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—¿No podríamos simplemente asentarnos? Podríamos hacer un refugio, y esperar las dos semanas que faltan —propuso Hana.

—No, porque si nos quedamos quietos, será más fácil que nos encuentren. Y seguramente, habrán más que intentarán hacer aliados. Entonces, lo mejor es atacarlos mientras estén solos y conseguir sus colas de conejo —le dijo Biel.

—¿N-No se suponía que ustedes no están compitiendo por eso? —le preguntó confundida.

—No, pero si se da la oportunidad, debemos aprovecharla. Además, Kaelan ya hizo su propio trato con los Redrivers, esas tierras serán de él. Yo también quiero un territorio propio, para cuando forme mi familia.

—¿Tú también formarás tu familia ahí, Kaelan? —sonrió Hana.

—No —pronunció frunciendo el ceño—. Yo ni quiero formar una familia.

—¿Por qué no?

—Las crías no son para mí.

—Bueno, puede ser que no quieras tener cachorros, pero podrías unirte a una mujer igual.

—No —le dijo indiferente—. Porque eso supone tener crías a futuro de todos modos.

Blake observó a Hana y luego a Kaelan... Sí, ella estaba muy interesada en él.

🌘🌘🌘

—Oculten su aroma —murmuró, antes de bajar del árbol sigilosamente.

Si algo tenía Brenda, era ser muy silenciosa y sigilosa. Se acercó suavemente al grupo de machos que había allí, y sonrió al tomarlos por sorpresa, saltando en frente de ellos.

La movilidad de su cuerpo era envidiable, sus artículos eran muy flexibles. Algo que usaba a su favor a la hora de pelear.

—Vaya, que guapos —sonrió.

—¿Dónde está tu clan? —preguntó el líder.

—Creo que me perdí —pronunció haciendo un mohín, en un tono suave de voz—. Llevo buscándolos hace como dos horas.

Observó que uno de los tipos la estaba mirando, y sonrió levemente, mirándolo.

—¿Podrías ayudarme a buscarlos?

—Claro, pero mi ayuda no te saldrá gratis.

—¿Qué quieres a cambio? —sonrió traviesa, acercándose lentamente a él.

Sabía que habían bajado la guardia, podía olerlo.

—Sabes muy bien lo que quiero de ti —gruñó.

Ella miró al líder y luego se mordió el labio inferior.

—¿Te molesta si me lo llevo un ratito?

—Si quieres hacer algo con él, será aquí en frente de todos.

—Puff, que aburrido.

Los observó, pensando que ellos eran siete y en su clan solo cuatro. Tenía que dividirlos de algún modo. Especialmente, llevarse al líder.

—Ya sé, si no confías en mí, que vengan dos entonces conmigo ¿Qué dices? —sonrió traviesa—. Incluso podrías ser tú y ser el primero.

La miró a los ojos, y luego le hizo seña con su mano al otro tipo, para que la siguieran. Brenda sonrió y los tomó a cada uno de las demás, llevándolos hacia el bosque.

Y no hizo más que poner un pie dentro del mismo, que el líder de ellos la tomó de la nuca y la empujó contra un árbol, presionándole el rostro contra la corteza.

—No sé para que mierda les dejan competir a las hembras. Alfa, beta u Omega, su única función es la de dejarse follar, nada más.

Brenda apretó los puños, antes de llevar ambos brazos hacia atrás y clavarles las uñas profundamente en el brazo, haciéndolo sangrar.

—!¿Qué crees que hacés, maldita perra de mierda?!

Se impulsó con sus piernas, usando el árbol, y logró que la soltara, antes de saltarle encima y tomarlo del cuello, sin soltarlo cuando él la sujetó de las caderas.

—Ahora sabrás si sólo sirvo para follar —sonrió antes de morderle el cuello.

Su compañero intentó ayudarlo, cuando empezó a gritar de dolor, y antes de que pudiera golpearla, lo soltó, limpiándose la boca.

—Te voy a destrozar.

Sonrió y le dió un puñetazo en la nariz, rompiéndola.

—A ver, vamos, pégame —le dijo dándole un segundo puñetazo en el rostro—. ¡Vamos! Demuéstrame cómo me ibas a destrozar.

El tipo le lanzó dos puñetazos, que ella esquivó gracias a la agilidad de su cuerpo, y le patió uno de los tobillos, tirándolo al suelo.

Se le subió encima y le sonrió, antes de comenzar a darle un puñetazo tras otro en el rostro.

—¿Seguro sólo sirvo para follar, cerdo asqueroso? ¡Vamos! ¡Habla! ¡Dímelo! —gruñó golpeándolo con fiereza, hiriendo sus nudillos con sus huesos rotos—. ¡¿Por qué no hablas?! ¡¿No que ibas a destrozarme?!

—Branda, es suficiente, vamos —pronunció uno de sus compañeros llegando a ella, agitado, luego de haber conseguido la cola—. Brenda.

Pero la joven no lo escuchó, continuó golpeándolo sin parar, hasta destrozarle la cabeza.

—Brenda.

Lo observó y le gruñó, agitada.

—Tranquilízate, somos nosotros.

Salió de encima del cuerpo y los observó con rabia, gruñendo, sin saber quiénes eran.

—Demonios, tiene esa expresión nuevamente —murmuró uno de los muchachos.

—Brenda, volvamos a casa. Mamá te espera.

Al escuchar aquello, la joven rubia dejó de gruñir, antes de caer al suelo y tomarse del pecho, intentando respirar.

—Tranquila, calma, estás a salvo. Respira —le dijo acariciándole la espalda—. Eso es, tranquila —pronunció acostándola en el suelo—. Duerme un poco.

—Le destrozó la cabeza —pronunció aturdido uno de los chicos.

—P-Prácticamente se la arrancó —murmuró otro.

—Al menos esta vez no le arrancó el corazón —suspiró el primer muchacho, tomándola en brazos—. Busquemos un lugar seguro hasta que despierte, le llevará un par de horas volver en sí.

...

Competencia De AlfasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora