Capítulo IV

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Otra tormenta cayó de nuevo en la zona en que Sasuke se aventuró. Era una ciudad más bien pequeña, con poca destrucción. Hasta ahora. La gente corría para protegerse de los brutales vientos. Sasuke permaneció sin blindaje y se metió en un edificio de un solo nivel. Se metió en una pequeña habitación y tomó nota de los estantes con batas blancas dobladas. Se puso una de ellas y metió sus pies descalzos en extrañas zapatillas de papel azul con elásticos. Le calzaron bien. Lamentos y gemidos en el interior del edificio lo llevaron a investigar. Había filas de humanos en camas blancas. Otros tipos con chaquetas blancas estaban empujando frenéticamente a los humanos encamados. Un último humano solitario lloraba a un lado. El olor del humano era extraño; su olor era raro e indescifrable. No podía distinguir si era una hembra, Sasuke no tenía ninguna forma para distinguirlo. Pero no podía ser macho. En lo profundo de su mente un pensamiento le asaltó y le dijo por qué las hembras podían oler mejor. A esta hembra le faltaba algo interno.

¨ ¿Eliminan el órgano de los bebés de una mujer? ¨

Sasuke negó con la cabeza. Los humanos eliminaban el órgano diseñado para crear bebés mientras que los Tonans estaban calientes y preocupados por las mujeres con ese órgano. El universo se había vuelto loco. Cuando Sasuke retiró la cubierta para vislumbrar a la mujer, ella retrocedió. La humana tenía una mata de pelo blanco. De piel pálida, lucía unos ojos hundidos que se filtraron hasta que le vió y le sonrió con una dulce sonrisa. Una cara donde las arrugas se alineaban reunidas para crear nuevas arrugas era una rareza para Sasuke. Manchas marrones pequeñas salpicaban su piel. Sus labios estaban pálidos y delgados, no tenía dientes. Un tubo de líquido claro entraba en la parte posterior de la mano de la misma hembra. La fragilidad abrumadora agredía sus sentidos. Esa humana estaba cerca de su muerte.

¨ ¿Cómo puede alguien torturar a algo como esto? ¨

Sasuke se horrorizó, odiaba esa emoción, pero se quedó. Era muy joven; Sasuke detectó solamente noventa y cinco años o poco más. La pobre cosa se marchitaba hasta tener el tamaño de un niño. Llevaba una pequeña cubierta y un pañal. Se estremeció y Sasuke agarró una manta para meterla a su alrededor, y luego otra.

¨ ¿Era este el castigo por renunciar a su órgano para bebés? ¿Habían sido sabios los humanos en cuanto a averiguar lo que buscaban los Tonans? ¨

- "¿Hembra?" - susurró. - "¿Qué te han hecho?"

¿Acaso tenía Orochimaru otros experimentos que Sasuke desconocía? Esto era horrible.

- "Hijo mío." - dijo con voz ronca, levantó su mano temblorosa para tocar su mejilla y le sonrió.

El tacto era suave y Sasuke con certeza supo que era una hembra. Estaría muerta pronto y ese pensamiento le entristeció, aunque se odiaba por tener otra estúpida emoción.

- "¿Qué te pasó, pequeña hembra humana? ¿Quién te hizo esto? No sabía que las hembras serían heridas de esta manera. Ni siquiera yo no soy tan cruel."

Él colocó su mano sobre su frente, estaba demasiado caliente.

- "Date prisa, maldita sea." - le espetó una voz. - "¿Por qué estás aquí? Lleva esta camilla al sótano. Sus huesos frágiles y viejos se romperán como ramitas si las puertas se abren y el viento sacude la camilla."

Sasuke se sorprendió cuando una hembra más joven agarró la camilla y empezó a empujarla hacia un pasillo. Su ímpetu aumentó y trotó mientras que la cama se balanceaba.

- "¿Vieja?" - susurró Sasuke. - "¿La hembra es vieja?"

Su escudo parpadeó con los pensamientos. Tanto humanas como Tonans y Castians, las hembras debían envejecer, marchitarse y morir. La habitación apestaba a vieja, a muerte inminente. Sasuke nunca había experimentado la edad, el envejecimiento. Un pensamiento parpadeó. Las hembras envejecían cuando se negaban a aparearse.

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