Capítulo 61

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Cuando el cortinón del Auditorio de Seúl se abre y Taemin y yo aparecemos en el escenario, los focos nos ciegan mientras suenan los aplausos de los asistentes.

Estoy nervioso. Mucho. Estoy atacado de los nervios, pero, sacando la frialdad y la profesionalidad que me caracterizan, oculto esa inseguridad que el momento me ha creado y mi compañero y yo damos la bienvenida a los asistentes al premio, y, siguiendo el guion en el que hemos trabajado, vamos presentando uno a uno mediante diapositivas a los enólogos nominados y sus bodegas. Ni que decir tiene que, cuando sale la diapositiva de Jungkook, el cuerpo se me revoluciona aún más.

Tras la presentación, Taemin y yo bajamos del escenario. Comienza la cena de gala y, sin abandonar la sonrisa, camino por el salón en dirección a mi mesa. Pero, claro, antes de llegar debo pasar junto a la que están mis padres y los Jeon. Es lo mínimo que puedo hacer y, tomando aire, me aproximo a su mesa mientras saludo a los asistentes que me encuentro a mi paso.

—Pequeño, qué orgulloso me siento de ti —suelta mi padre antes de que yo pueda decir algo.

Asiento, le doy un beso y cuchicheo:

—Papá, te he dicho que no me llames así aquí.

Él sonríe, yo también, y, dándole un beso a mi madre frente a la atenta mirada de los Jeon, le susurro al oído:

—Os voy a matar...

Ella sonríe y, sin dudarlo, musita:

—Lo sabemos, my love, pero merecerá la pena.

Intento no cambiar mi gesto, y a continuación mi hija me toma la mano y dice:

—Papá, nunca te había visto tan guapo.

Apurado, la miro. Vuelvo a besarla, y entonces oigo que Jungkook, que está a su lado, señala:

—Él siempre está precioso.

Según dice eso lo miro. Como mencione mis ojeras le estampo un plato en la cabeza.

Ay, Dios... Ay, Dios... ¡Pero qué guapo está!

Tenerlo tan cerca hace que las rodillas se me doblen y, agarrándome a la mesa, dejo de mirarlo. No puedo..., es que no puedo. Por ello miro al resto de los presentes y, sin perder la sonrisa, saludo:

—¡Qué alegría veros aquí!

—La alegría es nuestra, mi niño —afirma Dong Hae.

Un silencio extraño se hace entonces en la mesa. Está claro que aquí pasa algo raro...

De pronto noto que alguien me agarra de la cintura y, al volverme, veo que se trata de Hyun Seok, que con galantería dice:

—Te acompañaré a nuestra mesa.

Agradecido por su apoyo, que en este momento me viene de lujo, asiento y, tras mirar de nuevo a la mesa donde están mi hija, mis padres y el clan Jeon, indico:

—Disfrutad de la cena, ¡y suerte con el premio!

—¿No te quedas con nosotros? —pregunta mi padre. Enseguida niego con la cabeza.

—Las mesas están asignadas, y la mía es otra.

Dicho esto, sin mirar a Jungkook, que posiblemente no me ha quitado ojo, me agarro a Hyun Seok y caminamos hasta nuestra mesa. Cuando me siento, tras saludar al resto de los comensales que nos acompañan, miro a Hyun Seok y susurro:

—Gracias. Él sonríe.

—Me he dado cuenta de que necesitabas ayuda —musita.

—Mucha —afirmo tras beber agua.

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