Rey Omega {Jongsang Adap}

Capítulo Dos

Jongho quito el sudor de su frente con ayuda de su brazo. Estando en cunclillas quitaba las hojas secas que caían en la tierra alrededor de sus cultivos, una cubeta al lado suyo le ayudaba en la tarea de recolectar la basura innecesaria y la otra cubeta le ayudaba a trasladar el abono para sus plantas.

Esa mañana extrañamente Jongho se había levantado de buen humor y mucho más contento. Sus padres con curiosidad se preguntaban el motivo de su gozo, ya que era extraño ver a su hijo silbar y mantener una sonrisa en su rostro todo el día. Cabe recalcar que Jongho no era un hombre amargado, él era un joven feliz, amable y servicial que mantenía una sonrisa amable para todos, incluso para sus cultivos. Pero ese día era especial, las feromonas que expulsaba eran de gusto, satisfacción, felicidad y emoción.

Jongho se había lavado las manos para luego coger una canasta e ir hacia sus cultivos, al llegar empezó a cortar las mejores hortalizas de sus plantas para elaborar una deliciosa ensalada.

Las hortalizas más hermosas, jugosas y coloridas.

Al Alfa lo rodeaba un aura muy bonita que llegaba a ser contagiosa, animado entro a la casa y prosiguió a preparar una variada ensalada con el profundo anhelo de tener algo preparado para su majestad, quería que su Rey probara sus cultivos y el mismo juzgará sus habilidades. Ese deseo fue extraño para Jongho pero eso no lo detuvo en llevarlo a cabo.

Su Rey hacía el esfuerzo de cabalgar largos kilómetros desde el trono hasta llegar a su campo, por eso Jongho quería recompensar ese esfuerzo alimentando a su majestad, solamente era eso. Jongho quería convencerse de que ese instinto de cuidarlo que sentía era solamente una recompensa para el Omega por su tiempo y esfuerzo, no porque en realidad deseaba con todo su ser alimentar y proveer para su rey.

Choi frunció su entrecejo mirando con detenimiento la mesa llena de distintos alimentos. Desde arroz, puré, tortillas, carne y ensalada, hasta una jarra con agua que el alfa decidió colocar porque algo le decía que su majestad tendría mucha sed una vez pisara su hogar.

El Alfa había colocado la mesa en un lugar agradable y fresco, cerca de su campo de cultivo con la necesidad de mostrarle a su rey lo que había hecho con sus propias manos. Jongho deseaba una aprobación, un elogio, felicitaciones... de su rey.

No entendía ese sentimiento, no sabía que era, así que mejor decidió pasarlo por alto y hacer lo que su instinto le decía.

Tal vez era lo mejor.

Además, necesitaba trabajar con Yeosang. Tenía que trabajar duro con el Omega para ganarse el honor de estar a su lado en la gestación de su bebé y también una vez este naciera.

Su rey no se lo pondría fácil, eso lo sabía de antemano. Pero él aceptó el reto e iba a conseguir lo que se propuso.

Una vez el Alfa vió todo bien arreglado y preparado, dio su aprobación. Le gustaba mucho realizar sus propios deberes, su rey sería su responsabilidad el día del celo y cuando esté en gestación, por eso quería demostrarle a su majestad que era completamente capaz de ser responsable.

Jongho se fue a cambiar de vestimenta poniéndose uno de los tantos Hanbok que su majestad le mando hace cuatro días junto al comunicado de que llegaría justo ese día, su rey le había mandado la orden estricta de aceptar y conservar los Hanbok. Quería que los tuviera puestos para cada llegada del rey a su hogar, no deseaba ver al padre de su heredero vistiendo informal en su presencia, resignado el Alfa había aceptado, guardando en su armario cada uno de los Hanbok.

El Alfa echó un poco de agua en su rebelde cabello azabache para así poder domarlo y peinarlo, una vez listo produjo más de sus feromonas para acondicionar el traje tradicional y que este oliera bien. Jongho sabía que tenía un aroma agradable para los Omegas, muchos de ellos se lo habían dicho mediante elogios muy desvergonzados así que tal vez a su majestad también le agradaría, eso esperaba, mas como una necesidad.