Capítulo 6: Cuidados para un niño (III)

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Después de salir de la tienda, Rusia se había percatado de un muy pequeño pero importante detalle: había gastado el dinero.

No todo pero si la mayor parte. Tendría que preparar algo con lo que alcance, tal vez arroz con huevo.

Volvieron a entrar al supermercado, pero Rusia no fue en dirección al carrito de compras más bien solo caminó a los estantes agarró una bolsa de arroz y una caja de huevos.

-¿Y dónde está el carrito? -preguntó la micronación, que lo seguía por detrás.

Se colocaron en la fila para ser atendidos por la caja, sólo había una qué estaba abierta al público la demás se encontraban cerradas. No importaba, no había muchas personas en la fila.

-En algún lugar, pero no podemos ir por el ahora.

El pequeño lo miró con confusión- ¿Porqué? ¿Y porqué estas llevando sólo eso?

-El dinero lo gasté en cómprate la ropa, -la fila avanzó, sólo quedaba una chica por ser atendida después les tocaba a ellos- y no traje más.

-Si quieres podemos devolver esos trajes de conejo y gato. -murmuró el albino en un pequeño intentó por deshacerse de esos mamelucos vergonzosos.

-No.

La micronación lanzó un susurró maldiciendo su suerte. Rusia se concentró en las expresiones molestas de su pequeño acompañante que no se dio cuenta de que era su turno para ser atendido en la caja. Sólo cuando la cajera se aclaró la garganta salió de su trance.

-Lo siento -se disculpó.

-No se preocupe. -la cajera sonrió; tomaba las dos únicas compras de Iván para pasarlo por el escáner- Desearía que todos los padres fueran así con sus hijos, mí esposo no sabe ni sus cumpleaños.

-¿E-eh? -tartamudeó Iván, sin saber como responder a la cajera. Rusia no podía decirle que el niño a su lado en realidad era (algo así como) la reencarnación de su amante muerto que él mismo mato hace unos 5 años atrás, sonaba raro hasta en sus pensamientos.

-¡No es mi padre! -una exclamación vino desde abajó. Y si, el albino decidió meterse en la conversación de los mayores.- ¡sólo es mi cuidador!

Esa frase de alguna manera hizo que Rusia se sintiera triste. La cajera pareció notar esto, pero en su mente sólo llegó a la conclusión de que el niño era adoptado y aún no aceptaba a su nuevo padre.

-Oh -la cajera susurró como si comprendiera la situación. No dijo nada más y terminó de hacer su labor en completo silencio.

El pequeño no entendía la situación, pero por la reacción de los mayores supo que tal vez dijo algo que no estaba bien. Miro a Iván tratando de encontrar una respuesta pero pareciera como si él lo estaba ignorando.

Salieron de la tienda con dos bolsas en ambas manos de Rusia, una de ropa y otra de comida. El camino a casa también fue en silencio.

Kaliningrado se sentía mal, no fue su intención lastimar a Rusia sólo quería aclarar a la Señora de la caja que Iván no era su padre; Iván había decidido cuidarlo cuando nadie más lo había hecho, por ese mismo motivo quiso referirse a él como su cuidador.

Se mordió el labio inferior, una sensación extraña se estaba formando en su garganta y sus ojos comenzaron a humedecer. Trato frenar esas sensaciones, aunque, sólo parecieran aumentar. Resistió la mitad del camino sin lanzarse a llorar, mas cuando se encontraban a sólo una cuadra de la casa de Iván no soportó más.

Dejó escapar, al comienzo, un suave gemido pero después se incrementaron hasta convertirse en un llanto fuerte.

Rusia se había detenido tan pronto escuchó los primeros signos de que la micronación estaba llorando, le había preguntado qué sucedía pero no respondía sólo seguía llorando.

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