Capítulo Díez

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Cinco meses después...

Habían llegado las fiestas de Septiembre en la nación de Corea, donde en cada distrito del Sur los pueblerinos celebraban de distintas maneras la ceremonia de apertura de la feria del cultivo.

Una feria donde el mercado del centro era la mayor atracción de los habitantes, por la abundante diversidad en ventas de especies de plantas para siembra, verduras, frutas y hortalizas a un precio bajo, asi como utensilios domésticos y diferentes estructuras de madera desde sillas, mesas, bancos etc...

Un día alegre y festivo donde se reunía la mayoría de la gente de ese distrito, las personas a cargo de una actividad productiva como el ganado bovino y porcino así como también los agricultores de los diferentes alimentos fueron los prioritarios productores encargados de acondicionar los materiales alrededor del mercado para una mejor comodidad de las personas. El resto de los pueblerinos también ayudaron a la causa por ejemplo, los omegas agregaron ese sutil toque acogedor y delicado como los arreglos y los alfas se habían encargado de las estructuras más complejas, como la iluminación y el orden de los tramos asignados para cada comerciante que ofrecía sus productos para la feria entre otras cosas.

Unos habían podido elaborar todo con éxito, la ayuda mutua entre la gente del pueblo fue más que eficiente, incluso los niños fueron de mucha ayuda en la tarea de llevar de la mano a los adultos mayores para que incluso estos disfrutarán de la actividad.

La noche había caído dando paso a la bonita festividad, muchos de los presentes yacían con la vestimenta más apropiada para el momento. La mayoría iba y venía con el objetivo de entretenerse con la visión de los distintos productos que ofrecen los comerciantes en sus mesas en la bonita feria, compraban productos, comida en la gastronomía ofrecida de manera gratuita, reían, se abrazaban, compartían experiencias y hablaban de muchas cosas.

Esa noche era especial para los pueblerinos, esa noche de festividad no había una hora estipulada para irse a casa, el carisma y alegría era contagiosa se percibía la felicidad de las personas, muchas sonrisas, la variedad de aromas mezclados con emociones de satisfacción y gozo.

La gente estaba feliz.

Pero Jongho no lo estaba, la feria del cultivo no tuvo la reacción esperada que creyó que tendría en su sistema. La alegría de las demás personas se veía contagiosa, no obstante no había causado que volviera la calidez de ver a su gente divertirse como lo hizo años anteriores y Jongho temía que esa actitud siguiera arruinando más su interacción con su gente.

El Alfa no se sentía bien, la soledad instalada en su pecho desde la partida de Su majestad había dejado sin duda un dolor nauseabundo, que hacía imposible la recuperación de su estado de ánimo sin la presencia y la esencia de su Omega.

Jongho había formado un lazo con su Rey, la marca era algo irremplazable, única y especial. Conectaba a dos compañeros destinados a permanecer juntos de por vida.

Y Choi se sentía decepcionado por haber perdido el suyo demasiado pronto, sin tener siquiera la oportunidad de poder pelear y ganar el corazón de Su majestad.

Sin embargo, no le fue permitido por la razón de que una semana después que su Rey se haya ido de su casa también había dejado el reino de Corea para ir al encuentro con el rey del Norte y llevar a cabo una reunión importante de negocios y soluciones limpias.

Los territorios del Sur que colisionan con los extremos del Reino del Norte se habían visto invadidos por soldados del ejército del Norte causando una revuelta con los del Sur, debido al intento de despojar sus tierras sin la autorización del Rey Kang. Había sido un caos total, porque Yeosang no había permitido bajo ninguna circunstancia que el enemigo intentará invadir sus tierras e intimidar a su gente a la fuerza, para despojar sus territorios solo porque así se les fue ordenado por parte del rey del Norte al no haber llegado a ningún acuerdo con el rey Omega del Sur.

Rey Omega {Jongsang Adap}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora