3. Orejas: son perfectas

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Opera lo observa a escondidas, tratando de no llamar su atención. No puede evitar fijarse en sus orejas, eran delgadas y puntiagudas, con una curvatura perfecta. A veces, cuando él pasaba por su lado, sentía el impulso de tocarlas, pero se detenía, temía hacer algo que pudiera parecer extraño... no, no era el momento, quizás en el futuro...

Opera sabe que tiene cierta obsesión con las orejas del malhumorado maestro, pero no puede evitarlo. A menudo, se encuentra imaginando cómo sería acariciarlas y acurrucarse junto a él, sintiendo su respiración en su cuello y su cabello en su rostro. Opera tiene una imaginación bastante vívida, aunque no lo demuestra.

Siente que las orejas de Kalego son una especie de perfección mágica que no puede resistir, tienen una belleza casi sobrenatural que le sorprende. A menudo se pregunta si él se habrá dado cuenta de su obsesión, pero no se atreve a preguntarle, prefiere solo admirarlo en silencio.

Pero a pesar de sus dudas y temores, sigue sintiendo esa fascinación por las orejas de Kalego, y no puede dejar de soñar con ellas cada noche.

Por su parte, Kalego había notado hacía horas a Opera, pero no sabía qué hacer. En primer lugar, no entendía el porqué ya eran tres días de ese extraño acoso personal. Se encontraba revisando algunos informes de otros profesores, pero casi no podía concentrarse, ya que tener a Opera mirándolo tan fijamente hacía que se sintiera incómodo. 

— Kalego Sensei, vine a dejarle mi informe!! - Robin se acercaba con esa actitud vivaz de siempre, la que Kalego odiaba.

— Debías entregarla hace dos horas

— Lo siento, estaba ocupado, en fin, aquí la tiene

Una parte de Kalego quería agarrarlo por la cabeza y apretarla hasta que pidiera perdón de rodillas, pero se detuvo cuando vio que le podía ser de útilidad. 

— Como castigo me ayudaras con todo el papeleo

— Eh? Pero usted me prohibió acercarme al papeleo la última vez que hice el informe final, porque me dijo que era el peor informe que había visto en su vi-

— Silencio! - obligó a Robin a sentarse a su derecha, también obligó al joven profesor a sostener los papeles sin ningún motivo para tenerlo ocupado, ahora no podía ver Opera por el rabillo del ojo, así que pudo concentrarse y hacer su labor. Lo que no noto es que ahora era Robin el que estaba asustado. Sentía un aura asesina a su derecha, algo le decía que si no salía de ahí rápido moriría de una manera espantosa... pero sabía que si se movía, Kalego lo mataría...

Había tardado dos horas, pero había logrado terminar su labor, no sabía por qué Robin estaba asustado y la verdad le dio igual. Entregó los papeles a Daly y decidió dar una última revisión a los silenciosos pasillos de la escuela, ya que casi todos los alumnos se habían retirado. Cuando de pronto volvió a sentir esa presencia, la cual conocía bien. 

— Opera sempai, si quiere decirme algo, solo dígalo

— sabías que estaba aquí y no dijiste nada?

— acabo de notarlo

— oh... ya veo  — Opera decidió salir de su escondite tranquilamente — no era nada, solo quería verte

— eh? — Kalego se puso nervioso ante esta aclaración, no sabía como sentirse, cuando de pronto Opera dijo algo más.

—  son perfectas...

— ... 

— no preguntaras el que?

— temo hacerlo

— bueno igual te lo diré

— no es nece

— tus orejas son perfectas Kalego, muy lindas. Me retiro, descansa. 

Dicho y echo Opera se alejó caminando lentamente, dejando a Kalego más que nervioso, con un sonrojo intenso. Esto acaso era un ¿ataque psicológico?  




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