Capítulo Cuatro

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Jongho bajo el hacha en su mano con agilidad, precisión y una fuerza sorprendente contra el tronco del árbol para sacar trozos de leña.

La tarea era fácil para el por su constitución grande y fuerte, pero eso no quería decir que no se agitara y no sudara por el calor.

Su cuerpo yacía cubierto por una fina capa de sudor. Los músculos de su espalda y brazos flexionándose en cada embestida del hacha contra la madera y su pecho desnudo, que facilitaba un poco la tarea de refrescar su agitado cuerpo gracias al aire que corria por su campo.

Cortar leña siempre le había agradado. Ya que en el acto podía maniobrar el hacha a su gusto, con toda su fuerza y rabia contenida. Sacar la espina que tenía ensartada y le molestaba fue una de las razones que motivó a ver ese tronco de árbol en su patio como un enemigo, como una amenaza, como un rival, como una puta peste que necesitaba ser eliminada de raíz.

Así como necesitaba arrancar de raíz toda emoción influenciada en su cuerpo por cierto hombre de ojos oscuros, piel suave y bonitos labios. Hermosos y exquisitos.

Maldito infierno.

Dejó caer con fuerza el hacha contra el tronco, partiendolo a la mitad en un golpe certero.

Gruñó agitado y limpio con su brazo su frente sudorosa, sintiendo la necesidad de hidratarse con el líquido vital para la vida humana: Agua.

Dejó ensartada el hacha en otro tronco y caminó los pocos pasos que los separaban de la vasija de agua, la cogió con una mano y la elevó hacia su boca bebiendo con codicia la mayoría del líquido. Con un suspiro satisfecho dejó la vasija y volvió a su lugar anterior con la fuerza del viento alborotando su cabello azabache, refrescando su rostro y pecho.

Su pecho vibro en un gruñido sintiendo una agitación extraña. Alguien estaba llamando a la puerta principal, con la frente fruncida se giró y observó la puerta con una mueca disgustada.

¿Quién podía ser? ¿Sus padres esperaban a alguien? porque él, no.

No alcanzó a levantar el hacha, así que se giró por completo y camino hacia la puerta de madera. Sus instintos se agudizaron en alerta y cuando abrió la puerta miró al frente.

Sus malditas feromonas salieron disparadas, agitadas y potentes. Su olor a Alfa los rodeó malditamente mal, Jongho les gruñó.

Su Rey solo elevó una de sus cejas, interrogativo ante su comportamiento maleducado.

El escrutinio que le hizo su Rey con sus bonitos ojos oscuros encendió un fuego arrasador en su cuerpo, logrando que se removiera incómodo y dejara salir más de sus feromonas.

No había visto al rey Kang desde hace una semana, donde fue hasta su trono a exigir como derecho algo que le fue impuesto como responsabilidad. Fue tan malditamente territorial que le había importado una mierda haberle faltado el respeto a su majestad en frente de un grupo de fuertes Alfas.

El reclamó, dominó y controló lo suyo.

Tan malditamente mal.

Fue estúpido y Jongho lo sabe, fue consciente de eso una vez que se vio en el alfombrado del trono de su majestad con la afilada espada en su cuello, Yeosang se veía muy enojado y a Jongho le había valido una mierda sus instintos agresivos por la amenaza de perder su responsabilidad.

Su Rey era su responsabilidad y no estaba dispuesta a aceptar lo contrario.

Jongho era obstinado, tan estúpido.

Se sintió muy avergonzado cuando Yeosang le había explicado lo imprudente que fue su acto, ya que ese día el rey estaba enfrente de un grupo de Alfas que formarían parte del ejército de Corea, no era para escoger al candidato que reemplazaría a Jongho. No.

Rey Omega {Jongsang Adap}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora