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— ¡QI RONG!, ¿QUÉ TE DIJE DEL CARTEL?

— ¡YA LO IBA A CAMBIAR, DEJA DE JODERME!

La cafetería ya estaba repleta de murmullos, ruido de tazas, licuadoras y pasos apresurados. Incluso cuando el ojiverde no había cambiado el cartel, era un hecho el saber que la cafetería que se encontraba cerca de la Universidad estuviera abierta antes de que el primer alumno llegara a su primera clase.

El acogedor lugar era propiedad de Shen Qingqiu, quien era un viejo amigo de la Carrera.

Lo había conocido en el primer día en la clase de Sociales, decir que su encuentro fue de lo más amigable sería mentir, pero para su buena o mala suerte, les había tocado trabajar juntos en casi todas las materias, y con ello el tratarse más hasta llegar a ser buenos amigos.

Cuando se graduaron, no podían encontrar trabajo. A Shen le habían heredado una vieja cafetería.
Necesitaba unos cuantos arreglos, unos cursos para aprender a hacer café y mano de obra, pero bien podía invertir sus pocos ahorros.

La idea le fascinó al ojiverde, pues de hecho, quería ir a la Universidad que estaba enfrente del inmueble para aplicar al puesto de Profesor, pero su currículum no era suficiente. Además, no acompletaba para pagar la maestría que le pedían.

Ambos, unieron sus pocos ahorros y con varios trabajos de medio tiempo, después de año y medio lograron remodelar por completo el espacio, sin contar que en la parte de arriba la utilizaban como casa.

— Hola, buenos días. Quisiera un matcha con dos de azúcar, dos muffins de plátano y una rebana de pay de elote. Por favor.

Un chico de lindos ojos café pedía mientras un ojeroso Qi Rong lo atendía.

— Serían $100, ¿pago en efectivo o tarjeta?

— Tarjeta, por favor.

— Claro.

Qi Rong cobro y paso la orden al chef, que era nada más y nada menos que el lindo novio de Qingqiu.

— Binghe, necesitamos más de tus muffins y más pay de elote. Tan temprano y ya se acabó.

— Entendido A-Rong.

— No me llames así.

— Pero Shizun te llama así.

El pelinegro frunció el ceño. No entendía nada a esa parejita que en algún momento el juego de roles era tan natural que incluso utilizaban sus sobrenombres enfrente de él.

— Lo que sea, necesito que esas manos tuyas hagan más pan... Ahora. Hay una fila interminable pidiendo tus postres. Así que apresurate.

— Trabajando — Binghe le regaló una brillante sonrisa mientras, ponía la playlist y comenzaba a trabajar.

El día fue muy ajetreado, incluso en la hora de la comida, llegaban profesores y más alumnos.

Eran las seis de la tarde, hora de cerrar.

El último cliente salió y Qi Rong, por fin pudo cerrar un momento sus ojos.

Había soñado con esa persona otra vez, no podía reconocer su rostro y cuando despertaba quería dibujarlo pero lo único que lograba trazar eran unos finos labios y una barbilla afilada. Esa noche se había repetido el sueño del fuego, y él convirtiéndose en una bola verde en llamas.
De alguna manera, no podía sacarse la palabra "Gu Zi" (que suponía era un nombre) de la cabeza pero incluso sin saber que era o de quien se trataba lo llenaba de un orgullo sin igual.

— ¿Otra vez dormiste mal?

Shen Qingqiu sabia sobre los sueños, y todo lo que conllevaba.

— Sí, estoy harto, ¿sabes? — soltó un suspiro cargado de frustración para continuar —, desde hace un año los sueños han sido más constantes y siempre es lo mismo.

ℝ𝕖𝕖𝕟𝕔𝕒𝕣𝕟𝕒𝕔𝕚ó𝕟.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora