendo las doce del mediodía, el sol se encontraba en su punto más alto. Cuando pusieron un pie fuera del ascensor, las cuatro personas que habían subido antes estaban por bajar, puesto que ya habían sacado sus fotos y tampoco había mucho más por hacer ahí.

- ¡Noo! ¡Qué hermoso! -El castaño sonreía enormemente.

-Es un espectáculo. Estamos muy alto. -Se acercó al ventanal, entusiasmado.

El mirador era dentro de una de las torres de la Catedral. Había un cartel con información diversa. Estaban en el Nivel II, a 63 metros del suelo. Las diversas ventanas daban varios paisajes.

La ventana izquierda daba para la misma Catedral y la otra torre, donde se podían apreciar los innumerables detalles y el minucioso trabajo que la volvían tan hermosa. De frente podía verse toda la extensa plaza Moreno, con el Palacio Municipal de fondo, resaltando sus inmaculadas paredes blancas. Por la derecha se veía la ciudad de La Plata, donde los autos, apenas identificables desde tanta altura, pasaban uno detrás de otro.

- ¿Viste cómo es el diseño de la Catedral? Es estilo gótico. ¿Conocés la Catedral de Notre Dame? Es el mismo. -Agustín le señalaba los detalles exteriores.

-Aah, si la conozco. -Miraba curioso-. En Salta tenemo' otro estilo digamo'.

-Creo que nunca la vi a la de Salta, ni en fotos. Me encantaría visitarla. -Hablaba mientras caminaba, sin medir el impacto de sus palabras.

-Bueno cuando vaya' para Salta te llevo. Así te devuelvo el favor. -Le sonrió.

-Jajaja, dale. -Estaba sorprendido, porque no esperaba que un dicho casual se volviera un plan a futuro.

Marcos estaba encantado con la visita. Adoraba recorrer lugares nuevos, pero también tenía un significado especial para él estar en una Iglesia. Se sentía en paz, un poco más cerca de su hogar, y sobre todo, protegido por Dios. Miró a Agustín, que leía el cartel. El pelinegro tenía un perfil hermoso. Sus rasgos eran marcados, pero a la vez delicados. Sus pestañas largas protegían sus hermosos ojos azules, que brillaban con intensidad por la luz del sol, dando una sensación angelical.

Inhaló, entre pensamientos, y suspiró.

"No va a quedar raro si saco unas primero y le pido después". Sacó su teléfono, y empezó a fotografiar los paisajes de altura.

El movimiento capturó la visión de Agustín, que comenzó a seguirlo con la mirada mientras fotografiaba.

El perfil de Marcos era perfecto. Rasgos bellos y ordenados, con una acentuación masculina, pero a la vez suave. Sus amables ojos verdes eran como piedras preciosas a la luz, tan atractivos que era imposible no mirarlos.

Ginocchio sintió una vista sobre él, así que miró al dueño de la mirada. Guardis por su parte, a penas vio el comienzo del movimiento, corrió la cara rápidamente.

"Me estaba mirando ¿no? Le tengo que preguntar ahora". Pensó.

- ¿Queré' que nos saquemo' una? -Señaló el móvil con la cabeza.

- ¿Seguro? Dale, sin problemas. -Fingió que no lo había visto hasta recién.

Movió su mano invitándolo a acercarse para la selfie.

Con la plaza Moreno y el Palacio Municipal de fondo, ambos posaron para la foto.

Agustín sonrió de lado mostrando los dientes y levantando un poco las cejas, algo nervioso. Marcos sonrió con los labios juntos, y la cabeza en ángulo de 75° grados, buscando verse lo mejor posible.

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