─¿Mi esposa? Ella es mi
razón para vivir. La amo
demasiado, y... por ella
soy capaz de hacer cual-
quier cosa─
─¿Mi esposo? Es muy
tierno y cariñoso conmigo,
...
Hori fue empujada contra una pared. Tras el impacto la pobre damisela aguantó un chillido y miró a la persona que le atacaba, no la reconoció.
Dicha persona se quitó la capucha que llevaba, revelando a un hombre bastante guapo. ─¿Es usted la esposa de Sano Manjiro?─ Preguntó.
─Ehh...─ Hori se puso a pensar.
¿Debería decir la verdad o no?.
¿Quién será este hombre? Es un poco lindo, pero no se compara a Manjiro, mi esposo es un papusho, su cara parece tallada por los mismísimos ángeles ¡ES SUPER HOT!.
¿Qué demonios ando pensando?
Saliendo de sus pensamientos decidió no decir la verdad, por si acaso. ─No lo soy. Solo somos amigos─ Contestó.
El hombre suspiró. ─Lo siento, supongo que me equivoqué de persona otra vez─
Ella miró su reloj y se dió cuenta que en unas pocas horas, su marido llegará a casa.
─Lo siento Doraken-san, me tengo que ir─ Hizo una pequeña reverencia.
─Está bien; lo siento de nuevo─ El hombre alto imitó su acción.
Hori se dirigió a su casa y Draken observó cómo se alejaba. AckermanHori... ¿por qué ese nombre se me hace familiar? Comenzó a caminar en la dirección contraria.
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No puedo esperar a verla. La extrañé demasiado.
Inconscientemente sonrió al recordar a su bella y amada esposa, Hori. Ansiaba ser recibido con una de sus bellas sonrisas, y uno que otro besito.
─Estoy en casa─ Mikey anunció al entrar en la casa.
En lugar de recibir una de sus habituales y cálidas bienvenidas, fue recibido por un silencio absoluto. Se sintió ligeramente decepcionado, mientras se preguntaba por qué Hori no vino a recibirlo.
─Amapolita─ Llamó, pero tampoco recibió respuesta.
Comprobó en la sala de estar, pero no estaba. Comprobó en la cocina y tampoco.
Cuando entró en el comedor, finalmente la encontró, estaba dormida en una silla, semi-acostada sobre la mesa, a su lado habían varios dorayakis.
Mikey sonrió mientras caminaba hacia su esposa.
─Hey mi florecilla, estoy en casa─ Le habló en un tono suave mientras le acariciaba el cabello, haciendo que los ojos de la dama se abrieran con pereza.
Miró a su marido y al reconocerlo sonrió. ─Bienvenido a casa─ A pesar de estar media dormida, se las arregló para sonreírle.
─Vamos a dormir─ La chica asintió y él la cargó estilo princesa, entonces la chica se acordó de los dorayakis que había hecho.
─Espera-─ Llamó su atención, haciendo que él la mirara. ─Hize dorayakis para ti─ Hori dijo mientras apuntaba el plato sobre la mesa lleno de dorayakis.
Mikey la bajó para poder abrazarla, y así lo hizo, para luego darle muchos besitos por toda la cara. ─Tengo tanta suerte de tenerte. Te amo muchísimo mi amapolita─ Mikey murmuró en su oído mientras dejaba un beso en su cuello, haciendo que sus pelos se erizaran y una corriente recorriera todo su cuerpo, provocándole escalofríos y sensación de acaloramiento, olvidando el sueño que tenía.
─¡Yo te amo más!─ Hori sonrió y tomó su rostro entre sus manos para besar sus labios, ahora no sólo con ternura, si no más bien con pasión.
Él correspondió inmediatamente y la cargó para llevarla, entre beso y beso, a su nido de amor.
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