Capítulo 12

1.4K 262 55
                                    

Cuando me despierto en la cama de mi casa, suspiro de alivio, aunque en mi cabeza comienza a sonar cierta cancioncita.

¿En serio?

Hasta que el avión salió del aeropuerto de Jeju estuve en un sinvivir, y reconozco que, cuando llegué a Seúl y puse un pie en tierra, solo me faltó agacharme y besar el suelo, como hace el papa.

Madre mía, qué exagerado soy.

Como cada mañana, recibo primero los buenos días de Makki y después del Comando Fire y, cuando les digo que estoy en Seúl, todos quieren saber. Quedo para comer con ellos en el bar de Kyung. No hay nada que no arreglemos frente a unas cervecitas, unos calamarcitos y unos pinchos.

En cuanto me levanto de la cama, les mando mentalmente toda mi buena energía a Hani, Mingyu y su bebé, luego llamo a mis padres. Les hago saber que estoy de vuelta. Luego escribo un mensaje a Jisoo y, como es lógico, esperaré contestación. Llamo a mi oficina. Hablo con mi secretaria y le informo de que he vuelto y de que me pasaré más tarde por allí. Según termino de hablar con Hwasa, con el móvil en la mano, abro mi lista de Spotify y en el buscador pongo «Adele, Set fire to the rain», y, ¡zas!, aparece la canción que no paro de tararear.

Durante unos segundos miro la pantalla. ¿La pongo? ¿No la pongo?

Ponerla significa pensar en el dios griego y, la verdad, ¿para qué? Pero al final lo hago. ¡Vaya idiota que soy! Según comienza la canción, escucho la letra y, sin poder evitarlo, maldigo a todos mis antepasados. Habla de una chica que tiene miedo a dejar ir una relación toxica y que al final decide quemar eso sentimientos, y darle la oportunidad a un nuevo amor. Quito la canción y me regaño a mí mismo por escuchar cosas que no debo.

Por ello, y deseando alegrarme y sobre todo olvidar, pongo Burn de Ellie Goulding, y comienzo a bailar mientras entro en mi habitación y decido ducharme.

Después de compartir el desayuno con mi gata Makki, que se puso muy contenta al verme aparecer anoche, entro en el despacho que tengo en mi casa y decido escribirle un correo a Jung Hyun. Durante unos instantes pienso qué poner en ese email. ¿Qué me invento? La historia de la mujer de Dong Hae me llegó al corazón, pero, consciente de que he de zanjar el asunto antes de que mi profesionalidad se vea aún más perjudicada, escribo:

Buenos días, Jung Hyun:

He tenido que regresar a Seúl por razones personales.

Quiero agradeceros a ti y a tu equipo la amabilidad que he recibido de vosotros y la oportunidad que me habéis brindado, pero por motivos de trabajo he de declinar vuestra oferta. Dicho esto, puedo poneros en contacto con otros profesionales del sector que sin duda os harán unas estupendas campañas de promoción, en Corea y fuera de ella.

Un saludo, en especial a tu padre, y espero que todo os vaya bien.

Park Jimin.

Antes de enviarlo lo releo al menos diez veces. Quiero que suene profesional y con sentimiento, pero no grosero. Y, una vez que lo tengo seguro, le doy a «Enviar» y sonrío.

¡Se acabó el problema!

Satisfecho, me levanto de la silla de mi despacho y, tras vestirme, me voy a hacer algo de compra. ¡Tengo la nevera que da miedo!

A las dos de la tarde estoy agobiado. He recibido un par de llamadas de Jung Hyun, pero no le he cogido el teléfono. Mal por mí. Esto no es profesional, pero, sin querer pensarlo, entro en el bar de Kyung, donde me esperan mis amigos.

Me siento a la mesa y me miran los tres. Por cómo lo hacen sé que han hablado. Nos conocemos hasta por nuestra manera de respirar.

—Pero ¿tú no ibas a quedarte unos días en Jeju? —pregunta Namjoon.

You are my destinyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora