12. Algo más...físico...

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Llegó a su casa y apenas cerró la puerta, se dejó caer contra ella, sintiendo el peso  de lo que acababa de suceder, hacía tan solo unos momentos le había dicho que queria conocerle, que no estaba seguro de qué sentía, le había besado porque le había parecido demasiado tierno y adorable, su Sempai estaba demasiado vulnerable, y era la primera vez que le había visto así, ese instante se había preguntado donde estaba aquel ser que casi le quitaba el aliento y que no dudaba en acosarlo por todo el inframundo cuando estaban solos, había pensado que ese ser era solo una máscara... pero...

No era una máscara, ese ser estaba ahi, ahi mismo y listo para atacarlo...

Opera se lo había advertido, le había dicho que no quería hacer una estupidez, pero Kalego Naberius, el serio, el temido, el estricto profesor había dado el primer paso besandole y estas eran las consecuencias. Podía recordar aquel roce, aquella sensación... por todo su cuerpo. Ahora sumanente afectado, decidió meterse a la ducha, quizas lo único  que lo calmaría seria una ducha fria.

― Maldito, idiota, desgraciado,... pervertido sempai...

Urgente, necesitaba una ducha fria urgentemente. 

...........

Opera caminaba hacia casa... lento, obserbando el cielo, se pellizcaba cada cierto tiempo, porque le parecía irreal, todo le parecía irreal. No solo había besado a Kalego, no... habían pasado muchas cosas. Pero la culpa claramente no era suya, se lo había advertido, pero Kalego le había besado, tecnicamente le había dado permiso a sobrepasar la línea...

De seguro cuando se volvieran a ver Kalego mantendria la distancia, más de lo que siempre hacía, pero ahora era tarde, definitivamente necesitaba besarlo nuevamente... no, mejor dicho, necesitaba tocarlo nuevamente...

Aquel perfecto y dulce beso, en segundos se había convertido en uno apasionado, intenso, salvaje, Opera sabía que esto pasaría, por eso se había contenido tantas veces, y es que Kalego era todo lo que quería... lo que deseaba...

El beso comenzó con una dulzura surreal, pero pronto se convirtió en un torbellino de pasión desenfrenada... iniciada por Opera. Los labios de Kalego y Opera se encontraron en un frenesí ardiente, buscando el calor y la conexión que solo el otro podía proporcionar. Para Kalego, cada roce de los labios de Opera era como una descarga eléctrica que recorría todo su ser, inundándole de un calor embriagador.  Las manos del maestro sin saber cómo se aferraron con fuerza a aquella cintura, sintiendo la presión de su cuerpo contra el suyo mientras se sumergían en el éxtasis del momento,  los límites se habían perdido...

Opera, igualmente, se entregó por completo al beso, dejando que sus sentimientos más profundos se desbordaran, cada momento que se había contenido, cada día en autocontrol, se había desatado ahora. Cada segundo en aquel beso encendía una chispa dentro de su ser, avivando las llamas de un deseo que había estado ardiendo escondido. Las manos de Opera acariciaron suavemente el cabello de Kalego al inicio, invitándolo a acercarse aún más. Sus dedos se deslizaron con sensualidad por los mechones oscuros de forma más intensa con cada segundo, mientras sus ojos transmitían una verdad que no necesitaba palabras. Lentamente comenzó a caminar sin dejar de besar al maestro... guiándolo dentro de aquella choza abierta... 

El mundo exterior se desvaneció en la oscuridad mientras se perdían en el beso apasionado, pues ahora yacian en lo que aparentemente era una cama. Cada suspiro, cada gemido, resonaba en el aire cargado de lujuria, alimentando el fuego de una pasión compartida, ya no solo eran besos, habían caricias furtivas, roces furiosos, y una pasion desmedida.

Cuando finalmente se separaron, tras un último beso a causa de la falta de oxígeno, sus labios húmedos y entumecidos quedaron ansiosos por más, anhelando el roce del otro como si fuera una droga adictiva, fue entonces que Kalego, logrando encontrar algo de autocontrol, intentó mantener la lógica. No estaba seguro de cómo había acabado sobre Opera... pero estaban en una posición demasiado sugerente. Sabía que esto pasaría pero no esperaba que pasara tan rápido, desatar toda esa tensión que tenian desde hacía semanas había sido demasiado delicioso, lo había disfrutado demasiado, pero, se volvía a repetir mentalmente, no se suponía que esto sucediera.

― De...debemos parar...

Todo lo que me gusta de ti...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora