Capítulo 1: Ayúdame

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Dentro de las profundidades del bosque ruso, una silueta se encontraba caminando. Eran de noche, casi se podían ver las estrellas brillando pero las nubes lo cubrían, la Luna Llena estaba también oculta.

En ese paisaje tétrico, caminaba la figura que estaba con una manta sobre sus hombros para cubrirse del frío. Solo su cabello rubio ceniciento y esos ojos violetas eran apreciados por la poca luz.

Esa silueta pertenecía a la representación del país de Rusia, Ivan Brangisky.

Ivan estaba yendo al único lugar en todo el mundo para buscar una solución: Estaba de camino a la casa de Baba Yaga, una bruja muy poderosa que, esperaba, podía hacer lo que pedía.

Dentro de este bosque, en lo profundo de la negrura de los árboles; dentro de una casa que tenía pies y una entrada de calaveras, Baba Yaga se encontraba confeccionando un muñeco de trapo.

Lo envolvía con paciencia y cubría con todo lo que necesitara para parecerse a un alguien en especial, ese alguien era la representación de Prusia, la ex-nación Gilbert Beilschmitd.

Estaba dando los toques finales antes de que la puerta de su casa haya sido tocada con desesperación.

-Vaya-exclamó-, llegó más temprano de lo que esperaba.

Diciendo eso, sacó su cucharón y lo movió un poco, la puerta se abrió de por sí.

Entrando en la casa, estaba Rusia. Que ahora con la iluminación se podían ver unas ojeras enormes y negras en cada ojo que estaba irritado y de color rojo por las venas que resaltaban.

-Llegas antes, Ivan.-señaló la bruja sin levantar la mirada de su trabajo.

-Sí, pero estaba apresurado.

La bruja pasó por última vez la aguja en el cuerpo del muñeco, luego cortó el hilo porqué su trabajo estaba terminado. Alejó un poco el muñeco, mirando con el ojo critico para encontrar algún falló o imperfección.

-¿Qué opinas?-Preguntó la bruja a la nación, entregando el muñeco en las manos de Ivan.

-Se parece... -se interrumpió a sí mismo, pero se obligó a continuar- no. Es una muñeca muy idéntica a... Prusia.

- Lo sé, ¿hay algo diferente?

Rusia agarraba con mucho cuidado y cariño la muñeca, todo era igual a la ex-nación; desde la forma en como el pelo estaba peinado, esos ojos rojos que aun siendo botones, parecían tener vida, y la forma en como estaba vestido con su típico uniforme militar azul prusiano.

Le dolía pero al mismo tiempo le llenaba de calidez, una muy irónica sensación.

- No. Es perfecto.

La bruja anciana asintió, le tendió la mano para que devuelva la muñeca, Rusia dudó unos segundos pero de igual forma entregó la muñeca.

- Inglaterra dijo que era imposible - susurró, espiando con la mirada a la bruja.

- Tu amigo será una nación con él origen mismo de la magia, pero es una nación.-con sus manos buscaba entre las estanterías y repisas altas diversas- Ustedes tienen responsabilidades que tratar, guerras que luchar, enemigos que enfrentar; yo en cambio, tengo toda la tarde libre para investigar y tratar con la magia, y recuerda cual es mi edad Rusia.

Iván no respondió. Estaba pensando en los acontecimientos de los últimos días, aun se encontraba en negación por todo.

- Rusia -llamó la bruja, la nación levantó su mirada que había caído al suelo sin que se dé cuenta, se encontró con la mirada comprensiva de la anciana-, nada fue tu culpa.

Recrear [{RusPru}]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora