Porta con orgullo su nuevo uniforme con el emblema de Hufflepuff bordado sobre su corazón y en el color de su corbata, siente que esa casa combina bien con su cabello dorado atados en una alta cola de caballo.
Se desplaza por los antiguos pasillos en dirección a los jardines hasta herbología; el camino ya casi se lo aprendió de memoria, por lo que a veces se aventura a caminar un poco más allá dónde pueda perderse tranquilamente porque marca con piedritas el camino de regreso a las instalaciones.
Meses han pasado desde su llegada y con ellos vinieron nuevos amigos a su vida, quienes hacen sus días más amenos entre charlas y presentaciones. Madeline Chatzis, Olympe Vane, Percy Klarion... Entre otros.
Sin embargo, aún se siente un poco inhibida al estar rodeada de tantas personas cercanas a su edad; en lo que a ella respecta siempre ha vivido siendo la primera y la única en su pequeña familia. Creció con la idea de que era el centro del universo, que todos giraban alrededor de ella... Grande fue el choque de realidad al sentirse ligeramente desplazada.
Pero eso no es algo que le quite el sueño a Stella Horowitz, porque si el foco no la ilumina en el amplio escenario que es la vida, ella se encargaría de moverlo hasta ser el centro de atención nuevamente.
- Stella, te presento a Edward Bramson.- Escucha la voz de Maddie a la lejanía, trayéndola de regreso a la realidad donde había un joven parado frente a ella.
Lo examina de forma escaneadora, comenzando por sus cabellos azules en contraste con la piel canela, "se bronceó y se tiñó" es lo que la joven supone mientras va bajando la vista hacia la vestimenta que usa, parando la vista en el emblema del león rojo en la túnica negra. Gryffindor como Madison.
- Mucho gusto, Eddie. Soy Stella Horowitz.- Se presenta de manera animada estirando su blanquecina mano hacia el contrario, esbozando una amplia sonrisa que la obliga a achinar sus ojos.
Ambas manos son juntadas y se encarga de sacudirlas tres veces exactas antes de soltarla. Es entonces cuando ingresan, junto con otros treinta alumnos más, al invernadero para tomar su correspondiente clase de herbología.
Las horas pasan como si le dieran cuerda a un muñeco y el astro rey se mece por el cielo hasta volverlo crepúsculo. Los grandes ventanales proyectan los colores cálidos del otoño como un caleidoscopio en las paredes y los cuadros.
El vestíbulo se encuentra un poco despejado, pocos alumnos transitan los pasillos, quizás por las horas de clases. Ella cuenta con una hora libre antes de la materia de DCAO, y piensa que esa podría ser su asignatura favorita porque es dónde aprende las artes más interesantes del mundo mágico.
En uno de los sillones ve sentado a Ángel con la mirada perdida en algún punto fijo de la escalera, sus manos sostienen una taza de café y sus ojos demuestra un dejo de tristeza. A veces piensa que los celestes ojos de su amigo brillan como diamantes debido a los constantes llantos de los que fue testigo.
Toma asiento a su lado y rodea el brazo izquierdo del mayor con los suyos, apoya su pequeña cabeza sobre el hombro y eleva la mirada hacia el rostro sorprendido de Ángel, los abrazos curan un alma en pena.
Como medio de distracción le cuenta sobre sus días desde la llegada a Hogwarts, los amigos que hizo, las mascotas que vio jugar un día en el claustro de la torre del reloj, al profesor Percival Clarke regar unas rosas muggles del invernadero y del famoso "Stelio" que resultó ser real, solo que esa vez estuvo escondido en un cubículo en el baño de chicos debido a la vergüenza que pasó. Verlo sonreír la hace sentir plena porque solo así la mirada del mayor cambia y se ilumina de la forma más hermosa que puede existir.
Pero toda aquella burbuja de fantasía se ve pinchada de repente cuando unos golpes se empiezan a escuchar al costado de ellos. No tarda mucho en enviar su mirada hacia las mesas del vestíbulo para horrorizarse debido al brutal acto que estaba sucediendo.
Un joven, rubio de cabellos largos y alto, estrelló su cabeza de forma repetida sobre la mesa de madera oscura, el sonido retumba por todo el lugar y los gritos del muchacho empeoran el ambiente. Solo ve pasar un par de jovencitas en busca de algún docente y a Ángel corriendo en dirección al afectado.
Lo sigue ya que está preocupada por el actuar del contrario y también confundida, quiere saber qué es lo que pasa. Se mantiene a unos pasos de Ángel, quien con suma precaución toma del hombro al chico y posa su otra mano entre la mesa y la cabeza, evitando que siga haciéndose daño así mismo. De a poco va ayudándolo a enderezar la postura hasta que su rostro queda mirando hacia el techo en un intento de no seguir ensuciando la mesa con la sangre que brota desde la frente.
Para ese momento, la profesora Audrey Bellefleur de Encantamientos, ya estaba al lado del hufflepuff haciéndose cargo del herido. Entre ambos lo levantan y ella lo dirige hacia las escaleras, seguro directo a enfermería por la gravedad de su herida. Solo logra notar que el afectado es un Slytherin.
Mira la cara seria de Ángel, luego sus manos y mangas manchadas con sangre, para finalmente ver su espalda al alejarse puesto que Bellefleur le solicitó ayuda con el chico. Stella solo los sigue hasta las escaleras y desvía hacia la segunda planta directo al salón de DCAO, ni por curiosa se pierde esa asignatura.
Niega con la cabeza rememorando las acciones del Slytherin y recrea una mueca de decepción ante la acción de "los jóvenes de hoy en día." Sin embargo, aquel muchacho se mantuvo dando vueltas por su cabeza, deseaba saber las razones de autolesionarse.
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𝑴𝒆𝒎𝒐𝒓𝒊𝒂𝒔 𝒅𝒆 𝒖𝒏𝒂 𝑺𝒆𝒎𝒊-𝑽𝒆𝒆𝒍𝒂
FantastikEste diario fue encontrado dentro de una madera suelta de la común Hufflepuff, se mantuvo olvidado y en el anonimato hasta el día que lo despertaron del letargo. Sin permiso y candado, abrió sus polvorientas páginas ya amarillas y reveló los secreto...