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La mañana del juego del Clásico de Navidad, me despierto con una llamada de FaceTime de Rosé, que todavía está en la cama.

"Me estoy volviendo loca" dice con la voz entrecortada. "Mi estómago se está retorciendo como un pretzel. Dime que aún estoy a tiempo de dejar el equipo".

"No me preguntes a mí, pregúntale a nuestra capitana" le digo, frotándome los ojos. "Aunque se que ella es un culo duro de convencer". 

"Ja. ja.

Nos levantamos de la cama y nos dirigimos a nuestros respectivos baños, en nuestras respectivas casas, continuando nuestra conversación.

"Ni siquiera puedo orinar" gruñe Rosé, arrugando la cara. "Odio los deportes. Los odio. Estoy destinada a ser un ratón de biblioteca. Soy una Hermione y nunca seré como Cho Chang".

"Eres ambas cosas" Se lo prometo. "Yo también estoy nerviosa, ¡Pero tengo un gran presentimiento sobre esta noche! ¿No estás al menos un poco emocionada?"

Ella gruñe un poco más. Colgamos después de que ella me promete escuchar música alegre durante la ducha. 

Mis hermanas refuerzan mi confianza cuando irrumpen en mi habitación cantando "¡ES EL DÍA DEL JUEGO! ¡ES EL DÍA DEL JUEGO! A LA MIERDA CANDLEHAWK, ¡ES EL DÍA DEL JUEGO!

"¡Canny!" Jadeo teatralmente. "¿Acabas de maldecir?" 

Me abrazan. Jihyo me planta besos en la cabeza y no puedo hacer otra cosa más que reír.

"¡Llevo tu vieja camiseta de práctica!" Dice Canny mostrándomela. "¡Mis amigos estarán tan hartos de que hable de ti todo el día!"

"Cambiaré el nombre de nuestro especial de almuerzo por The Eleven" dice Jihyo, refiriéndose a mi número de camiseta. Mi numero de la suerte: 11. "¡Vas a romperla esta noche, Lis!" 

Jennie me recoge antes de la escuela. Acordamos que ella sería la que nos lleve a la fiesta después del juego, que con suerte, será una celebración espectacular después de que ganemos. Ella está usando el botón con mi foto pegada a su camiseta hoy, lo miro dos veces cuando lo noto. 

"¿Es enserio?" Pregunto, sin siquiera tratar de ocultar el deleite en mi voz. "¿He sido ascendida a tu guardarropa real?" 

Ella se encoge de hombros, las comisuras de sus labios se contraen en una sonrisa. "Es una ocasión especial. Puedo soportarlo por un día".

En la escuela me saludan con un estruendo. La gente me choca los cinco en los pasillos y pegan notas de buena suerte en mi casillero. Los trillizos de Cleveland ruegan por hacerse una selfie con Rosé y conmigo. Incluso Jackson hace todo lo posible para que lo vean hablando conmigo en la fila de la cafetería. 

Para cuando suena la campana avisando el final de las clases, me siento tan esperanzada y segura que abrazo a Jennie cuando la veo. 

"Oh" dice ella, tensándose bajo mi abrazo. "¿Entonces ahora esto se volverá un hábito?"

"¡Lo logramos!" le digo. "No hay manera de que perdamos este juego".

Se ríe, y quizás por primera vez desde que la conozco, es una risa brillante y auténtica. "¿Sabes algo, Manobal? Por primera vez, estoy de acuerdo contigo".

~●~

Las gradas están repletas de fanáticos cuando mi equipo se apresura hacia la cancha. Es lo más lleno que he visto al gimnasio en mi vida, y la gran mayoría de la multitud es de nuestro bando, vestidos de rojo. Decenas de personas lucen las típicas orejas de reno que suelen estar reservadas para los grandes partidos de fútbol.

Ella me vuelve loca (Jenlisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora