Cinco

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Ya era prácticamente imposible para su cabeza distinguir lo que realmente sucedía, todo era confuso y sus pensamientos intrusivos no ayudaban en nada. Esperaba que Atsushi pudiera tener una buena suposición, porque Kunikida no le fue útil en nada.

"Pásame otro consejo Sushi, por ese... ese no me sirvió, sinceramente" le dijo al menor por llamada, el albino pudo reconocer el agua del río de fondo. Sólo suspiró y le dijo que si, entendía que los mayores a veces también eran muy idiotas.

No fue difícil saber que Dazai se había intentado lanzar al río otra vez, tampoco intentó fingir sorpresa por ello cuando se vieron a las afueras de su residencia. Ambos suspiraron profundamente, uno más cansado que el otro pero no dirían quién.

Ingresaron al edificio, un silencio que no era bonito pero tampoco desagradable. Eran ellos, el idiota que necesitaba consejos profesionales y el otro idiota que intentaba hacerse pasar por un profesional para darle consejos.

No habían terminado aún sus misiones del día, pero estaban cansados. Más bien se sentían presionados por la sociedad que les imponía si o si tener una buena pareja en el ámbito romántico y que sus esperanzas en el amor eran equivalentes a un salmón intentando ser astronauta.

Ninguno mejor que el otro, porque se vieron en serios problemas al encontrar regalos en sus respectivas puertas.

— Estoy loco, ya llévame al anexo– le pidió rogando al albino — Traté de esconder mi severa esquizofrenia por mucho tiempo, pero esto ya es el colmo

— No entremos en pánico... podría ser incluso una trampa de otra organización que disfruta de quitarme las piernas– le advirtió a su mentor — A la cuenta de 3 iremos a revisar

— Tu revisa el mío y yo el tuyo, será menos predecible así– propuso, Atsushi asintió lentamente — 1...

— 2...– le siguió, ambos avanzaron a pasos cortos y sigilosos

— 3

Corrieron mandando al diablo toda la calma que habían tenido hasta ese momento, luego se miraron cómplices al prestarle más atención a sus regalos.

Para Atsushi, era un camaleón de peluche del tamaño perfecto para dormir abrazado de él, flores de los mismos colores que sus ojos y una bolsa enorme con ingredientes suficientes para comer chazuke durante un año entero, sin olvidar mencionar la caja de chocolates con forma de gatito.

Con Dazai el caso fue más sencillo, pero no quitaba que fuese igual de especial. Sopa de cangrejo, latas del mismo e incluso un pequeño pastel con la imagen de un cangrejo chiquito en el medio dibujado con mermelada de frutos rojos, rollos y más rollos de vendajes junto con un par de botellas de sake y whisky.

No dijeron nada, no podían verse a los ojos por la maldita vergüenza del gesto que alguien más les había dejado.

— Guarda todo, que Kyouka-chan no le diga a nadie y sobre todo que no lo sepa el presidente– le dijo Dazai considerablemente nervioso — Anda, anda, tengo que borrar mi prueba del delito

— Ah, claro, si puede saber quién es mi enamorada secreta pero no es capaz de saber sobre la suya– regañó el albino con el rostro rojo a más no poder

— Es que no es una chica...

— ¿Qué dijo?

— No, no, nada, nada

Atsushi inhaló profundo y luego soltó un grito ahogado de frustración entre sus manos.

— ¡Esto es absurdo, no entiendo el amor!

— ¿¡Y crees que yo si!?— recriminó el castaño tomándolo por los hombros — ¡Hago un trato con una rata, me mandan flores pero no fue él, Kunikida-kun me da un sermón y fallo otra vez con mi intento de suicidio, no puedo soportarlo!

Dazai Osamu quiere dejar de ser soltero // BSDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora