1997- Londres, Inglaterra
Las pequeñas ruedas del carrito manual resuenan de manera rápida en el gris suelo de la antigua estación de trenes dando aviso a que la hora de abordar el transporte a un nuevo comienzo se acercaba. Los pitidos, las voces y las despedidas crean una sinfonía de nostalgia entre las familias que se mantienen abrazados entre ellos, aunque su separación sólo será por una temporada.
Sin embargo, ella no se siente triste o abandonada, al contrario, la curiosidad colman sus azules ojos en un destelloso caleidoscopio al ver cada detalle que la plataforma 9 ¾ puede ofrecer a aquellas almas únicas.
Su atención se centra en los niños que rodean los cuerpos de sus madres y lloran en sus hombros con promesas de escribirles todos los días, pues ir a un internado no es algo sencillo, "mucho menos cuando has convivido con esas personas por once años de tu vida." Es lo que piensa en su monólogo mental.
Su ensoñación se ve interrumpida cuando una grande y áspera mano se apoya en el delicado hombro pequeño que aún tiene, se ve obligada a elevar el rostro y detallar las facciones de aquel enorme hombre de porte rudo que no vería en un tiempo. Y tampoco es algo que le ocasione un dolor agudo en el pecho, solamente una pequeña molestia que ignora cuando lo escucha hablar.
- Stella Horowitz...- Pese a que la voz salió con una potencia gruesa, siente que solo fue dirigida para ella, ya que nadie más se giró a ver en su dirección. - ¿Estás nerviosa?-
Sus labios se curvan en una gran sonrisa mostrando una hilera de blancos dientes bien alineados, obligando a achinar sus ojos y a teñir sus mejillas de un suave color rosa. Para entonces negar sutilmente con la cabeza provocando un leve movimiento de sus largos cabellos hacia los costados. - No mucho. Solo estoy emocionada. -
Recibe un asentimiento por parte del mayor y al fijar su vista en la cicatriz que cruza por su cara, el anuncio de que el tren va a partir la obliga a mirar hacia el tumulto de gente que se agrupan en cada puerta del gran transporte. Sin embargo, una vez que comenzaron a encaminarse hacia el vagón designado, sus piernas empezaron a temblar y sus manos sudaron a tal punto de tener que apretar su falda en un intento de secarlas.
Traga en seco y relame sus pequeños labios color cereza, siente su corazón retumbar fuera del pecho hasta tener que sujetarse de la manga del abrigo de su padre, lo obliga a volverla a ver, pues el sentimiento de anhelo se estaba apoderando de su cuerpo.
Su menudo cuerpo se ve rodeado por los cálidos brazos de aquel progenitor y, como si de una llave se tratara, abre los sentimientos reprimidos en forma de pequeñas lágrimas que se deslizan por las mejillas tersas de la pequeña; claramente va a extrañarlo. Se encarga de abarcar lo más que pueda el cuello del contrario y aspirar profundamente la colonia que tanto le gusta usar.
Una vez se separaron, aquella niña fue testigo de una expresión nunca antes vista en el estoico rostro de su padre, una mezcla de añoranza y orgullo. Sin perder más tiempo ingresó al interior del enorme tren esquivando a los demás jóvenes que cubren el estrecho pasillo.
Los vagones se comienzan a llenar de manera apresurada, y para no quedarse sin un buen puesto, Stella ingresa al primer recinto privado que pudo tocar, encontrándose de frente con un joven un tanto peculiar físicamente.
Detalla bien las facciones del contrario que yace sentado en uno de los sofás del camarote; cabe decir que su primera impresión fue sentir como si el alma se hubiera bloqueado y su corazón se hubiera parado. La pálida piel se vuelve transparente con el azabache de su cabello rapado por los costados, dejando a relucir una cresta bien peinada hasta el comienzo de su nuca; sus pupilas, a juego con el cabello, se clavan sobre ella en un intento de examinarla, puede apostar que es unos años mayor que ella. Por un momento pensó que era el típico matón del colegio.
Aparta la mirada, por las dudas no quiere tener problemas ni bien pisa el tren a Hogwarts, camina ignorando aquellos felinos ojos controladores y se estira, cómo puede, hacia arriba para dejar uno de sus bolsos de mano sobre el estante superior. No llega ni parándose en puntas de pie y suda de los nervios al sentir que está quedando como una tonta frente a él.
No pasa mucho tiempo hasta que lo escucha removerse y posarse trás ella, ve su lánguidos dedos tomar el bolso que intentaba subir y sin problema alguno lo deposita en su sitio dejándolo un poco a la deriva para que sea más fácil sacarlo.
Lo mira sorprendida y sonríe agradecida incluso inclinando un poco la cabeza en un sutil asentimiento. "A veces las apariencias engañan" piensa para sí misma mientras va tomando asiento frente a él optando por una postura erguida y con las puntas de sus pies apenas tocando el suelo del vagón.
Las horas de viaje pasan entre risas y presentaciones, ahora sabe que su nombre es Caelum Beilschmidt perteneciente a la honorable casa de Ravenclaw y está a punto de cursar su tercer año en Hogwarts. Lo cataloga como un chico divertido aunque extraño en primer momento porque puede percibir pequeñas frases venenosas entre líneas, cómo si estuviera burlándose de ella. Intenta no darle muchas vueltas, sigue con la ferviente idea de no comenzar mal su primer año y mucho menos con alguien que parece sacado de Azkaban.
Tiene vagos recuerdos de qué pasó en un largo momento, pues pronto sintió su hombro ser sacudido con delicadeza y su nombre resonar en una voz masculina un tanto chillona efecto de la transición pubertaria del contrario. Enfoca sus azules ojos luego de sacarse el antifaz de dormir que usaba, ve la cara de "Cae" frente a ella.
- Estamos llegando, mira.- Es lo que escucha cuando su vista sigue el dedo que apuntaba hacia el exterior del tren. Y entonces su vista se ilumina al momento de notar aquel magnífico castillo iluminado solo por sus ventanales, con aquella luna rodeándolo por detrás en un aspecto más místico. Delinea bien sus torres puntiagudas y el lago que se perdía entre las filosas montañas de Escocia.
Se encuentra maravillada ante tal imponente paisaje y antes de tan siquiera poder decir algo, solo logra escuchar: - Bienvenida a Hogwarts.-
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𝑴𝒆𝒎𝒐𝒓𝒊𝒂𝒔 𝒅𝒆 𝒖𝒏𝒂 𝑺𝒆𝒎𝒊-𝑽𝒆𝒆𝒍𝒂
FantasyEste diario fue encontrado dentro de una madera suelta de la común Hufflepuff, se mantuvo olvidado y en el anonimato hasta el día que lo despertaron del letargo. Sin permiso y candado, abrió sus polvorientas páginas ya amarillas y reveló los secreto...