Arroz con leche en peligro de extinción

7 3 5
                                    

Me sentí caritativa y decidí hacerle un favor a un amigo.

"No tengo azúcar para el café", me había escrito. Una llamada de socorro en toda regla. Lo leí con tono de súplica incluso.

Sin echarle combustible a sus gafas (combustible = café) no podría llevar a cabo su nivel de vida que consiste en encerrarse en una madriguera a jugar y fumar como si lo fueran a prohibir. Nadie sabe si juega porque fuma o fuma porque juega. Mi teoría es que cada vez que se le va la luz sin haber guardado partida el cigarro evita que le de un ataque, y que juega para fumar menos y olvidarse del precio del cigarro.

Volviendo al favor: como yo funciono de forma parecida, y ya estaba en la calle de todas maneras, y su madre es de esas madres entrañables que siempre brindan café y no merecen quedarse sin una coladita diaria solo porque alguien quiera putear a su hijo, me apiadé.

-Disculpe, señor -probé suerte con alguien que pasaba-. Buenas tardes, ¿de casualidad sabe dónde puedo comprar azúcar por aquí?

-Ay, mijita, yo mismo acabo de vender.
Por un momento sentí que me perreaba un párpado por el estrés de no decirle, entre mentadas de madre varias, que no me estaba ayudando con su nada simpático comentario. En su lugar dije:

-¿Y no sabe dónde pueda conseguir?

Me indicó un parque donde yo tendría que volver a preguntar, pero nada. Había una mujer quejándose en una llamada telefónica donde ponía en práctica su amplio dominio del español vulgar, que dejaba claro que dulce no era y que para preguntas de extraños no estaba. También me topé con una pareja en un banco cuyas hormonas destilaban almíbar con tanto besuqueo pero, a no ser que recolectara su saliva en un vaso como si fuese miel, cosa que me provocaría diabetes y que la sola imagen me daba repelús, no podrían ayudarme.

Recorrí comercios cercanos. Las caras de las personas a las que consultaba eran una sátira. Uno incluso preguntó si estaba haciendo una broma para algún canal de Youtube. No. Ésto es un asunto serio. Están en peligro de extinción los postres caseros. Vale que no podamos hacer arroz con leche pero las torrejas son pan viejo y almíbar y sin almíbar no son torrejas, son pan mojado. Como mismo si te desmayas y no te ponen a oler una colonia y te dan un vaso de agua con azúcar el desmayo sabe a poco, es como si no te hubieras desmayado.

Dos señoras se rieron sin disimulo alguno en mi cara. Seguro hasta lástima les di.

-Como no sea de algún borracho que te venda sus mandados, te será más fácil encontrar carnes prohibidas.

Y no se equivocaba.

Encontré pepino, limón, ciruela china fuera de temporada, manzana, peras verdes (como las del emoji de Whatsapp), carne de cerdo, chocolate de los que no saben a arena pasada de tiempo, las llaves macarilerilerile que se suponía estaban en el fondo del mar, cuatro cosas que mi madre había dicho "a que voy yo y lo encuentro" pero nunca encontró, la otra mitad de los mandamientos, la aguja en el pajar, una jicotea que se me había fugado, once barbies que mis primos decapitaron y enterraron en el patio, un hombre que no miente, los horrocruxes y las reliquias de la muerte, una mujer que admite estar equivocada, un grillo que respeta el sueño ajeno, los frijoles mágicos, a la paloma de la paz fajándose por un trompo, una balsa de Miami a La Habana y al asesino de J.F. Kenedy.

Cabizbaja por la misión fallida, y ya sin batería en los audífonos, pasé por casa del chaval, le conte mi recorrido y me quejé. Me quejé del sol, de la gente, del precio de la sal (no se quién le dijo al vendedor que si yo preguntaba por azúcar igual me conformaría con comprar sal), de los borrachos vampiros que solo por ser mediodía no se sentaban a vender, de la caña, del guarapo, de Celia Cruz y de las parejas que constantemente dicen "te amo".

Resumiendo, que encontré carne de cerdo y no azúcar (lo digo tanto porque en serio flipé), que me tomé el café tan amargo como el chícharo lo permitió y que nunca me había notado menos dulce.

Esquivando bachesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora