Podía considerarlo oficial.Era un desastre de persona.
Min Elizabeth tenía la vista clavada en las paredes color crema de su casa, pero no veía nada.
Era gracioso que jamás se hubiera tomado la molestia de colgar cuadros ni fotografías.
Normalmente la perfección de las paredes, que no tenían agujeros ni marcas de clavos, la relajaba.
Le recordaba el estilo de vida ordenado y controlado del que se sentía tan orgullosa.
Esa noche, en cambio, la absoluta perfección de la pared le provocaba un vacío interior.
Como si fuera una impostora.
O un fantasma.
De sus labios brotó un sonido extraño.
Había perdido el acuerdo comercial más importante que le habían ofrecido a la empresa familiar, pero a esas alturas no podía dejar de lado el sentido común.
Tras un mes de indagaciones, de papeleo sin fin, de dormir poco y de asistir a ciertos eventos sociales, solo había conseguido el rechazo del hotel Palazzo.
Y eso que estaba segurísima de que iba a triunfar.
Además, aún le quedaba por delante el momento de comunicar el fracaso a su equipo por la mañana.
Mientras se arrebujaba con su bata de seda de color chocolate, atravesó la mullida alfombra en dirección a la moderna cocina para servirse una copa de Bolla.
A su espalda oía el murmullo de la televisión, pero el silencio que reinaba en su casa parecía gritarle en los oídos.
¿Qué le pasaba esa noche?
No era el primer acuerdo que perdía.
No tenía por costumbre regodearse en los fracasos.
Había aprendido a ser fuerte y a seguir adelante, hacia el siguiente puerto donde obtener beneficios.
La verdad era que La Dolce Famiglia no atravesaba problemas financieros.
Lo sucedido no era una cuestión de vida o muerte.
Sin embargo, lo único que quería era dejar huella tanto en el mundo empresarial como en el familiar.
Y a esas alturas ya ni siquiera podía lograr eso.
Oyó una molesta vibración.
Cogió el móvil y leyó el mensaje de texto.
Su hermano.
Otra vez.
¿Era el tercer o el cuarto que le mandaba esa noche?
«¿Lo has hecho?».
La impaciencia le crispó los nervios.
Su hermano menor estaba felizmente casado con su amor platónico de toda la vida e insistía en que un ridículo hechizo de amor lo había ayudado a conseguirlo.
Ojalá.
¿No sería la vida más fácil si pudiera hacerse una lista de las cualidades que se buscaban en un hombre para quemarla en una fogata dedicada a la Madre Tierra y después sentarse a esperar?
Por supuesto, tal como ella intentó explicarle, casi con toda seguridad no fuera cosa del libro, sino del hecho de estar destinados a acabar juntos.
Taehyung se negaba a creerlo.
De modo que, durante su última visita, su hermano lo obligó a coger el libro de tapas moradas y a jurar por su condición de hermanos que haría el hechizo.
ESTÁS LEYENDO
брачен завет JungKook
De TodoJeon Jungkook ha construido su carrera en base a su ambición y tiene un objetivo muy claro. Sin embargo, cuando llega el momento de tomar un decisión, mezclar los negocios y el placer resulta irresistible.