La "Eneida" del pollo

11 8 9
                                    

-¡Último!

-¡Yo!

-¿Detrás de quién va?

-De la señora del pantalón azul.

Y así empieza. Parece que va para largo. A simple vista, debe haber unas doce personas delante. ¡Y pensar que ya es tarde!

Es una odisea cada vez que llega el pollo. Nunca he entendido por qué se le dice "odisea" si en esa obra se narraba el viaje de Odiseo de regreso a Ítaca después de la guerra en Troya, y los dramas con Penélope. Si con "odisea" la gente se refiere a algo complicado, deberían decir "Ésto es una ilíada". Quedaría mejor. La guerra sí que es complicada. Aunque el viaje también lo fue. Creo que mejor sería decir "Es una eneida" porque ahí se contó tanto viajes como guerras y la búsqueda del pollo es un delirio desde que tu madre no recuerda dónde puso la libreta hasta que estás frente al carnicero y te suelta eso de "no tengo de 5, dame tú uno de 5 y te devuelvo 10". Con eso siempre pienso que me están estafando, pero mecánicamente hago lo que me dice solo para no parecer bruta. Sería demasiado bochornoso hacer esperar a toda una cola (y más siendo para el pollo) no más porque tu cerebro solo reacciona para recordarte que eres pésima con los números.

-¡Último! -me asusta el grito.

-Yo -contesto.

-¡Por fin, mijita! Llevaba rato preguntando. ¿Detrás de quién tú vas?

-Del señor con la gorra negra y la mochila en la mano.

Se aleja diciendo algo de la juventud. No la escucho bien. Ella rato preguntando y yo rato divagando.

Ésto no avanza. ¿Por qué no avanza? Esa mujer con el niño en brazos lleva rato parada en el mismo lugar. ¿Quién me habrá mandado a ofrecerme? Debería haber protestado y obligado venir a mi hermano. Reviso las redes sociales. Respondo mensajes, guardo imágenes, comparto algún que otro contenido. Llegan más personas pero no veo irse a ninguna. Llega la notificación de 15% de batería restante.

-Voy un momento a casa, no me tardo -le digo al señor de la gorra negra y la mochila en la mano.

-Está bien, aún falta.

De camino se me ocurre algo que escribir. En cuanto llego comienzo, no quiero perder la idea. ¡Vuelvo a la carga! Esta vez, libreta en mano en lugar del móvil.

-Apurate que ya el que iba delante de ti está comprando -dice la mujer a la que le di el último.

-Muchas gracias -respondo casi corriendo.

No falla. En cuanto te mueves o te entretienes aquello que estabas vigilando avanza o se esfuma. La ley del platanito frito o la colada del café. Paso tanto rato en la "eneida" del pollo y por poco pierdo la cola. Y ahora para colmo el carnicero se pone a hacer cuentas antes de despacharme y me deja envuelta en el mal olor característico de estas cosas. Cuento el dinero una vez más y espero que me alcance. De lo contrario sería el colmo ya. Por suerte no me hace lo de dame un billete de tanto y yo te doy de más cuanto y regreso a casita con mi compra.

Más le vale a mi madre dedicarme la comida de esta noche, aunque, siendo sincera, no me apetece comer pollo.

Esquivando bachesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora