Capítulo 8: Hermano del Alma

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Eran las cinco de la tarde cuando Agustín atendió la llamada.

- ¿Hola?

- ¿Qué onda Garrita? ¿Todo bien?

La voz de su mejor amigo resonó por la línea.

- ¿Qué haces hermano? Bien, bien. Me vine a La Repu.

- ¿Cómo que a La Repu? Para qué vas a invitarme, ¿no? Buenísimo lo tuyo.

-Dale bola, siempre que vengo te invito. -Hizo una pausa-. Es que hoy no daba.

-Opa, ¿saliste con alguien? Pará. Decime por favor que no saliste con tu ex.

-No bro, nada que ver. Hace meses que no la veo a Daiana. -Dio un bufido, algo molesto por el planteo.

-Ah, te convenía. Te iba a matar si estabas con ella de nuevo.

-Bue loco, ¿por qué así?

-Sabés que no la banco. Bueno fue, no quiero hablar de ella. ¿A qué hora te desocupas de tu cita?

-N-no estoy en una cita boludo...pero, ¿por qué? Algo querés si me estás llamando.

-Solo decime wachín. ¿A qué hora?

-Y qué se yo...en dos horas capaz.

-Bueno, te espero en casa.

- ¿Eh? Pará, pará. ¿No te juntabas con Nacho hoy? Algo así vi que pusiste en el grupo.

-Y sí, pero el forro de Nachín me canceló a último momento por un culo. Ya tenía las birras compradas y todo.

-Así que soy tu segunda opción, qué lindo eh. -Fingió un tono ofendido.

- ¿Justo vos te venís a ofender? Saliste con una mina y no me dijiste nada, mirá vos.

Tragó saliva.

-No estoy con una mina...

-Ah, ¿vino Blas de visita de nuevo? No sabía nad-

-No, no es Blas tampoco.

-... ¿Y entonces? ¿Saliste con un pibe?

-...después te explico. Es larga historia.

-EH, no sé de qué estarás hablando, pero bueno después me contás. ¿Vas a venir entonces?

Lo meditó un momento. En realidad, no podía dejar a Marcos solo, así que no tenía muchas opciones más que...

-Bueno pero, ¿puede venir el pibe con el que estoy? Es re piola, buena onda.

-Ni idea Garrita, pero si vos decís, traelo. ¿Lo conozco de vista al menos?

-Nah, imposible. Es de Salta.

- ¡¿De Salta?! ¿Qué haces con un salteño vos?

-Después te cuento te dije. -Agustín levantó la vista, y vio que la silueta de Marcos se acercaba-. Bueno nos vemos en un rato entonces, te mando un mensaje cuando estemos yendo. Me tengo que ir.

-Dale pa, mandame.

Cortó la llamada.

Se rascó la cabeza, un poco nervioso. La realidad es que no le había dicho nada a Santiago sobre Ginocchio. No tuvo tiempo, o -mejor dicho- no tuvo ganas. Estuvo tan ocupado pensando en su inquilino que quiso ahorrarse hablar del tema con su mejor amigo. De hecho, ni siquiera debía estar ahí, se supone que estaría en Mar del Plata con su familia.

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⏰ Última actualización: Mar 15, 2023 ⏰

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