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— ¿Qué?

Shen Qingqiu sólo pasaba su mirada de uno a otro.

No entendía.

Además se le hacía de mala educación que ese apuesto hombre de ojos dorados haya tomado de manera brusca a Qi Rong.

Quería ir por Binghe para que sacará al intruso del local, pero presto más atención a su amigo de ojos esmeraldas.

Era cierto que A-Rong le había contado de esos sueños, pero no lo había visto tan alterado como el día de hoy.

— Alto, alto, alto. Primero, buenas noches — Shen quería darle tiempo al ojiverde de que procesará todo lo que estaba ocurriendo, porque su semblante era una combinación de confusión y alivio—, segundo ¿lo conoces?

Esa pregunta había sido para Qi Rong, por un momento pensó que diría que sí pero un destello en sus ojos lo hizo dudar.

— ¿Eh?

— ¿Cómo que eh?

— Lo siento, buenas noches.

Aquel apuesto hombre también había salido de esa extraña ensoñación que había tenido. Ahora que no tenía su ceño fruncido y una mirada un poco más calmada, se veía más guapo.

— Me llamo Lang Qianqiu, soy nuevo por aquí.

— Ajá — Shen por su parte, ya se había puesto delante del bajito mientras se cruzaba de brazos—, Shen Qingqiu. Si no lo notó, ya cerramos. Puede regresar mañana.

— Ah.

Shen rodó los ojos, al parecer los monosílabos era algo que tenían en común.

Un silencio incómodo se instaló.
Qi Rong quería salir corriendo a los brazos de ese desconocido, pero no podía, ni lo conocía por dios.

En una mesa cerca de donde se encontraban, estaba aquel estudiante de cabello rosado junto con su amigo, comiendo un sandwich de pollo prestándole atención a la escena que se desarrollaba ante sus ojos.

— Regrese mañana por favor.

— Sólo quisiera pedir un café.

— Ya no est-

— No te preocupes Shen, yo lo hago.

Qi Rong por fin había podido controlar un poco más sus emociones, a pesar de sus ojos cristalinos y aún confundidos, regalo a los presentes una de esas sonrisas dónde mostraba uno de sus colmillos.
Sonrisa la cual hechizo una vez más al ojimiel y sin ser consciente de las reacciones de su cuerpo, alargó uno de sus brazos para posar su mano en la mejilla del contrario, y este sintió electricidad dónde sus pieles se tocaban ocasionando que inclinara su cabeza, pues necesitaba más.

— Bueno, a ver... No puede invadir espacios personales, señor. Respete.

El propietario se estaba exasperando, no le daban respuestas claras aunque era excepcional el como su mejor amigo era un conjunto de contradicciones, pues se veía tan frágil pero fuerte al mismo tiempo.

— Lo siento, lo siento, lo siento.

Lang Qianqiu, aquel hombre que sólo había sentido algo parecido al amor romántico durante sus 27 años de vida no podía dar una respuesta adecuada a sus acciones.

Su cerebro era gelatina, sabía que la persona que buscaba en la vida real, aquella que se manifestaba en sus sueños, era el pálido ojiverde frente a él.

Por su parte Qi Rong tenía sus sentidos alertas, por alguna razón la tristeza del día se intensificó cuando aquel ojimiel lo tomo de la camisa, al igual que el contrario su mente era papilla, quería que aquel hombre alto y de gran porte lo pusiera entre sus brazos para reconfortarlo y darle un beso en su frente, una luz blanca entró a su campo de visión y todo se volvió negro.

ℝ𝕖𝕖𝕟𝕔𝕒𝕣𝕟𝕒𝕔𝕚ó𝕟.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora