Capítulo 32

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En el trayecto mantenemos una calma tensa. La tensión sexual que siento entre nosotros es tan fuerte que apenas puedo respirar con tranquilidad. Estamos solos. Nos hemos besado y, Dios, ¡cómo me gustan sus besos!

Suena música. Esta vez no he sugerido cambiarla ni he tocado nada, pero de pronto lo oigo tararear la canción que suena. ¿En serio está cantando? Y, sonriendo, pregunto:

—¿Qué canturreas?

—This love, es de Maroon 5. —Sonríe—. ¿Lo conoces?

Me apresuro a negar con la cabeza. La música que le gusta a Jungkook y la que me gusta a mí no tienen nada que ver. De hecho, hasta el momento, de lo que ha sonado, a excepción de dos canciones de Adele que conozco por Taehyung, el resto de la música me es totalmente desconocida.

—No. No lo conozco —contesto.

Tras cruzar lo que a mí me parece la isla entera, llegamos hasta un sitio donde hay tres vehículos aparcados y, después de dejar el nuestro allí, yo tomo mi bolso y Jungkook se hace con una toalla. Luego abre una nevera que lleva en la parte trasera junto a su tabla, saca de ella unas botellas de agua y las guarda en una mochila negra que se cuelga a la espalda.

Hecho esto, y una vez cerrado el vehículo, comenzamos a caminar en silencio y sin apenas rozarnos por un sendero, hasta que digo:

—¿Puedo preguntarte algo?

—Puedes...

Tengo mil preguntas en la cabeza, pero, intentando no soltarlas todas a la vez, digo:

—¿A qué cena tenías que ir que has declinado la oferta y por qué parecías tan enfadado?

Jungkook asiente.

—La organización del Premio Jinro quiere que vaya a las cenas de recepción que ofrecen a los participantes del evento que van llegando a la isla. Hoy por hoy he asistido ya a tres aburridas cenas, y de momento les he dicho que no cuenten conmigo para más.

—¿Por qué?

—Porque prefiero emplear mi tiempo contigo.

Woooooo, ¡lo que me entra por el cuerpo!

Desde luego no se anda con rodeos. Va directo al Agapito, bueno..., al grano. ¡Me gusta!

Oír eso que no esperaba me hace sonreír como un tonto e, incapaz de callar, pregunto:

—¿Tienes algo con Ae Ri?

En cuanto lo suelto me acuerdo de mis antepasados... ¡Pobres! Pero ¿qué hago preguntando eso?

Jungkook me mira y dice:

—Una buena amistad.

Bueno, esa respuesta no me vale, e insisto:

—¿Solo eso, cielo?

¡Otra vez!

Pero ¿por qué no cerraré esta maldita bocaza?

Jungkook se detiene, me mira y sonríe. Y, agarrándome por la cintura, me acerca a él e indica:

—Ae Ri y yo somos amigos desde hace mucho, puesto que nuestras familias se conocen desde siempre y ambos somos los enólogos de nuestras respectivas bodegas. Y, sí, hubo algo entre nosotros hace años, pero por mi parte es agua pasada.

Asiento. ¡Lo sabía! Esa respuesta me vale más y, dejándome llevar, lo beso.

Me gusta besarlo. Me gustan su boca, su sabor, su tacto.

Madre mía..., ¡me gusta todo de él! Y solo espero que esta muestra mía de deseo la entienda como la tiene que entender. Cuando doy el beso por finalizado Jungkook cuchichea:

You are my destinyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora