VI

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¿Qué había pasado la tarde anterior?

Elizabeth se sentó a la mesa de la sala de conferencias con el resto del equipo de Jungkook e intentó concentrarse.

Por un instante, había conseguido desestabilizarla, pero cuando recuperó el control, algo había cambiado entre ellos.

Vio una certeza en sus ojos que la acojonó.

De repente, le recordó a un depredador hambriento dispuesto a devorarla.

Lo más aterrador era que ese final no le parecía tan malo.

Cuando creía haber recuperado la compostura, vio en su cara el asomo de algo.

Arrepentimiento.

Y cierto anhelo.

Jungkook se fue tan deprisa que supo que se sentía herido por algo que ella no entendía.

La idea de que podía hacerle daño a un hombre como Jeon Jungkook la mantuvo despierta toda la noche.

Pensando en ese beso.

Durante unos segundos su cuerpo cobró vida y estuvo listo para jugar duro.

Durante un instante creyó que él la había curado, y se habría subido encima de él tan alegremente para metérsela hasta el fondo más rápido de lo que él habría imaginado siquiera.

La idea de experimentar un orgasmo la emocionaba, la tentaba como un faro en la noche al que era incapaz de llegar.

Sin embargo, al igual que le pasó con el resto, su mente acabó entrando en juego y su deseo se apagó.

Solo fue un espejismo.

El fracaso se había burlado de ella y la había torturado mientras daba vueltas en la cama revuelta.

Si Jungkook era incapaz de hacer que respondiera, ningún hombre lo lograría.

Lo sabía con seguridad.

Él le había transmitido todas las señales para que se recuperase.

Por supuesto, al menos ya no tenía que torturarse más con las posibilidades.

Se centraría en los negocios y ya no sentiría tentación alguna.

Sí, sería bochornoso pensar que Jungkook le tenía lástima, pero a lo mejor creería que no se sentía atraída como el resto de las mujeres.

Tal vez no creyera que tenía algún defecto, sino que era la excepción que confirmaba la regla.

Con un poco de suerte.

Se volvió a concentrar en el resto de los proveedores que se apiñaban alrededor de la mesa.

Tanya, la decoradora de interiores y experta en tejidos, parecía un poco esnob, pero con mucho talento.

Su melenita pelirroja, el cuidado maquillaje y la tendencia a vestirse de negro indicaban que poseía mucho estilo y que sabía cómo hacer que todo combinase.

Ricardo, el chef encargado de los restaurantes de Purity, exhibía una calma esencial en la industria hotelera y exponía sus ideas de forma profesional.

Evelyn, la experta del spa, era muy moderna, con una melena rubia hasta las caderas y vestida de los pies a la cabeza con tejidos orgánicos y en tonos tierra.

Hablaba con voz melódica y baja, y tenía una piel luminosa y fresca, así como un cuerpo delgado que entrenaba mediante horas de yoga.

Cada cual aportaba algo a la mesa, y sentía que podían trabajar en equipo, sin perder la esencia personal.

брачен завет JungKookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora